viernes, diciembre 22, 2006

Mr. Látigo

Mr. Látigo

A Max Merkel lo trajo José Ramón Cisneros al Sevilla FC cuando ya no jugaba Senekowitch Séneca en el Real Betis. Venía Merkel de hacer campeón de la Bundesliga al TSV 1860 Munich, el equipo del abuelo Alois, su amigo y admirador. Nació Merkel en Viena. Su padre era un oficial prusiano y su madre una vienesa del barrio de Grinzing que, como el de Triana, imprime carácter. Del padre heredó el rigor y la disciplina prusianas que empleó con sus jugadores: "el futbolista necesita latigazos en su espalda desnuda", decía Merkel –internacional alemán y austríaco-, resumiendo con esa frase las enseñanzas paternas. Por eso, Merkel nunca fue un entrenador querido por los jugadores; más bien todo lo contrario: los del Bayern llegaron a hacer huelga para que no les entrenara. De su madre recibió el sentido del humor típicamente vienés, ácido, cuando no cínico: "España es un país formidable, pero sería mucho mejor si no vivieran en España tantos españoles", dijo cuando fue despedido del Atético de Madrid, después de haberle hecho campeón de Liga y de Copa.

Me cuenta José María Cruz, oráculo sevillista y azote de sus amigos béticos, que cuando Merkel llegó a Sevilla, Cisneros se lo llevó a Conil para alejarlo de la prensa sevillana. No contó José Ramón con la presencia de la amiga del entrenador, una espectacular aria que, paseándose con su bikini por Conil, procuró la atención no sólo de la prensa sevillana sino de la de toda España. Max Merkel –Míster Látigo, MM, Zampone- hizo del Sevilla FC en pocos meses una máquina de hacer fútbol basada exclusivamente en la fuerza física de sus jugadores. "Míster, nos aburrimos de dar vueltas al campo", le decía el capitán de la plantilla con miedo. "Pues sigan Udes. dando la vuelta al campo, pero ahora en sentido contrario", les decía Merkel, después de interminables subidas y bajadas por las escaleras del Sánchez Pizjuan. El Sevilla FC quedó tercero en la Liga, puesto que no ha superado desde entonces. Como decía Merkel "cuando el Sevilla pierde un partido tres pueden ser las causas: el viento, la lluvia o que las velas al Santo de turno eran muy cortas".

Merkel prodigó su acidez como entrenador y comentarista de fútbol tras su periplo español. "Lo más bonito de Schalke es la salida del autopista a Munich", dijo tras ser despedido del ´04. De su paisano Koncilia –jugador y después entrenador- afirmó que debía se expuesto en la puerta de la Universidad de Innsbruck, "porque no hay nadie que tenga menos cerebro que él". De Basler, jugador del Bayern de Munich, dijo que era un parquímetro, "porque no se mueve y su equipo no deja de meterle dinero en el bolsillo". El día que murió en Putzbrunn (Baviera) su equipo del alma jugaba en Zurich y no llevaba luto por él. Al menos nos deja heredero: Bernd Schuster.

Bandoleros

Dicen que el último bandolero andaluz fue Juan Mingolla, Pasos Largos, que hoy le da nombre a un buen vino de la Serranía rondeña. Mingolla murió en 1934 después de cumplir condena en el penal de Figueras, del que salió indultado para volver de inmediato a sus querencias: la sierra y la caza furtiva. Pasos Largos, legendario por tirarse del Mure cuando era perseguido por los guardias, murió en un enfrentamiento con la Guardia Civil en la Sierra de las Nieves, pero con él no acabó el bandidaje.

El bandolerismo se ha reconvertido con el paso de los años. Hoy ya no tiene el carácter violento de Vivillo, Flores Arrocha o el Bizco de Borge, de quienes nos hablaba Pepe Navarrete en sus clases de Derecho Penal, ni tampoco el romanticismo de José María Hinojosa, Tempranillo, cordobés de Jauja que prefirió quedarse en la tierra antes de emigrar a otras más prósperas –quién sabe qué altas metas hubiera alcanzado con su inteligencia de haberse establecido en Cataluña, es un poner- o al estepeño Juan Caballero, El Lero, de quien no hace mucho escribió don Victor Márquez Reviriego. A Tempranillo y Lero los indultó Fernando VII con sus respectivas cuadrillas para convertirlos en servidores del orden especializados en la represión del bandolerismo, y a poco estuvieron de cumplir el objetivo si no llega a caer Tempranillo en la emboscada que le tendió uno de sus perseguidos.

Hoy el bandolero ha cambiado el caballo por los coches de gran cilindrada; el trabuco por el hierro del 7, la faca por lujosas estilográficas y la cueva por el chalé hortera. Su campo de actuación geográfico ya no es la sierra, porque nuestro bandolero ya no se echa al monte, prefiriendo concentrar su campo de actuación en los términos municipales delimitados por los correspondientes planes generales de ordenación. "El rey mandará en Madrid, en la sierra mando yo", fue en su día el grito de guerra de quienes fijaban la frontera –y su soberanía- en Sierra Morena o en la Sierra de Ronda; hoy, donde nuestro bandolero ejerce poder es en el urbanismo, que le procura la riqueza con la que sufragar el hedonismo patológico en el que vive, en algunos casos, con advertida tolerancia de quienes mandan. En eso se distingue de sus homólogos italianos, austeros y ahorradores ya en la cosa nostra, camorra o la n´dragueta. A Salvatore Provenzano, capo di tutti capi, lo cazaron en una muy modesta finca siciliana, sin luz ni agua corriente, comiendo ricotta y comunicándose con su gente por medio de pizzini.

Precisamente esa inclinación por el lujo acerca al bandolero de hoy a los carteles mejicanos de Tijuana, Sinaloa o Jalisco, cuyos jefes también gustan de nadar en la abundancia hortera. Sería interesante analizar con más detalle este fenómeno sociológico. Urge un viaje de estudios a Guadalajara.

Alianza de contradicciones

Se ha presentado en el Estambul de Orhan Pamuk el informe sobre la Alianza de las Civilizaciones. El extenso documento – de treinta y nueve páginas, todavía no traducido al español- ha sido auspiciado por Naciones Unidas, con el patrocinio de los gobiernos de España y Turquía, y ha contado en su elaboración con un numeroso grupo de expertos –el denominado GAN, Grupo de Alto Nivel- compuesto en su mayoría por bienintencionados, pero también por algunos lobos con piel de cordero. El texto, como no podía ser de otra forma viniendo de ese organismo internacional, es un compendio de tópicos, lugares comunes, utopías y buenos deseos, resumidos en unas recomendaciones centradas en la educación, la juventud, la inmigración y la actuación de los medios de comunicación (para quienes se recomiendan unos peligrosos códigos de conducta inspirados por la voluntad de restringir la libertad de expresión precisamente allí donde existe).

Con el ánimo de establecer puentes en un mundo dividido, el GAN resume la raison d´etre del documento en la voluntad de respetar la diversidad cultural y religiosa. Claro está que ese respeto queda en entredicho cuando uno de los patrocinadores del engendro –el premier turco Erdogan- ha anunciado ya que no estará en su tierra para recibir al Papa en la visita que Benedicto XVI cursará a Turquía a finales de este mes de noviembre. El desaire –que recuerda la huída de un vicepresidente español a la Rumanía del conducator Ceaucescu cuando la visita de Reagan- no sólo es una afrenta al Papa, sino sobre todo a la minoría cristiana turca. Y es que esa es otra de las graves contradicciones en las que cae el documento: se recomienda el respeto a las minorías, pero no parece realmente que se predique con el ejemplo en el caso kurdo ni tampoco con el aislamiento impuesto en la parte turca de Chipre que tanto está dificultando –junto al espinoso tema del respeto a los derechos humanos- el avance de las negociaciones para el ingreso de Turquía en la UE.

