domingo, octubre 28, 2007

El internado


Dedicaba Javier Caraballo su Matacán de ayer a Baviera y recojo el testigo que me brinda una columna que suscribo de basa a capitel, precisamente ahora que tengo muy reciente una visita a la que considero también mi tierra. Baviera, arruinada en 1945, es hoy, como afirma Caraballo, la región más rica de Alemania y una potencia económica mundial. La CSU –el partido conservador, social y cristiano- ha vencido en todos los comicios celebrados en el Land en el último medio siglo y conservadores han sido todos sus ministro-presidentes, desde Seidel hasta el recién dimitido Stoiber, pasando por F.J. Strauss, el verdadero padre del despegue económico bávaro.

Durante el congreso de la CSU celebrado el pasado fin de semana, Stoiber resumió el éxito del partido en la preocupación continua y constante por el eje familia-educación-trabajo. Los conservadores bávaros no tienen complejos frente a nadie, porque saben que la puesta en práctica de sus políticas liberales no excluye el desarrollo de una política social que, por sus brillantes resultados, supera cualquier política social de izquierdas, siempre marcada por una prodigalidad directamente proporcional a su ineficacia. En su despedida, Stoiber centró su discurso en la política más social de las que puede haber, la educación, para afirmar que el mayor fracaso que puede cosechar un gobernante es el fracaso de su política educativa. Un revés económico puede tener remedio; pero una falla en el sistema educativo lastra a una generación, la anula, dejando a la deriva al país.

En Andalucía, quienes vienen gobernando desde hace también décadas, han reconocido abiertamente el fracaso escolar, aunque no parecen ponerse de acuerdo en la verdadera causa de la patología. Para curar la pandemia se han inventado un cheque-beca de 600€ mensuales, según unos para paliar el fracaso; para otros no hay fracaso escolar sino una simple medida social (que, de paso, descubre el fracaso de otras políticas). La discordancia en los fines de la esperpéntica medida sólo descubre su precipitación y vergonzante ánimo electoralista.

Pasé a ver a mi ahijado Javier durante la visita a Munich. Acudí al internado en el que cursa estudios y pude ver con mis propios ojos un instituto sin pintadas en sus muros, limpio, sin la huella de "pezuñas" por encima de los zócalos de sus blancas paredes. Un centro educativo –cuyo coste mensual es inferior al cheque-beca- donde los estudiantes se levantan y guardan silencio al paso de sus maestros y donde la entrada de un extraño en la sala de estudio se saluda con un respetuoso silencio y la inmediata puesta en pié del alumnado. Mano de hierro en guante de seda, ésa es la receta. Vamos, la que los responsables del fracaso escolar aplican en su propio partido para procurar orden y disciplina.

La diferencia

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, inauguró ayer el curso de conferencias <> de la Fundación Antares Foro. Horas antes de su disertación en Sevilla, Aguirre había anunciado en el Foro de la Nueva Economía su decidida voluntad de suprimir en la Comunidad que preside el Impuesto de Patrimonio, un tributo anacrónico que sólo se mantiene en el sistema impositivo español después de haber desaparecido del panorama fiscal europeo. La supresión de cualquier tributo es siempre una magnífica noticia pero, al mismo tiempo, también es medida que prueba los brillantes resultados de una eficaz gestión política que Esperanza Aguirre tiene más que acreditada después de haber sido pionera en la supresión del Impuesto de Sucesiones y Donaciones y también en la rebaja del 1% del tramo autonómico del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas.
Madrid y Esperanza Aguirre lo tienen muy claro: la rebaja impositiva, sus reformas fiscales, sirven de estímulo a la actividad económica; la prueba del éxito de la receta económica y fiscal –felizmente anclada, como Esperanza Aguirre, en las convicciones más liberales- queda de manifiesto con los índices de crecimiento económico experimentado en los últimos años en la Comunidad de Madrid. Ya que el Gobierno evita la adopción de medidas de choque para contrarrestar los inminentes efectos negativos de una economía con evidentes síntomas de agotamiento, determinadas comunidades –como la presidida por Esperanza Aguirre- se aplican dentro de sus posibilidades en frenar el gasto público y proporcionar el ambiente adecuado para seguir canalizando las inversiones de aquellos empresarios que aborrecen el clima de "paletismo colectivo" -expresión utilizada por Cambó en su epistolario con Pla para denunciar las ínfulas soberanistas de la izquierda catalana- que los socialistas y el nacionalismo más radical se empeñan en crear allí donde antaño florecían el cosmopolitismo y el ideal europeo.
En su discriminatorio reparto presupuestario, el Gobierno ha primado a quienes aplican políticas manirrotas de incontenido gasto público, reconociéndoles así la victoria a quienes no tienen otra política más que la del agravio comparativo o, poer aún, la del dolce far niente que convierte el maná presupuestario y los cada vez más mermados fondos estructurales europeos en "pan para hoy y hambre para mañana". Ahora que Europa se esfuerza en contener el gasto, con Sarcozy y Merkel que coinciden en aumentar la edad de jubilación para frenarlo, el Gobierno español arriesga la precaria salud de nuestra economía con medidas sociales de sonrojante finalidad electoral que, sin el necesario respaldo económico, ponen de manifiesto una política social errática y de imposible cumplimiento.