domingo, octubre 19, 2008

El porteador afgano

Cuenta la crónica de Mónica Bernabé aparecida en la edición de EL MUNDO de ayer que el representante de una empresa de logística, Dastgir Khan, pasó diez días en una cárcel por haber transportado dos de sus camiones una carga compuesta, exclusivamente, por bebidas alcohólicas que tenían como destino la base militar española de Qala-e-Now. La partida descubierta por la policía afgana estaba compuesta por vinos, cervezas, ponches y otras bebidas espirituosas valoradas en más de 70.000€ (¡!) que, después de haber sido decomisada por la autoridad, ha desaparecido como por arte de magia. Vanas han sido las múltiples reclamaciones del mando español a las autoridades afganas para la devolución de la carga; según el castigado transportista fue la propia policía afgana la que, nada más interceptar los camiones, procedió al desvalijo. Lo ví con mis propios ojos, aseguró Khan, consolándose así con el hecho probado de que otros también infringen la sharia.

La sharia prohíbe a los musulmanes el consumo de alcohol, y no solo su consumo, también su manipulación o transporte. En Afganistán la prohibición se ha relajado con la presencia de tropas internacionales, pero la ley islámica, más tolerante con los infieles, es estricta a la hora de establecer una prohibición absoluta a los creyentes. El porteador Khan fue destinatario de esa dureza siendo encarcelado de forma inmediata; de nada le sirvió exhibir una especie de carta de porte que pretendía acreditar que la carga transportada en sus camiones tenía como destino una tropa española a la que el pillaje de la policía afgana ha sometido a una especie de ley seca (un postulado de la sharia, sin ir más lejos). El porteador tiene la obligación de registrar la mercadería que va a ser transportada, pudiendo rechazar aquella que no esté debidamente acondicionada para el transporte; mis alumnos de la Facultad saben que Khan lo tiene muy difícil cuando afirma que desconocía las mercaderías que transportaba. Y lo que es peor: Khan es también responsable de la pérdida de la mercancía.

A mi la historia del porteador afgano y de la tropa sedienta me retrotrae a los añorados tiempos del servicio militar en la Compañía de Destino caballa, lo más parecido al ejército de Pancho Villa, donde las bebidas también desaparecían con la misma facilidad que en Afganistán para reaparecer –brevemente, eso sí- en las taquillas de la soldadesca. Imagino a la policía y a los talibanes dando buena cuenta de la partida de Ponche Caballero robado, tan apropiado para el frío invierno afgano, mientras los nuestros, compungidos, miran con rabia las vacías estanterías de la cantina y piensan en dar escolta al próximo envío. Creo que estamos ante el más claro ejemplo de lo que es la Alianza de Civilizaciones.

Hiyab y chapelas

El término hiyab hace referencia al código de vestimenta islámica establecido para la mujer; el mismo vocablo se refiere a lo que conocemos como velo islámico, un tipo de pañuelo que cubre la cabeza y, a veces, también el cuello. Una sentencia dictada a principios de esta semana por el VGH de Mannheim –órgano judicial equiparable a una sala de lo contencioso-administrativo de nuestros Tribunales Superiores de Justicia- prohíbe a una profesora portar en clase el hiyab por infringir dicha vestimenta la norma que regula la prestación de servicios en escuelas, que a su vez prohíbe exteriorizar cualquier tipo de símbolos religiosos que sean susceptibles de hacer peligrar la neutralidad del Land frente a padres y alumnos, así como ser potencialmente idónea para poner en peligro la paz religiosa escolar. El abogado de la profesora alemana trató de fundar la defensa en los principios de igualdad y de no discriminación, sobre la base de comparar la actuación de su mandante con la de tres monjas que prestaban sus servicios en escuelas públicas ataviadas con los hábitos de sus respectivas órdenes religiosas (católicas). El Tribunal admitió expresamente que la vestimenta de las tres religiosas era perfectamente tolerable porque representaba la tradición cristiana que viene expresamente protegida por la constitución del Land de Baden-Würtemberg, por lo que el principio de igualdad jamás podría verse afectado.