Son muy numerosas las apelaciones que realiza el documento a la paz, la coexistencia pacífica y al consenso entre las naciones, pero mal casa la presencia de Jatami en el grupo de expertos cuando su presidente, Ahmadineyad, defiende, el mismo día de la presentación del documento sobre la Alianza de Civilizaciones, que "Israel debe ser borrada del mapa". Con ese respaldo, ya pueden imaginar la eficacia que puede llegar a tener este texto, huérfano de apoyo de líderes mundiales que han dado la espalda a este estrambote, monumento a la vana palabrería. Y es que el problema de fondo reside en el deliberado error de otorgar un régimen de igualdad a situaciones que son desiguales, pero pretendiendo igualar a costa de quienes defienden valores inspirados en la libertad y la democracia.

Cajas y ayudas públicas

No hace mucho tiempo, durante una vista celebrada ante el Tribunal de Primera Instancia de las Comunidades Europeas, el letrado de la Comisión advirtió a la Sala de que la condonación de determinadas Cajas de Ahorro de parte de sus créditos en un procedimiento concursal podía constituir ayuda pública ilegal e incompatible con el Derecho comunitario. Para el representante de la Comisión, las Cajas, por la indudable influencia política a la que estaban sometidas, se desprendían de su naturaleza jurídica privada para aparecer como instrumentos de Derecho público, de tal forma que la simple quita acordada en el marco de un convenio concursal podría revestir los requisitos de una ayuda pública contraria al art. 87 del Tratado. El Tribunal de Luxemburgo, al tratarse de una cuestión nueva, desestimó el planteamiento de la Comisión. Pero tomó nota.

Las suspicacias de la Comisión se repitieron hace algunos meses con motivo de la anunciada privatización de algunos de los astilleros públicos que formaron parte de Izar. El anuncio de la intervención económica de algunas Cajas de Ahorro en el proceso de privatización de los astilleros desligados de la actual Navantia, provocó, otra vez, las suspicacias de la Comisión de la U.E., que no dudó en afirmar que cualquier participación de las Cajas en el capital de las empresas participadas podría revestir la condición de ayuda pública ilegal e incompatible con el mercado común.

Ayer, el Vicepresidente Pedro Solbes, antiguo Vicepresidente de la Comisión y Comisario de Asuntos Económicos, alertó de los eventuales problemas a los que podría enfrentarse “La Caixa” en su intención de sacar a Bolsa su cartera empresarial. Solbes –que tras la salida de Sebastián parece recobrar su espíritu comunitario, tan olvidado durante el proceso de la OPA a Endesa- advirtió de que esta salida a Bolsa podría revestir la forma de una ayuda pública que, sinceramente, no se deduce a simple vista de la operación propuesta por La Caixa. La apertura de un holding –en este caso, propiedad de la Caja- a los inversores privados en un 25% inicial no puede revestir nunca la condición de ayuda pública, sencillamente porque el inversor que acude en el mercado bursátil a estas ofertas es mayoritariamente privado. Más bien podríamos estar ante una actuación que por su sometimiento a las reglas de mercado y al criterio del inversor privado podría suavizar los recelos de la Comisión respecto de determinadas actuaciones de las Cajas de Ahorro españolas.

Cuestión distinta es que tras esta actuación de La Caixa se encuentre una decidida voluntad de captar fondos en el mercado que libere a las Cajas de la emisión de cuotas participativas sin derecho a voto y de la obligación de someterse a las normas de transparencia y buen gobierno.

El triunfo de la ilusión

Podrá parecer hoy mentira pero a principios de los setenta en Sierra Nevada no había colas. Las pistas de Borreguiles y del Veleta estaban vacías y los españoles eramos minoría en la estación de esquí enclavada en Pradollano, término de Monachil, desde la que se podía contemplar una sierra entonces sólo ´rota` por una docena de edificios, incluído el bar Sherpa, la tienda del Oso Blanco, el Hotel Sol y Nieve y, más arriba, el Parador y una residencia universitaria. Recuerdo también a dos perros de raza San Bernardo que daban a la Estación un ambiente alpino y que nos servían a los niños como compañeros de juegos en las tardes de ventisca. Los recuerdos me llevan a evocar un verdadero paraíso al que me llevaban mis padres aprovechando las vacaciones de Semana Santa, Feria y Navidad, en un viaje a Granada en coche –con los "zancos" en la baca, que así le llamaban muchos a los esquís- que parecía interminable y que culminaba con una subida a Pradollano no exenta de peligro en los días de nieve.

El esquí era entonces un deporte de minorías, exótico por desconocido, que a la sierra sólo se iba a tirar bolas de nieve. Por eso nadie se podía imaginar que un joven español se impusiera en una Olimpiada de Invierno a los austriacos, italianos o alemanes acostumbrados a monopolizar el medallero. Tengo grabada a fuego en la memoria la segunda manga de Paquito Fernández Ochoa en la prueba de eslalon de Sapporo 72, evitando los obstáculos en una valiente carrera contra el reloj y contra adversarios –los hermanos Gustavo y Rolando Thoeni- que nunca contaron con que un español les robara el primer puesto en la primera manga y la gloria en la segunda. No fue un milagro; fue el triunfo de una ilusión a la que no le hacían falta ni planes ADO ni más centro de alto rendimiento que la casa familiar en Cercedilla. Recuerdo a Fernández Ochoa recibiendo la medalla de oro, escuchando el himno, con la capa española y el sombrero cordobés con los que desfilaron la escasa media docena de atletas españoles en la ceremonia de apertura y, sobre todo, no puedo olvidar el orgullo que me produjo la llamada de mis abuelos alemanes felicitando por el inesperado éxito del campeón.

En la temporada del 72, tras el triunfo de Paquito Fernández Ochoa, las pistas de Sierra Nevada pasaron a estar más concurridas y su ´mono`de esquí fue el más vendido. La Estación empezó a crecer y el deporte del esquí dejó de ser minoritario, como el tenis también dejó de serlo con los éxitos de Santana y Orantes, y el golf con el triunfo de Severiano en el British Open. Gente humilde, gente grande en el deporte y en la vida.

Paquito, ídolo de mi juventud, se ha ido con la misma elegancia con la que se deslizó por las pistas de Sapporo en una tarde de Febrero de 1972.

La parte contratante

El Tribunal Constitucional alemán ha dictado sentencia desestimando la solicitud de Berlin para seguir recibiendo ayudas financieras del Gobierno y de los estados federales. Afirma el prestigioso Tribunal de Karlsruhe que el principio de solidaridad económico interterritorial establecido en la Ley Fundamental alemana tiene sus límites, sin que los estados estén obligados a sanear las cuentas de aquellos que incurren continuamente en pérdidas por no querer poner coto al excesivo endeudamiento. Los estados federales "pagadores" han acogido con indisimulada satisfacción el veredicto por ver en él una fórmula necesaria para meter en cintura a quienes incumplen sistemáticamente las previsiones presupuestarias para confiar después en las ayudas de saneamiento de terceros. "Quien se endeuda, paga", es lo que viene a sentenciar el Tribunal Constitucional alemán como aviso a navegantes.

Mientras tanto, en la Comisión Constitucional del Congreso, se discute el proyecto de reforma del Estatuto andaluz. La propuesta de reforma salida del Parlamento andaluz entre aplausos de quienes después la calificaron de ´brindis al sol` ha quedado desfigurada a golpe de enmiendas que afectan a más de la mitad del articulado y que, por responder a fórmulas de compromiso, empeoran la de por si escasa calidad técnica del texto (esta memez políticamente correcta de evitar eso del "lenguaje sexista" convierte su texto en un fárrago; alguien debería proponer la edición de una versión del futuro Estatuto adaptada a la Gramática de la Lengua Española). Tanta enmienda descubre el juego político al que se sometió a este texto en sede parlamentaria regional; no se merecían ni el Estatuto ni los andaluces que sus promotores sometieran una norma de esta importancia a intolerables escaramuzas de política baja y claro interés partidista.

Este continuo manoseo del texto estatutario recuerda a la escena de Marx (Groucho) en Una noche en la Ópera: "La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte. ¿Qué tal, está muy bien, eh?".
-"Andalucía es una realidad nacional en el marco de la indisoluble unidad de la Nación española. ¿Qué, a que le gusta más ahora?"
- No, eso no está bien. Quisiera volver a oirlo.
- Andalucía es una realidad nacional en el marco de la indisoluble unidad de la Nación española.
- Ahora suena mejor, pero no acabo de convencerme.
- Si quiere se lo leo otra vez.
- Sólo la primera parte.
- ¿Lo de la indisoluble unidad o la parte de la realidad nacional?
- ¿Y si lo vinculamos a la Asamblea de Ronda?
- ¿Pero qué parte? ¿La de la realidad nacional?

