En el mundo ideal de don José Blanco los tiburones habitan en madrigueras (sic), los doberman en la calle Génova y los lobos de la extrema derecha en la mitad de los hogares de España. Mal, muy mal ha sentado en las filas de la izquierda el fichaje de Manuel Pizarro, el Empecinado, artífice del fracaso de la vertiente económica del vergonzoso Pacto del Tinell para mayor gloria de los accionistas de Endesa que no se dejaron atraer por chirriantes cantos de sirena que pretendían la compra de duros a peseta. No perdonará fácilmente la izquierda a don Manuel la afrenta consistente en resistir, Constitución en mano, los embates de quienes quisieron completar el "cordón sanitario" con un saqueo contrario a la normativa comunitaria y proscrito por las autoridades de la competencia: "volvemos a Europa", fue el lema utilizado en la campaña de las elecciones europeas por aquellos que han demostrado formidable habilidad en colocar su programa electoral o infumables pactos ad hoc en la cúspide del principio de jerarquía normativa, o en neutralizar la labor controladora de ´incómodos`organismos reguladores, que han pasado a ser convenientemente regulados.
No termina de asumir algún sector de la izquierda que Pizarro creara riqueza con su numantina defensa del interés de los accionistas, de miles de accionistas. Para esa misma izquierda, es sospechosa cualquier fórmula de enriquecimiento colectivo, pues es proclive a entender que ese enriquecimiento sólo es legítimo si es individual, en esa concepción cuasi onanista que le ha procurado el método de crear riqueza que más ha utilizado por su rapidez y arbitrariedad: la recalificación urbanística. Han terminado recalificando las sedes del partido, con el mismo desparpajo con el que utilizan las ruedas de prensa posteriores a los Consejos de Ministros o a las cumbres internacionales para hacer soflamas políticas partidistas en esa continua confusión entre Estado, Gobierno y partido que tanto cultiva la izquierda.
Le auguro a Pizarro una larga vida política si el elegido por el adversario para darle la réplica es don José Blanco, a quien se le está poniendo cara de tuno viejo, de esos que decían que estaban en quinto, pero de primero de carrera. Desde su blog, Blanco acusa a Pizarro de ser un tiburón del capitalismo salido de una madriguera; a Bush, de ser culpable de la crisis que afecta a todo el mundo, menos a España por la providencial mano de Zapatero; al PP, de oler a rancio, a ultraderecha, a Varon Dandy (sic) y a la jerarquía eclesiástica de mentir y hacer política en beneficio del sector más ultra del Partido Popular. El cuaderno de don José no tiene desperdicio y es de obligada referencia si se pretenden analizar los motivos que soportan una vida política zafia y crispada como nunca.