Esta sentencia viene a potenciar una jurisprudencia federal alemana contraria a que los funcionarios porten símbolos religiosos por contravenir, precisamente, la libertad religiosa y el principio general de la paz política. Así lo estableció a finales del pasado año un tribunal de Hesse, que vino a ratificar una resolución anterior de una corte renana que prohibió el hiyab aunque éste fuere portado por una profesora al estilo Grace Kelly. El Tribunal afirmó que mientras la conocida actriz portaba el pañuelo de manera esporádica; la profesora convertida al islam, por el contrario, utilizaba el pañuelo de manera continuada y como símbolo externo de una creencia religiosa que, como tal, va en contra de la neutralidad que debe regir en las escuelas públicas. Ese mismo tribunal federal se pronunció en contra de que un funcionario público, en el ejercicio de su cargo, utilizara la chapela, por considerar que el uso de dicha prenda se encontraba también prohibida por la misma norma que veta el uso del hiyab.

La jurisprudencia alemana contraria al uso por funcionarios del velo islámico hubiera hecho las delicias de la Fallaci, sin duda. Debe entenderse esta doctrina, sin embargo, como un triunfo de la libertad religiosa, eso sí, con pleno respeto y cierta preeminencia de las creencias (cristianas) tradicionales y mayoritarias en el pueblo alemán

Andalucia, año cero



Dicen los políticos que las derrotas electorales pueden ser dulces, pero los fracasos son siempre agrios, aunque al victorioso se le quede cara de Milosevic y el derrotado comparezca rejuvencido ante las cámaras de la televisión del régimen, ésa que corta la emisión en la noche electoral cuando el escrutíneo no le resulta favorable al amo y despide una vergonzosa emisión a las 01.45 con la noticia de que el PP ha alcanzado los 47 diputados. ¡Qué necesaria es la regeneración de un medio público pesebrista, de ´profesionales` que se han convertido en miembros de un vergonzoso aparatchik que no duda en llamar como intérpretes de la voluntad política andaluza a quienes en su día acompañaron al líder de la oposición en sus aventuras políticas y que hoy pastan, pastueños, en rosados valles. ¡Qué vergüenza, y maldita la memoria de quienes nos acordamos de aquéllos que cuando los tiempos eran difíciles -lo siguen siendo- prefirieron abrazar la comodidad del colaboracionismo! ¡Qué necesaria la existencia de un partido, cualquiera que sea su orientación, capaz de nivelar el desequilibrio de un sistema que, en su decidida voluntad de mangonear, se aleja de los principios democráticos!

Andalucía afronta ahora, en su octava legislatura, un período de dificultades que seguro no se le escapa a los vencedores. La manguera de los fondos comunitarios riega, año a año, la Europa del Este; el ingreso en la UE de los nuevos miembros –más pobres- sube los índices comunitarios: no dejaremos de ser objetivo 1 en el 2013, esto es, región de las más pobres, por méritos propios sino por la sencilla razón de que quienes entran en el ´club` son todavía más pobres que nosotros. Se han desperdiciado décadas de multimillonaria subvención europea en inversiones de imposible rentabilidad. Andalucía no ha despegado; ésa es la realidad, la que refleja Eurostat en sus informes mensuales, y no la que los vencedores nos pretenden vender ahora diciéndonos que nos van a llevar al pelotón de cabeza. Un resfriado en Madrid será para Andalucía una grave enfermedad si, además, persiste la voluntad de algunos (socialistas) de quebrar el principio constitucional de solidaridad económica. No habrá quien pueda equilibrar el presupuesto de Andalucía cuando desaparezcan esos fondos.

La oposición debe hacer valer ya, sin demora, los necesarios principios de regeneración democrática en Andalucía. No se puede participar, si no se produce el necesario cambio, en secuestrados medios públicos de comunicación, ni en cajas de ahorro que piden a gritos una inmedita profesionalización, con urgente salida de aquellos políticos que pretenden desviar su responsabilidad a los profesionales que siguieron sus órdenes. Al PP se le exige, lisa y llanamente, que no forme parte del régimen.

El debate



Las democracias experimentadas se distinguen de otras por huir de los mítines masificados y centrar la campaña en debates entre sus candidatos. El mítin multitudinario como lo conocemos aquí es poco habitual en las democracias europeas, que no mantienen el forofismo por los asuntos políticos que tanto se estila en esta tierra. El debate es, pues, la fórmula preferida por los países de mayor tradición democrática. La contienda televisada entre adversarios llega a un público inmensamente superior en número al que los propios candidatos tienen la posibilidad de convocar por muy seguidos y multitudinarios que sean sus mítines, y así se puso ya de manifiesto con el primero de los grandes debates que permitió a los americanos comparar a los candidatos que concurrieron a las presidenciales de 1960.