Más allá del G-8

En unas recientes declaraciones al Corriere della Sera, Rodríguez Zapatero ha anunciado con la acostumbrada solemnidad que no está interesado en solicitar el ingreso de España en el G8, foro que reúne a los líderes de los países más poderosos e influyentes del mundo y que fue durante muchos años objeto de deseo de González y Aznar (suficiente razón -la de esta coincidencia- para que Zapatero diga no).

Da por hecho el Presidente que España (todavía) reúne las condiciones para formar parte de este foro extraoficial, al haber superado su economía a la de Canadá, pero con desdén rechaza formar parte de lo que en su fuero interno considera un desagradable instrumento de poder, alegando como principales razones que "ocho países son pocos", que "hoy el mundo necesite mirar más allá del G8 para afrontar los grandes problemas" y que "estamos tranquilos donde estamos". ¿Y dónde estamos, al parecer, tan tranquilos?

Aunque Rodríguez Zapatero no diga qué es lo que hay más allá del G8 el lector podrá imaginar la difusa silueta –más bien, fantasmagórica- de la Alianza de Civilizaciones, pendiente a la fecha de concretar su definición pese al millón de dólares cobrado ya por Naciones Unidas para tal fin. Es evidente que una pintoresca política exterior repleta de guiños a regímenes totalitarios –el último aplauso a los experimentos nucleares de Ahmadineyad todavía resuena- no casa con la rigidez demostrada por los componentes del G8, incluída Rusia. Pero, ¿es realmente decisión de Rodríguez Zapatero el que España entre o no en el G8?

El G8 se ha convertido en un lavadero de conciencias de los ocho países más poderosos del mundo y de la UE. Quien siga las declaraciones que se realizan tras sus cumbres anuales –la última, en San Petersburgo- podrá comprobar cómo la atención está dirigida a la no proliferación de armas nucleares, la educación, el fenómeno de la inmigración, la lucha contra las enfermedades infecciosas, la seguridad internacional –incluída la lucha contra el terrorismo internacional- y el calentamiento de la tierra, materias en su gran mayoría de marcado ámbito social y medioambiental, muy del gusto del Presidente (sobre todo por su carácter no vinculante), que en la entrevista al Corriere define a la izquierda moderna como "defensora de las inversiones extranjeras y no proteccionista" (y yo sin saber que Mariano Rajoy es de izquierdas).

A la vista del contenido de la agenda de las reuniones del G8 no atisbo incompatibilidad que descarte la presencia del Presidente en sus reuniones, circunstancia que me obliga a optar por atribuir nuestra ausencia del G8 a la expresa oposición de alguno o algunos de sus actuales miembros más que a la opinión contraria de Zapatero por existir un <> del G8 que sólo cabe en su imaginación.

domingo, octubre 08, 2006

El asalto a Bruselas (y II)



Imponer al Estado como "determinante" una posición cuando la materia discutida en Bruselas afecte a sus competencias exclusivas conlleva confundir los intereses particulares con los generales, haciendo prevalecer los primeros sobre éstos. La cuestión, llevada a sus últimos términos, no es baladí. Si la aprobación de un Tratado como el que establece una Constitución para Europa implica una cesión de competencias a la UE que, a su vez, son competencias exclusivas de las Comunidades Autónomas, ¿tienen éstas la decisión final, "determinante", a la hora de aceptar el texto comunitario? ¿Y si una de las Comunidades no lo acepta? ¿En qué medida afectan los nuevos Estatutos al ius contrahendi del Estado?

En esta misma línea de prepotencia –producto quizá de la ignorancia, pero heredada directamente del Estatuto catalán- la proposición de reforma estatutaria andaluza establece en su art. 228 un deseo, aspiración o sueño con carácter imperativo: "Andalucía participará en los procesos de decisión en las instituciones de la Unión Europea directamente o a través de la representación del Estado".

Eso de que Andalucía participe en los procesos de decisión de los organismos comunitarios "directamente" puede causar hilaridad en Bruselas. Sencillamente imposible, con la excepción del Comité de las Regiones (de las regiones, no de las realidades nacionales) cuyas decisiones, ya se ha dicho antes, no tienen carácter vinculante. Pero, en cualquier caso, cuando se advierte en el precepto de que la participación también puede realizarse a través de la representación del Estado se está infringiendo una competencia que sólo corresponde al Estado. ¿En qué medida no se está suplantando al Estado en el desarrollo de su política y acción exterior? En este sentido, se aparta de la línea constitucional la posibilidad contemplada en la proposición de reforma en relación con la participación de la Junta ante el Consejo de Ministros y los órganos consultivos y preparatorios del Consejo y la Comisión. En suma, la infracción del art. 149.1.3º de la CE se nos antoja evidente en este clara apropiación de competencias que corresponden al Estado, sin perjuicio de denunciar también la violación del Tratado, porque la Unión Europea sólo reconoce status, legitimación o capacidad de representación al Estado miembro, no a sus entes menores. En suma, podríamos estar también ante una violación del Tratado en esta suplantación por comunidades autónomas de la capacidad de representación que sólo corresponde al Estado. En esta línea, también choca con las competencias exclusivas del Estado la designación por la Junta de miembros en la representación permanente de España cerca de la UE (¿y por qué no embajadores?, al fin y al cabo lo que se pretende es dar un status diplomático al representante autonómico). En cualquier caso esta designación nunca puede venir impuesta por un Estatuto de autonomía. Repito, estamos ante una voluntad deliberada de trocar los intereses generales por intereses particulares. El problema es que –salvo inesperada reacción del Tribunal Constitucional- el Estatuto catalán refleja ya esta misma posición.

Que la Junta de Andalucía tenga <> en la Unión Europea es muy legítimo, de hecho ya la tiene desde hace años. Lo que sería menester es que esa oficina andaluza se convirtiera, dotándola de los medios necesarios, en una eficiente sede que canalizara los intereses de Andalucía en Bruselas. A tal efecto, debería servir de ejemplo la representación bávara ante la UE, tan eficiente en la defensa de los intereses del Estado Libre de Baviera que ha llegado incluso a servir de ejemplo de lo que debe ser un verdadero lobby. Y si no se consigue, al menos deberían evitarse las celebraciones del 28-F organizadas por la oficina andaluza. La última, en la Grand Place, fue todo un ejemplo de lo que no debe hacerse.

Pero, de ahí a "tener acceso" al Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas media un abismo. El art. 234 pretende otro imposible: que la Junta de Andalucía tenga legitimación para interponer recursos ante el Tribunal de Justicia, es decir, algo contrario a lo que establece el Tratado que sólo otorga esa legitimación a los Estados miembros. Así se explica que el legislador autonómico haya tenido la precaución de supeditar el acceso de la Junta al TJCE a la legislación comunitaria, pero si ésta impide el acceso, ¿para qué regularlo?

En resumen, es legítimo el regular la participación de las Comunidades Autónomas en el proceso de formación de la voluntad del Estado ante los organismos europeos (fase ascendente) y en la ejecución y desarrollo de las normas comunitarias dentro del ámbito territorial correspondiente. Pero esta participación no puede llegar jamás a imponer al Estado una posición determinada, a romper el principio de cooperación entre las Comunidades Autónomas, a definir desde la bilateralidad el marco de relaciones con el Estado en el proceso de formación de su voluntad y a imponérsela con carácter "determinante" en aquellas materias para las que la Comunidad Autónoma tenga competencia exclusiva.

Sería deseable que la Comisión constitucional del Congreso de los Diputados limara las cuestiones a las que se ha hecho mención, para adecuar el texto a la Constitución y a la normativa comunitaria. Desgraciadamente, los excesos cometidos por el legislador andaluz tiene todos inspiración catalana y el texto estatutario catalán ha pasado el trámite parlamentario con los defectos denunciados.

sábado, septiembre 16, 2006

El asalto a Bruselas (I)



La proposición de reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía incorpora a su Título IX (Relaciones Institucionales de la Comunidad Autónoma) un Capítulo, el III, dedicado a regular las relaciones de la Comunidad con las instituciones de la Unión Europea. Como establece el precepto con el que se inicia este Capítulo, "Las relaciones de la Comunidad Autónoma de Andalucía con las instituciones de la Unión Europea se regirán por lo dispuesto en el presente Estatuto y en el marco de lo que establezca la legislación del Estado" (art. 226).

El precepto transcrito, no se encuentra –curiosamente- en el texto autonómico catalán, en el que, por otro lado, se “inspira” el legislador andaluz. Prácticamente, es este el único artículo de este Capítulo que no tiene acogida en el texto catalán y tal vez sea ese el motivo que lleva al legislador andaluz a cometer un gravísimo error de concepto. Sencillamente, un estatuto autonómico no puede regular las relaciones con las instituciones de la UE porque éstas nunca pueden sentirse vinculadas por una norma menor. El legislador peca, bien de ignorancia en la jerarquía normativa, o bien de soberbia, intentando imponer un marco de relaciones a instituciones europeas sobre la base de un principio de bilateralidad que, efectivamente, impone con éxito al propio Estado pero que no le dará resultado con la UE (para ello tendría que modificarse el propio Tratado constitutivo).

En consecuencia, no es que el precepto sea sólo inconstitucional; es que es de imposible aplicación. La UE jamás se sentirá vinculada por un marco de relaciones impuesto por quien no es interlocutor válido ante sus instituciones.

Pero el legislador autonómico persevera en su voluntad de imponer su decisión al Estado y, en ese sentido, articula un régimen de "participación en la voluntad del Estado" que excede del marco constitucional. La cuestión es que el Estado, en sus relaciones con la UE, se convierta en mero portavoz de la Comunidad Autónoma, esto es, que defienda intereses particulares y no los generales que tiene encomendados. En este sentido, el art. 227 de la proposición de reforma establece que la Comunidad Autónoma participará en la formación de la posición del Estado en "los asuntos relativos a las competencias o a los intereses de Andalucía". La apelación a los "intereses de Andalucía" es, a mi modo de ver, demasiado amplia y obligará –de no ser modificada- a que la Junta se tenga que pronunciar –o pueda influir- en todas las cuestiones que se ventilen ante las instancias comunitarias, porque no encuentro ahora mismo ninguna que no deje ser del interés de Andalucía. ¿Qué es lo que no le afecta o no le interesa a Andalucía?

La experiencia alemana demuestra que la participación de los Länder en el proceso de formación de la voluntad del Bund suele ser más un lastre en la defensa de los intereses generales que una virtud. Quien conozca el sistema de negociación en las instituciones comunitarias sabe perfectamente que las posiciones iniciales de los Estados miembros, por muy consensuadas que estén, suelen quedar desfiguradas en el largo camino de la negociación. El ministro de turno no puede convertirse durante el proceso negociador en rehén de su propio equipo negociador compuesto por diecisiete "expertos" representantes, a su vez, de opiniones no siempre coincidentes. Por eso, para evitar que la fijación de la posición negociadora y la propia negociación se convirtiera en una incómoda "olla de grillos" el proceso de reforma constitucional alemán ha otorgado al Estado central el poder para la defensa de los intereses generales, desmontando el complejísimo sistema de participación de los Länder que, como se sabe, han coincidido en la necesidad de que sea el Bund quien defienda el interés general.

Claro está que para que en Alemania se haya procedido –con esa reforma constitucional- a la alteración de un complejo sistema de participación para decantarse definitivamente por el Estadio central para la mejor defensa de los intereses, ha sido necesario que transcurran más de cuarenta años desde el conocido Pacto de Lindau, que fue el primero que reguló el rol de los Länder en la formación de la voluntad del Estado. Nosotros tenemos todavía ese camino por delante, a sabiendas de que es el equivocado. Pero, realmente, el verdadero problema está en que a diferencia de Alemania –donde juega y se respeta el principio de lealtad federal, la "Bundestreue" en España el poder de las autonomías se ha utilizado desgraciadamente en muchas ocasiones para minar al poder central (la denominada "política de confrontación" que a los andaluces nos debe sonar y sobre la que se hicieron descansar muchas decisiones autonómicas que no favorecían el interés andaluz pero si una concreta política de partido).

El recelo puesto antes de manifiesto se convierte en un problema seguro al analizar el segundo apartado del art. 227. Ahí, el legislador impone la participación de la Comunidad Autónoma en la formación del Estado "en los asuntos que le afectan exclusivamente". La participación obligada se articula desde la bilateralidad, rompiendo así el principio de cooperación impuesto en la normativa actualmente vigente en esta materia (Acuerdos de 9 de diciembre de 2004 de la Conferencia para Asuntos relacionados con las Comunidades Europeas).

Pero el problema aparece cuando el legislador autonómico, además de imponer su participación al Estado en el marco de la bilateralidad, establece el alcance y efectos de esta participación afirmando que "la posición expresada por la Comunidad Autónoma es determinante de la posición estatal si afecta a sus competencias exclusivas...". Es decir, que la bilateralidad se convierte en unilateralidad cuando la Comunidad Autónoma tiene, además, la facultad de imponer al Estado una determinada posición con carácter "determinante". ¿Y si una determinada cuestión afecta a las competencias exclusivas de las diecisiete comunidades autónomas? ¿Qué posición prevalecerá sobre las otras? ¿Cuál de las Comunidades determinará la posición del Estado?

Por la izquierda


Hace ahora diez meses el joven David Cameron –cuarenta años cumplirá en octubre- deslumbró en la Convención del Partido Conservador británico celebrada en Blackpool. Los tories, después de más de nueve años en la oposición y tras el liderazgo de William Hague, Ian Duncan-Smith y Michael Howard –todos eclipsados por la buena estrella de Blair-, encontraban su líder y, a medio plazo, su candidato a presentar batalla electoral al presumible sucesor de Blair, el ministro Gordon Brown.

Pero, en pocos meses tras la toma de las riendas conservadoras, Cameron ha logrado con frescura y astucia eclipsar la buena estrella de Blair. El paso del tiempo –nueve años en el poder- oscurece a los más brillantes astros y en las filas del laborismo se ha desencadenado una batalla por la inmediata sucesión, en la que la sólida política de oposición de Cameron mucho tiene que ver. La impaciencia de Brown por ocupar el 10 de Downing Street –ya lo hace como precarista- y el apoyo del ala izquierda del partido al inmediato cambio en la persona del Premier, están dejando las filas de la izquierda británica en una situación de desunión que afecta a la ejecución de las cada días más agotadas e impopulares políticas de gobierno. La descomposición interna laborista es una de las claves de la popularidad de Cameron y de sus brillantes expectativas electorales. Pero no es esa la única explicación del ascenso tory.

Cameron, en diez vertiginosos meses de oposición, ha conseguido generar esperanza con una política social, centrada en la flexibilización de las condiciones de trabajo (General Well Being agenda) y la mejora de la educación y del sistema sanitario, con medidas que pasan por la izquierda del propio laborismo. En su política exterior, no tiene reparos en criticar abiertamente la actuación británica –y norteamericana- en Afganistán e Iraq, causa también de la pérdida de popularidad de Blair. Cameron justifica la presencia militar y los estrechos vínculos con los EEUU, pero en su crítica se muestra como un conservador-liberal y no como un alocado neocon. Al mismo tiempo, atrae la simpatía de los sectores más centristas del laborismo cuando condena la defensa que su propio partido hizo del apartheid -tan defendido por Thatcher- en presencia de Mandela. Y en política económica mantiene las esencias liberales criticando el excesivo intervencionismo laborista, el aumento del endeudamiento, la política fiscal y el cada vez más notorio incremento del desempleo.