Me refiero al debate entre Kennedy y Nixon. Realmente no se trató durante esa campaña presidencial de un solo debate; fueron cuatro, centrados en política nacional y política internacional (el último de ellos dedicado en exclusiva a las relaciones con Cuba) y las condiciones para su celebración cabían en dos folios. Pero la verdadera importancia de estos primeros debates televisados consistió no tanto en las ideas sino en la preparación de la imagen del candidato. Se dice que Nixon perdió la presidencia por haber aparecido en los debates con diez kilos menos, pálido, con ojeras, sin maquillar y sudoroso. Nixon no quiso ser maquillado y la luz proyectada sobre su pálida faz le dio un aspecto enfermizo mientras Kennedy, que preparó el debate en la soleada California, aparecía en mejor forma que nunca. Tan malo era el aspecto de Nixon que el asesor Clark recomendaba a Kennedy acercarse todo lo posible al vicepresidente para resaltar las diferencias.

De los debates entre Carter y Ford sólo son reseñables las meteduras de pata constantes del segundo, que también tenía una proverbial facilidad para tropezar en las escalinatas de los aviones. Hay un documento del jefe de campaña de Ford dirigido a Cheney y Rumsfeld en el que sugiere le hagan llegar al presidente que durante la campaña no bese a bebés, no coma perritos calientes en las esquinas ni espere a los trabajadores a la puerta de la fábrica para pedirles el voto. Mondale perdió cualquier posibilidad de acceder a la presidencia cuando reprochó a Ronald Reagan su avanzada edad (73 años, la misma que hoy tiene McCain). Reagan apuntilló a su oponente con una fulminante respuesta: <>, y ganó la campaña con un discurso final en el que preguntaba a la audiencia si estaba mejor ahora que hacía cuatro años. Ésa es siempre la cuestión. Los cursis discursos acerca de la vida de una niña no llevan a la Casa Blanca (ni a la Moncloa).

domingo, octubre 12, 2008

La pirámide




Decía don Juan de la Rosa que el negocio bancario consistía en "trincar la tela de golpe y soltarla poco a poco". Como definición de las operaciones activas y pasivas de crédito, la del director y durante muchos años presidente de la Caja de Ahorros de Ronda merecería cita en los más prestigiosos manuales de Derecho mercantil. El negocio bancario nació, como se sabe, cuando el más avezado advirtió que los depositantes no irían todos el mismo día a retirar los fondos.

El problema no surge, preciamente, cuando todos los crédulos ahorradores reclaman la entrega de lo depositado en la misma fecha sino cuando al requerir del depositario la devolución no hay bienes suficientes, fatal circunstancia que suele darse en aquellos negocios cuyo nivel de riesgo para el confiado inversor es directamente proporcional a los elevados intereses o pingües beneficios que le prometen. Recuerdo el caso de doña Branca, la "banquera del pueblo", una analfabeta que garantizaba a los depositantes un 10% mensual y que causó una enorme turbulencia financiera en Portugal cuando anunció la quiebra de su muy particular sistema. La estafa, el engaño, reside en la propia estructura piramidal del ´negocio`, que requiere la continua entrada de nuevos ahorradores, no exentos de codicia, y de fondos para poder pagar los elevadísimos intereses que alegremente se prometen a los primeros. Hay quienes a este engaño lo denominan "esquema de Pozzi", pero la inventora de esta modalidad de estafa atendía al muy patrio nombre de Baldomera de Larra, hija de don Mariano, que con su "Caja de Imposiciones" continuó con el ´vuelva usted mañana` paterno, pero esta vez en versión dirigida a los incautos y crédulos depositantes que le confiaron sus fondos.

La primera reacción de cualquier observador ante este tipo de engaños suele ser la sorpresa. ¿Cómo es posible que pueda haber personas que sigan confiando en aquellos que prometen duros a peseta? Pero no por haber visto miles de veces la película Los Tramposos (1959), con los geniales Antonio Ozores y Tony Leblanc pegándosela a un propio en los aledaños de la Estación de Atocha, dejan de repetirse los timos de la estampita, del tocomocho o del trile, prácticas de zorrastrones que no son más que el tronco común de engaños que también se desarrollan, pero a mayor escala, en chiringuitos financieros de lujoso atrezo que cambian la mesa playera del trilero por un biedermayer en leasing.