Cameron se sirve de las recetas de la izquierda para ganar a ese laborismo que cuando se perpetúa en el poder pierde su cacareado "progresismo" para cometer los mismos errores que atribuye injustificadamente a la derecha. Que tomen nota todos los aspirantes a suceder a gobiernos de izquierda.

sábado, septiembre 02, 2006

Moros y cristianos



Corta Juan Luis un jamón -que se acaba como el verano- con un cuchillo romo y me dice que si Guzmán el Bueno lo hubiera lanzado al moro tendríamos hoy a su hijo de interino en la Junta. Driss Basri, el todopoderoso ministro y hombre fuerte de Hassan II hasta la muerte del monarca, no falta a la cita veraniega tarifeña con su amigo Jaime Mayor, compañero de fatigas durante el tiempo en que ambos ocuparon las carteras de interior. Cuenta Jaime que durante una jornada de crisis –creo que algo tenía que ver con una invasión de pateras- llamaba a su homólogo marroquí cada dos horas para informarle de la situación, y le saludaba con un repetido Driss, mon ami. De madrugada, vencido ya por el sueño después de un día agotador, Mayor, -quién sabe qué fantasía onírica le envió Morfeo- cambió la fórmula de saludo por un Driss, mon amour ante la estupefacción de quien, también dormido, se encontraba al otro lado de la línea.

Siempre elegante en el vestir y con sombrero panamá de ala ancha, Basri saluda con una leve inclinación, llevándose la mano izquierda a su corazón. En mayo fue llamado por un juez francés para declarar como testigo sobre la desaparición de Ben Barka durante su exilio, en un proceso reabierto que ya resolvió la responsabilidad del General Ufkir –otro desaparecido-, aquél que ordenó a la fuerza aérea derribar el avión real. Basri ha sido hasta hace muy poco tiempo un sans papiers de lujo en su exilio parisino, aunque algunos afirman que más bien se trataba de un autoexilio. El cambio de monarca requería, al parecer, un cambio de imagen, y en política este tipo de mudanzas se suele saldar con nuevas caras. El mérito está en que los nuevos actores modifiquen también las políticas, pero eso ya es otra cosa.

En las siempre complejas relaciones hispano-marroquíes algo cambió con el nuevo Gobierno y ya no llegan las pateras a la costa gaditana con la frecuencia con que llegaban antes. Pero la repentina suspensión de la visita de Rodríguez Zapatero, -además de poner de manifiesto una política exterior singular-, parece que responde a un punto de inflexión en unas relaciones que históricamente han estado presididas por sensaciones de amor–odio. En esto, El Raisuni –Sultán de la Yebala- le dio al General Silvestre la mejor descripción: "Tú eres el viento furibundo, y yo la mar tranquila. Tú llegas y soplas irritado; yo me agito, me revuelvo, estallo en espuma; y ahí tienes la borrasca. Pero entre nosotros hay una diferencia: yo, como la mar, nunca me salgo de mi sitio; tú, como el viento, jamás estás en uno solo".

Desde las playas tarifeñas se divisa hoy con nitidez la costa tangerina. Al caer la tarde aparecen las luces de Tánger y el destello del faro de Cabo Espartel. Basri mira con melancolía su tierra.

jueves, agosto 24, 2006

El Estado residual

La incorporación de España a la CEE supuso una cesión por el Estado de parcelas de soberanía a una organización supranacional. El proceso de integración europea, jalonado por diversas reformas del Tratado de Roma, ha tenido como denominador común la transferencia de competencias a la UE para la mejor consecución de los fines comunitarios. El frustrado proyecto de Constitución europea venía también a reforzar el protagonismo de Bruselas frente a los Estados miembros, y siempre es bueno recordar que el Gobierno español apoyó de manera entusiasta un proyecto de Constitución europea que fortalecía la cesión de soberanía a la UE. Volvemos a Europa, se dijo entonces.

Este fomento de la primacía del proyecto europeo se ha visto acompañada de una política interna de efectos contrarios, antagónicos a los ya descritos. Me refiero al vaciamiento competencial del Estado en beneficio de las Comunidades Autónomas en el marco de una desordenada reforma estatutaria. El Gobierno, actuando esta vez como Mr. Hyde, ha volcado las competencias que constitucionalmente le corresponden al Estado sobre las Comunidades Autónomas, fomentando así un nacionalismo interior contrario en sus propios términos al proceso integrador europeo.

Y en este proceso, algunas Comunidades Autónomas, conscientes de que el poder también está en las instituciones comunitarias y que el Estado es, ante éstas, el único interlocutor válido, no han dudado en incorporar normas en sus textos estatutarios – o "constitucionales", según Maragall- con el ánimo de influir directamente –pro domo sua- en el proceso de formación de la voluntad del Estado. Aquí se ha pasado del principio de cooperación, establecido en el Acuerdo de 9 de diciembre de 2004, a imponer directamente al Estado la norma de comportamiento cuando la materia a discutir ante la UE afecte a las competencias exclusivas de la Comunidad Autónoma. La decisión de la Comunidad Autónoma será en esos casos "determinante" para fijar la posición negociadora del Estado (¿y qué Comunidad hará prevalecer como "determinante" su decisión en caso de discordancia entre unas y otras?).

Pero, además de querer determinar (ilegalmente) la voluntad del Estado, algún texto estatutario –me refiero al andaluz- quiere imponer directamente a las instituciones comunitarias el régimen de relaciones con la Comunidad Autónoma: las relaciones de la Comunidad Autónoma con las instituciones de la Unión Europea "se regirán por lo dispuesto en el presente Estatuto...". Con inusual osadía –el texto es inconstitucional y contrario también al Tratado de Roma- se quiere exportar el principio de bilateralidad no sólo en las relaciones con el Estado, sino también a los organismos de la Unión Europea. De la globalización a la política de campanario.

viernes, agosto 18, 2006

La realidad nacional

Afirma en su Preámbulo la proposición de reforma del Estatuto de Andalucía que "la Constitución Española, en su artículo 2, reconoce la realidad nacional de Andalucía como una nacionalidad". La afirmación, en sus propios términos, no se ajusta a la realidad. El artículo 2 de la CE no reconoce "realidad nacional" alguna, ni tampoco establece para Andalucía la condición de "nacionalidad".

En cambio, sí afirma el art. 2 de la CE la indisoluble unidad de la Nación española, otorgando, de esta forma, la condición de "Nación" a España, con carácter singular y, si me lo permiten, con vocación de exclusividad. Oportunidad tendrá el Tribunal Constitucional para pronunciarse al respecto, porque proliferan en algunos estatutos autonómicos de nuevo cuño las referencias -equívocas- a la cualidad de "nación" o de "realidad nacional" de quienes en modo alguno ostentan esa condición.

La prostitución que por vía estatutaria están padeciendo los términos "nación" o "realidad nacional" se demuestra en el propio articulado de la propuesta de reforma. La "realidad nacional" andaluza no otorga derecho a nacionalidad, no confiere el estatus de nacionalidad. Ahí se demuestra el mal uso de los términos "nación" o "realidad nacional". La condición de andaluz se confiere, no a los "nacionales", sino a quienes tengan "vecindad administrativa en cualquiera de los municipios de Andalucía". No estamos, pues, ante una «nación» o «realidad nacional» con sus "nacionales". Se trata, más bien, de una "nación" de vecinos, conclusión que, reduciéndola al absurdo, bien podría convertir cualquier comunidad de propietarios en una "realidad nacional". Y no puede existir, nación sin nacionales ni sin soberanía "nacional".

Pero, además, sorprende que la condición de andaluz se otorgue “sólo” a quienes ostentan la condición de vecinos de algún municipio del territorio andaluz. Cierto es que también se extiende la condición de andaluz –y los derechos que se definen en el Estatuto- a los "andaluces en el exterior" (artículo 6), es decir, los oriundos de Andalucía que no residan en nuestra Comunidad y las comunidades andaluzas asentadas fuera de Andalucía. ¿A qué comunidades se refiere el legislador estatutario? ¿Cómo se debe entender el derecho que asiste a "oriundos" y a esas "comunidades" a "participar en la vida del pueblo andaluz y a compartirla" (artículo 6)? ¿En qué consiste el "reconocimiento de la identidad andaluza" que proclama la referida norma?

Son preguntas sin respuesta en el proyecto estatutario, como tampoco honra a la lógica que la condición de andaluz se proyecte sobre los ciudadanos españoles –querría decir "nacionales"- que, residiendo en el extranjero, hayan tenido la última vecindad administrativa en Andalucía y también sobre los hijos de éstos (sus descendientes inscritos como españoles).

Es decir, que será andaluz el padre con vecindad administrativa en Ronda, pero no lo será su hijo residente en Madrid. En cambio, será andaluz quien, residiendo en Munich, tuvo su última residencia administrativa en Andalucía, y también lo serán sus hijos nacidos en Italia y residentes en Hamburgo o en Praga (siempre que tengan la nacionalidad española).

Y si la condición de andaluz se adquiere por vecindad administrativa, ¿por qué no la ostentan los nacionales comunitarios que por tener dicha vecindad pueden votar en las elecciones municipales (y europeas)? ¿No hubiera sido más lógico otorgar la condición de andaluz a todos los nacionales comunitarios con vecindad administrativa en cualquiera de los municipios andaluces para mayor delirio de los teóricos del Derecho Internacional Privado?

La "vecindad administrativa" obliga a hacer alguna referencia al territorio andaluz. Las leyes y normas (sic) emanadas de las instituciones de autogobierno de Andalucía «tendrán eficacia en su territorio» (art. 7) ¿Y cuál es el territorio andaluz? ¿Cómo delimita el legislador estatutario el ámbito territorial de la Comunidad?

La respuesta –incompleta- se contiene en el artículo 2 con la referencia a los municipios de las provincias de Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla. Pero, el legislador estatutario, tan celoso de la condición de «realidad nacional» que ostenta Andalucía, ¿no extiende ese celo a la totalidad del territorio andaluz? Comprenderá el perspicaz lector que me estoy refiriendo a Gibraltar que, entiendo, forma parte integrante de lo que conforma el territorio andaluz. ¿No dice nada el legislador acerca de la condición de Gibraltar como parte integrante del territorio andaluz, al menos, vocacionalmente? Pues no, nada se dice al respecto en el proyecto estatutario, y no será por "remilgos" a la hora de influir en la política exterior española, porque en el Título IX se establece un marco de relación con la Unión Europea, en el que la posición expresada por la Comunidad Autónoma es "determinante" para la posición estatal si afecta a las competencias que Andalucía se atribuye con carácter de exclusividad.

Hay que llegar a las Disposiciones Adicionales para ver cómo el timorato legislador lanza una proclama sobre los que denomina"territorios históricos no integrados en otra Comunidad Autónoma". ¿Y a quién se refiere ahora la lumbrera? ¿A Orán? ¿Al Reino de Nápoles? ¿Qué territorio no es «histórico»? ¿Los hay «modernos»? Mucha «realidad nacional», pero poca voluntad de integrar la totalidad del territorio andaluz. Por cierto, ¿no habría sido convenientemente otorgar un estatus particular a los"llanitos" o son estos los"oriundos" de Andalucía a los que se refiere el art. 6?

Y Günter cogió su fusil


Anda enmudecida la progresía intelectualoide europea tras la revelación de Günter Grass –su máximo pontífice, faro de la moralidad, referente y guía de la izquierda, Delfos de la socialdemocracia y Golfus de Danzig- acerca de su pasado nacional-socialista. Creo que los ingleses llaman a estas situaciones skeletons in the cupboard (esqueletos en el armario) para hacer referencia a los fantasmas del pasado. Pero ya ven cómo también aquí aflora esta doble vara de medir: a Ratzinger le piden cuentas por su –obligado- paso por las juventudes hitlerianas y con Grass –de la misma quinta, pero voluntario nada menos que de las Waffen SS- se extiende el manto de silencio, similar al que se utiliza aquí para cobijar a los del Nunca Mais. Grass en las SS; tampoco es tan extraño, teniendo en cuenta que buena parte de la intelectualidad continua adorando a los tiranosaurios rex caribeños.

A la izquierda alemana le ha salido ahora otro Günter, aunque esta vez no sea Guillaume. Después del aquelarre que le montaron al Papa Ratzi a cuenta de su pasado –menuda puntería la que pueden tener unos seminaristas en una batería antiaérea, disparando al cielo- ahora cuesta trabajo imaginar a Grass marcando el paso de la oca, con uniforme negro y calavera en la gorra, honrando al difunto Heydrich, aunque el interesado nos diga ahora que su pertenencia al cuerpo de élite era poco más o menos lo mismo que antiguo alumno del internado de Campillos. Con lo que le organizó don Günter a Kurt Waldheim cuando se descubrió su pasado de traductor en la Wehrmacht y lo aficionado que ha sido toda su vida a condenar por su pasado a otros, ahora, después de seis décadas y a poco de publicar sus memorias, nos confiesa que recorrió Europa con el uniforme de la muerte.

Los pecados de juventud son siempre disculpables; lo que no tiene perdón es haber ocultado su pertenencia a las SS y haberse pasado además sesenta años engañando, confrontando a los demás con su pasado para después condenarlos, como a a Karajan, Max Schmelling, Rühmann y Leni Riefenstahl. ¿Qué hubiera dicho su íntimo amigo Willy Brandt si se hubiera enterado de que Grass –que tanto se opuso a la reunificación de Alemania- desfiló con el enemigo? Tiene suerte Grass de que F.J. Strauss no esté tampoco vivo, después de lo que padeció el bávaro las moralinas del impostor.

Yo todavía no acabo de creerme la confesión de Grass, ese histrión, y quiero pensar que todo es un montaje de este experto en medios para promocionar su último libro “Pelando la cebolla”. Siete capas tiene la cebolla y si alguna sale negra, tírela. Confieso que es la primera vez que pelando una cebolla no he llorado y me apunto llamar al amigo Paco Robles para proponerle la traducción al alemán de su Mester de Progresía.

jueves, agosto 10, 2006

El zapato de Nikita

Fue en el Palacio de la Moncloa, a pocos días de la victoria del 14-M y de la retirada de las tropas españolas de Iraq. La memoria –maldita buena memoria- me lleva a la rueda de prensa conjunta que el Presidente del Gobierno ofreció con el Presidente sirio Bashar al-Assad, hijo de Hafez, heredero del republicano trono sirio y también presidente por accidente (de su hermano mayor). Bashar, alabó entonces la decisión española de retirar las tropas y aseguró que con esa medida se evitaban más atentados como los del 11-M. Lo dijo así, con la frialdad de quien se siente seguro de lo que afirma, ante complacientes miradas y silencios que quise atribuir a la bisoñez de quienes habían accedido inesperadamente al Gobierno.

El segundo acto de este despropósito se inicia con el asesinato del Presidente libanés Hariri. Tan evidente fue para la comunidad internacional la participación de Siria en esta muerte violenta que en Naciones Unidas se adoptó la enésima resolución ordenando la salida de las tropas de ocupación sirias del Líbano. Pero Siria –e Irán-, ante la presión occidental, abandonan sólo de iure el territorio libanés; su peón, Hizbulá, organización terrorista para la UE y para casi todos los Presidentes de sus Estados miembros, permaneció como su representante del terror para continuar hostigando al Estado de Israel, labor que completa con otro peón negro, Hamas. Cuenta Madeleine Albright en sus Memorias los esfuerzos para llevar a un miedoso Arafat al acuerdo con Netanyahu en Wye y posteriormente con el laborista Barak en Camp David. El fracaso, según Albright, sólo de debió al pánico de Arafat a decir sí, al miedo palestino a lo desconocido –la paz- y a la conveniencia de mantener un conflicto para morir como héroe y no como villano.

Ahora se olvida de que el origen de la actual intervención israelí está en la matanza de ocho soldados judíos y el secuestro de dos por Hizbulá. Estamos ante una nueva provocación de una organización terrorista, voz de su amo, longa manu del eje del mal, avanzadilla del terror de quien amenaza en un futuro muy próximo con convertirse en potencia nuclear ante la vergonzosa contemplación de algunos. En este tesitura, estos "peligrosos pacifistas" no han tenido mejor ocurrencia que apoyar al terrorista, sacr

De sandalias y botas


La visita del Papa a su tierra bávara en la primera quincena de septiembre ha vuelto a reabrir la polémica acerca de su supuesto pasado nacional-socialista. Algunos insisten en atribuir al sucesor de Pedro íntima relación con el régimen nazi durante su juventud, condición que entroncaría -a satisfacción y siempre según sus detractores- con su posterior dignidad de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Nada de eso es verdad.