Ahora, en tiempos de crisis, se reproducen como hongos los desfalcos de estos falsos Midas capaces de engatusar con su ostentación a cientos de confiados ahorradores incapaces de resistir los cantos de sirena que atraen la codicia humana. Estamos ante una extensión de la solería de este inmenso Patio de Monipodio.

New Flame



Tuve un profesor de inglés que solía utilizar la expresión "new flame, but old fire>"(llama nueva, pero fuego viejo) para aquellas ocasiones en las que los alumnos cometían los mismos errores. Creo que la misma frase podría utilizarse ahora en el triste asunto relativo al buque del mismo nombre que se ha ido a pique en la Bahía de Algeciras ante la pasividad de varias Administraciones, coincidentes todas en un sospechoso tancredismo que, ahora, tras el hundimiento y penúltimo vertido, se ha trocado en alocada carrera hacia los Tribunales de Justicia.

En el Derecho comunitario se acuñó, allá por los años ochenta, una expresión con la que se pretendió orientar a la incipiente política medioambiental comunitaria: "quien contamina, paga". Quién le iba a decir entonces al alumno entusiasta y convencido europeista que ese aforismo acuñado como principio general iba a convertir a Andalucía en la excepción a la regla. Porque aquí, a la vista está, y duele afirmarlo, que quien contamina, no paga. Nos hemos convertido en un vertedero ilegal que deja impunes a los responsables del daño.

La norma comunitaria, incipiente a principios de los ochenta, ha experimentado un notable desarrollo legislativo. La Directiva 2004/35/CE sobre responsabilidad medioambiental en relación con la prevención y reparación de daños mediooambientales –origen de la la Ley 26/2007, de Responsabilidad Medioambiental- es una muestra de la preocupación del legislador comunitario por tratar de poner en práctica un principio general que condene al operador causante de la actividad lesiva para el medio ambiente al pago de los daños y perjuicios que haya ocasionado. Confluye esta norma con otras de carácter internacional como el Convenio de 1969 sobre Responsabilidad Civil por Daños debidos a Contaminación por Hidrocarburos, inaplicable al supuesto del New Flame por centrarse en buques tanque, es decir, aquellos dedicados al transporte de hidrocarburos.

Pero la maraña legislativa no debe apartarnos del principal problema. ¿En qué aguas se ha producido el siniestro causante del daño medioambiental? Si España no ha dejado de reclamar su jurisdicción sobre las aguas que han visto el hundimiento del New Flame –y creo que los vergonzantes Acuerdos de Córdoba no han modificado esa posición- difícilmente podrá ahora imputar a terceros (autoridades públicas extranjeras, me refiero) responsabilidad de ningún tipo, pues era a las autoridades españolas a quien correspondía intervenir para minimizar el daño. La delegación de facultades en autoridades de un Estado distinto implicaría una responsabilidad in vigilando e in eligendo del Estado delegante que le inhabilita para reclamar reparaciones y , frente a terceros, le convierte en responsable solidario del daño causado.

Don Camilo y Peppone




Hay quienes a falta de razones convierten la política en un continuo pimpampum sin más sentido que el de crear ficticios enfrentamientos para tapar todo lo que no se ha hecho o, sencillamente, se ha hecho mal. En este juego de derribos le ha tocado el turno, otra vez, a la Conferencia Episcopal, víctima propiciatoria en época preelectoral y carnavalesca. Las orientaciones dirigidas por los Obispos a los católicos ante las elecciones generales del 9 de marzo han provocado la ira del Gobierno, y la lluvia de insultos, descalificaciones y provocaciones a la jerarquía eclesiástica española no ha cesado, sin duda porque los promotores de la gresca ven en ella un indudable filón electoral a costa, claro está, de devaluar una libertad de expresión que en España está sufriendo ahora más que nunca.

La última aportación intelectual al discurso papal de Ratisbona la ha protagonizado la secretaria federal de Igualdad del PSOE con una de estas perlas que Caraballo y Caro recogen en su ´lapidario bobo`. Para la secretaria federal, la Conferencia Episcopal debería aplicar los principios de paridad de la Ley de Igualdad –a la que ella tanto debe- y, cito literalmente, "sacar a las monjas de los conventos de clausura para incluirlas en la jerarquía" (la eclesiástica, imagino), todo ello con el ánimo de que las monjas puedan "compartir el poder en igualdad de condiciones que los hombres". L´onorevole Peppone no lo hubiera hecho mejor.

Otros, desde las mismas filas, han preferido manifestar su ´sorpresa` por el contenido de la nota de la Conferencia Episcopal. Después de leerla con atención no sé de qué se sorprenden. La nota no añade nada nuevo a lo que la Conferencia Episcopal viene manteniendo desde las Orientaciones morales de noviembre de 2006. ´Sorpresa` hubiera sido que la jerarquía eclesiástica española se pronunciara ahora a favor de la eutanasia, del matrimonio homosexual o de la educación para la ciudadanía en la muy deteriorada escuela pública; es evidente que hay una brecha importante en la concepción que cada uno tiene de lo que debe ser una correcta política social. Mientras tanto, detrás de la cortina de humo, el paro se le dispara al Gobierno y la política social de verdad hace aguas.

Hay un párrafo en la nota que encierra el verdadero problema. Dice ésta que <>. La reacción a la nota episcopal pone de manifiesto la patología grave que afecta a un Ejecutivo que se dice democrático pero que no tolera actitudes que contradigan sus postulados.

Nacionalismo




En su exilio, el lehendakari Aguirre recaló allá por 1941 en Berlín para intentar convencer a la jerarquía nazi de la bondad de un estado vasco, olvidando la afrenta de Guernica y otros raid de la Legión Condor. Aguirre rindió pleitesía al almirante Canaris –que no lo recibió-, al ministro Ribbentrop –que tampoco-, hasta a su ´amigo` León Degrelle, para que intentaran convencer a Hitler de que si veía con buenos ojos la creación de un estado flamenco por qué no iban a tener ese mismo derecho quienes se consideraban a sí mismos la raza más antigua de Europa y, por supuesto, la segunda -tras la aria- en el delirante ranking de superioridad racial. No sorprende en la lectura de los diarios de Aguirre la descarada admiración por los postulados nacional-socialistas, la rendida actitud respecto de quienes pocos meses antes habían masacrado a su pueblo. El lehendakari se arrastraba de manera lastimosa por Unter den Linden delante de los jerarcas nazis sin que nadie se dignara a recibirlo en la cancillería de la Wilhelmstrasse. Ahora, algunos biógrafos de Aguirre afirman que esos delirios filonazis no eran más que una coartada por si el lehendakari caía en las manos de las SS. Nacionalismo en estado puro; siempre envuelto en la mentira; en el doble juego; en el ventajismo.

De las cenizas del III Reich renacieron dirigentes políticos o curitas mediopensionistas –la pila de agua bendita- que se dedicaron a medir cavidades craneales, traseros respingones o a distinguir entre grupos sanguíneos, siempre con el ánimo de inventar diferencias artificiales que justificaran lo que no tiene fundamento. Todavía hoy comparte ese nacionalismo con regímenes totalitarios la idea de controlar a los tribunales de justicia: los jueces nazis llevaban el águila en la pechera de sus togas o el brazalete con la cruz gamada; aquí algunos aspiran a que los magistrados lleven la ikurriña pegada a la toga. La manifestación organizada en Bilbao por los nacionalistas con motivo de la condena del Tribunal Supremo al engolado Atutxa, al germánico Knörr y a Kontxi Bilbao –mal debían andar los hermanos Arana en su traducción del santoral al eusquera cuando le llegó el turno a la Inmaculada Concepción- por desobedecer la orden previamente dada por el mismo tribunal para disolver al grupo Sozialista Abertzaleak, es otra prueba más del continuo desafío del nacionalismo al Estado y al Estado de Derecho, usando otra vez como arma el falso victimismo sin el que no concibe su actuación política.

Si previsible era la actuación del nacionalismo ante la condena de sus tres nuevas ´víctimas`, reprobable es la actuación de la fiscalía del Tribunal Supremo solicitando que no fueran condenados quienes con contumacia desobedecieron resoluciones firmes. Hay otros que se prestan al doble juego.