Joseph Ratzinger, hijo de un humilde gendarme, ingresó en el Seminario de Sankt Michael (Traunstein, Alta Baviera) en 1939, a la edad de doce años. Hasta 1938 la adscripción a las juventudes hitlerianas (HJ) era libre, pero se primaba con una reducción sustancial de los gastos de matrícula de las instituciones académicas. Pese al trato de favor, ninguno de los seminaristas de Sankt Michael perteneció a la HJ –tampoco Joseph ni su hermano Walter-, circunstancia que motivó el inmediato recelo de las autoridades nazis para con el Seminario -"instrumento de destrucción del pueblo ideado por la internacional romana", según los jerarcas (los de entonces, por supuesto). Las relaciones entre el Seminario y la autoridad pública nacional-socialista de la localidad nunca fueron buenas, al fin y al cabo fiel reflejo de la falta de respeto del Gobierno nacional-socialista al Concordato bávaro de 1924 y al que suscribió el Reich con el Vaticano en 1933.

Cuenta Albert Schäffer que el escaso éxito de la política del Reich sobre la voluntaria afiliación llevó al Gobierno a convertirla en obligatoria. Ésta se impuso por decreto de marzo de 1938 a todos los mayores de catorce años; por ello afectó a Walter Ratzinger, pero no a Joseph, que entonces sólo tenía doce. Sin embargo esa misma normativa estableció una diferencia entre los miembros de las HJ, distinguiendo entre los "convencidos" y los "obligados". Estos últimos, Walter Ratzinger entre ellos, no veían beneficiado su obligatorio ingreso en las juventudes hitlerianas con la reducción del importe de matrículas académicas. Cuando Joseph Ratzinger cumplió los catorce años, el Seminario, en cumplimiento de la disposición legal, dio de alta al seminarista en las HJ, sin que Ratzinger tuviera participación en la organización por la sencilla razón de que el seminario se cerró en 1941 para convertirlo en hospital militar.

Que Ratzinger padeciera con dieciséis años las levas de final de guerra y se viera obligado a participar con otros seminaristas en la defensa antiaérea es circunstancia no elegida por él. Entonces no existía servicio social sustitutorio y la objeción de conciencia se castigaba como ya pueden imaginarse. Esta es la verdad, distinta de esa falsa "memoria histórica" que algunos quieren exportar urbi et orbi.

Obersalzberg


La estación de Berchtesgaden tiene seis andenes de los que hoy sólo uno está en uso. La razón de este abandono está en la propia historia de esta ciudad alpina que en los años treinta del pasado siglo fue con Berlin la capital del III Reich. Hitler ordenó la construcción de una majestuosa estación que deslumbrara a los mandatarios extranjeros –Chamberlain pasó por allí antes de firmar en Munich- con espantosos murales de los que han desaparecido los símbolos del régimen. Vigilando la estación desde una colina cercana, el Hotel Berchtesgadener Hof, refugio de la corte nacional-socialista, hoy abandonado, comparte ruina con la mastodóntica estación de tren.

Berchtesgaden vive de una historia maldita. Hitler huyó a la cercana Obersalzberg (la "montaña de sal") tras el frustrado putch de Munich, y se estableció allí después de cumplir condena en Landshut. Cuando los nazis tomaron el poder, la residencia de Hitler (el Berghof) se vió inmediatamente rodeada de cuarteles, villas de jerarcas y hasta de una cancillería. Del complejo residencial no queda hoy absolutamente nada, con la única excepción de la casa de Speer y su estudio. Los aliados bombardearon la zona en Mayo de 1945 con puntería, y las ruinas de los edificios fueron dinamitadas por orden del Gobierno alemán para evitar que éstas se convirtieran en lugar de peregrinación de nostálgicos.

Pero quienes peregrinan hoy con interés a las ruinas no son los nietos de los nostálgicos vencidos, sino los descendientes de los vencedores. Los "aliados" han convertido el Obersalzberg en una atracción turística con tour guiado incluido, por supuesto sólo en inglés. Para los alemanes –es visita escolar obligada- queda el Centro de Documentación en el que se describe a la perfección el origen del nazismo y sus fatales consecuencias. Un completo recorrido por los horrores del régimen genocida.

En Alemania la "memoria histórica" se ha cultivado siempre como un sentimiento de culpa generalizada, una responsabilidad que se hereda de padres a hijos y en la que los sentimientos de derrota y vergüenza afectan a todos, porque la llegada al poder de los nazis fue producto de un fracaso colectivo. Mal camino cuando se parte sólo de la verdad de unos, porque sólo provocará que los otros prolonguen su ánimo revanchista. Algún ocioso eurodiputado se ha encargado de demostrarlo recientemente promoviendo una resolución en el Parlamento europeo que entierra el espíritu reconciliador de la Transición falseando la realidad de una República que en su desgobierno fue capaz de secuestrar y asesinar a uno de los jefes de la oposición. La manipulación de la Historia lleva a estos desvaríos y es que las heridas abiertas parecen ser políticamente rentables para algunos.

jueves, julio 20, 2006

Acción de guerra


La muerte del soldado Jorge Arnaldo Hernández en Afganistán ha vuelto a poner de manifiesto el imposible equilibrio pretendido por el Gobierno en relación con la finalidad de la presencia militar española en ese país. Se dice ahora que la desgraciada muerte del militar es consecuencia de un “atentado terrorista” y que las tropas españolas realizan una “labor humanitaria”, más propia de una voluntariosa ONG que de un contingente militar en un territorio hostil. Porque, precisamente, es ésa la circunstancia que se pretende ocultar, recurriendo a eufemismos como los que se emplean en la política española cuando también pretende evitarse el término “terrorista” con el de “izquierda aberzale”: Afganistán es escenario de un conflicto bélico que reproduce, a grandes rasgos, la misma problemática que afecta a Iraq. Estamos, como en Iraq, en un conflicto bélico, por mucho que se quiera maquillar la situación.

Por ello, no se comprende que los atentados en un territorio sean obra de elementos “terroristas” y en otro la autoría se atribuya a movimientos de la “resistencia”, sobre todo, cuando en uno y otro conflicto existe un mismo denominador común. Es cierto que en Iraq la situación interna también puede responder a un clima de preguerra civil entre las comunidades chií y suní –conflicto interno que también se da en Afganistán, donde los protagonistas son los talibanes y quienes se oponen a ese régimen opresor-, pero no deja de ser verdad que el terror que asola el país se debe también al mismo movimiento yihadista que encuentra su origen en Afganistán. Al-Zarqawi era el lugarteniente de Bin Laden y éste último dirige Al-Qaeda con el título de mariscal del ejército talibán, el mismo que colocó la mina que causó la muerte al soldado español.

A la vista de la situación resulta más paradójico aún el comportamiento que nos hizo salir precipitadamente de Iraq, pero que, en cambio, hace que permanezcamos en Afganistán. La propaganda oficial mantiene como principal diferencia el mandato ONU que, según se repite, legitima nuestra presencia en Afganistán, pero no en Iraq. No es así, porque la presencia en Iraq también cuenta con la aprobación de Naciones Unidas y son varias las resoluciones de su Asamblea General que justifican la presencia de unas tropas que, no se olvide, han propiciado la aprobación de una Constitución y la celebración de las primeras elecciones libres.

Ahora, en la Embajada española en Washington se condecora a militares estadounidenses por su protagonismo en el conflicto iraquí, y me parece muy bien, pero no deja de ser una actuación contradictoria con la que se nos ha vendido desde el momento en que se ordenó lo que eufemísticamente ha tenido a bien denominarse “repliegue” del Ejército en Iraq.

Astilleros


Decía Goethe que donde se pierde el interés también se pierde la memoria. A Izar, antes Astilleros Españoles y ahora el náufrago Navantia, le han perdido el interés y por eso es hoy conveniente hacer memoria, para recordar qué es lo que ha llevado a este Gobierno a perder el sector público de la construcción naval civil. Es desconcertante el feroz nacionalismo que se emplea frente a Bruselas en el sector eléctrico y la sorprendente docilidad en el naval.

Astilleros Españoles siempre ha sido una empresa deficitaria, con el Instituto Nacional de Industria y con la SEPI, con la Ucd, el Psoe y el Pp. La feroz competencia de los astilleros asiáticos ha afectado durante décadas a todos los astilleros europeos, sumiendo al sector en una crisis que aflige a toda la industria naval europea. Para proteger la competencia en el mercado comunitario, la CEE dictó una normativa exigente en materia de ayudas públicas, estrechando el cerco sobre un sector sensible de la economía europea con una normativa que, salvo contadas excepciones, impedían a los Estados miembros intervenir con ayudas en el sector de la construcción naval. Comoquiera que las competencias de la Unión Europea no se extendían al ámbito militar, en Europa ha sido común que empresas públicas –en su día, la propia Izar- compaginaran la construcción naval de carácter civil con la militar, estrategia que permitía a los Estados inyectar fondos en sus deficitarios astilleros al resguardo del control de Bruselas.

A Astilleros –ayer Izar, hoy la Navantia militar- la Comisión le abrió dos expedientes que desembocaron en sendas decisiones que declararon la incompatibilidad de las ayudas, ordenando su devolución. El Gobierno Aznar –a través de Izar- impugnó ante el Tribunal de Luxemburgo las resoluciones que incoaron los expedientes, pero el cambio de gobierno tras el 14-M supuso también un sorprendente giro en la estrategia jurídica del Estado. El Gobierno socialista no impugnó las Decisiones de la Comisión, dejándolas firmes, en un comportamiento llamativo porque, además de existir razones jurídicas, todos los gobiernos han sido especialmente beligerantes en materia de ayudas públicas y en la defensa de sus posiciones frente a Bruselas.

No ocurrió así en Astilleros. La dejación del Gobierno llevó a la firmeza de la Decisiones y a la escisión de la rama civil de la militar, condenando a la primera a su privatización, y a la rama militar a que algún sátrapa encargue alguna patrullera. Si algunos han perdido el interés no perdamos nosotros la memoria, sobre todo ahora que se han esfumado los encargos de la Sexta Flota, las fragatas para Israel o los submarinos encargados por Taiwan en los tiempos de Aznar. Y es que quedarse sentado al paso de las banderas tiene su precio.

lunes, julio 10, 2006

Reguladores regulados



Una de las principales garantías para el correcto funcionamiento del sistema democrático la constituye la presencia de los contrapesos del poder y me refiero a las instituciones reguladoras de determinados sectores del mercado a las que su normativa les confiere independencia respecto de las políticas del gobierno de turno. Para consolidar el correcto funcionamiento de estos mecanismos reguladores se suele partir en todas las democracias del principio de independencia o, al menos, autonomía en el desarrollo de sus funciones respecto de la Administración General del Estado, principio que a su vez requiere que las personas que encarnan sus órganos de dirección estén fuera del debate político, esto es, que no pertenezcan a partido alguno.

La eficacia y prestigio de las instituciones reguladoras (ya sean del mercado de valores, de la competencia, energía, banca o de las telecomunicaciones, entre otras) exige la independencia de quienes ostenten su dirección. Lo contrario, es decir, la situación de dependencia de los directivos respecto del poder político convierte a estos organismos en una pieza más de la maquinaria de poder, perturbándose así gravemente sus propios fines con evidente deterioro de su credibilidad. Por ello, las democracias consolidadas de nuestro entorno político y geográfico dotan a estas instituciones del necesario requisito de la completa independencia de sus directivos respecto del Gobierno, conscientes de que siempre es peligroso politizar estos organismos reguladores, ya sea como instrumento de oposición al gobierno o como mera correa transmisora de las políticas gubernamentales.

Claudio Boada afirmaba este fin de semana en EL MUNDO la clara politización de los organismos reguladores españoles. Creo que estamos ante una de esas asignaturas pendientes de nuestra democracia. El poder político tiene siempre la tentación de copar con los suyos cualquier parcela, por insignificante que pueda parecer, excepción hecha de cierta derecha que prefiere la compañía del adversario en las tareas de gobierno para sacudirse así ciertos prejuicios. Resulta llamativo que quienes desde la oposición clamaban por la independencia de las personas que habían de encarnar los puestos de dirección de los organismos reguladores, ahora, en el poder, no dudan en designar para estos puestos a los compañeros de carné, en una peligrosa derivación de aquello que llamaban talante.

En un país que sólo califica de eficaces a aquellos que muestran particular destreza en transgredir el ordenamiento jurídico, los independientes son observados desde los círculos partidistas con el recelo y desconfianza propios de quien se encuentra en un permanente conflicto de intereses, cuando en política no debe primar más interés que el general.

sábado, julio 01, 2006

El futuro de Europa


La declaración del Consejo Europeo celebrado en Bruselas el 15 y 16 de junio bajo la Presidencia austriaca vuelve a poner de manifiesto la situación de impasse en el que se halla sumido el proyecto europeo después del "no" francés y holandés al proyecto de Tratado por el que se pretendía establecer una Constitución para Europa. Ni la Presidencia británica ni ahora la austriaca, que finaliza con este mes de junio, pese al constante empeño y los indudables esfuerzos realizados, han sido capaces de vencer las reticencias del resto de Estados, que todavía no han digerido la ampliación a veinticinco cuando se preparan ahora para dar entrada en enero de 2007 a Bulgaria y Rumanía. Y Turquía sigue a las puertas, esperando una respuesta.

Será ahora Finlandia la que recoja el testigo de la Presidencia del Consejo y quede encargada de allanar un camino que se presenta todavía muy agreste por las abiertas reticencias de algunos países miembros a dotar a la Unión de un ámbito más social y que sólo la Presidencia de uno de los <> (tal vez la de Alemania en Enero de 2007, por el personal empeño de la canciller Merkel) podría ayudar a vencer. En cualquier caso no son las Presidencias del Consejo –siempre voluntariosas- las culpables de una situación sólo imputable a los Estados reacios a ceder competencias.

Europa permanece sumida en ese "período de reflexión" al que se refiere la declaración de Bruselas, eufemismo que encierra un evidente estancamiento de sus políticas. Algún pequeño avance en el espacio jurídico europeo en los ámbitos civil y penal, o en la cooperación policial; una voluntariosa declaración en materia de política inmigratoria; las inevitables citas al cambio climático o a la Estrategia de Lisboa –también sumida, como el proyecto europeo, en un profundo letargo- son algunas de las piezas menores que se han podido cobrar en este semestre. La Directiva europea de servicios, que se nos quiere presentar como la principal y más relevante norma aprobada en ese período, supone una evidente reducción respecto del proyecto elaborado por el ex comisario Bolkestein, por los recelos franceses respecto de la mano de obra barata de los países del Este. Recuérdese el ejemplo del fontanero polaco, tan manido durante el referéndum francés y que tanto tuvo que ver en el triunfo del <>.

Sorprende la declaración por la referencia no menos voluntariosa que realiza a la "Alianza de Civilizaciones", ese indefinido espectro pendiente de definición –la del millón de dólares- por la ONU. La etérea Alianza –principal empeño de la política exterior- comparte cita en la declaración con la Fundación Anna Lindh y se equipara, por lo tanto, a los fines de una Fundación de naturaleza jurídica privada. Muchas alforjas para tan corto camino.

Siempre nos quedará Estrasburgo

La proposición de reforma del Estatuto de Autonomía de Andalucía formula en su artículo 9 una rimbombante declaración acerca de los derechos que "como mínimo" (sic) titulan todas las personas que viven en Andalucía. La norma, copiada del texto estatutario catalán que hoy se vota; vid. art.4), "incorpora" al patrimonio jurídico de los andaluces -y de quienes no siendo españoles gozan de vecindad administrativa que da derecho de pertenencia a la <> (de vecinos, que no de nacionales)- la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, así como la Carta Social Europea. Nada nuevo, porque todos los derechos civiles y políticos a los que se refieren los textos internacionales citados ya los teníamos, sin perjuicio de la "generosidad" del legislador estatutario andaluz.

Pero una cosa es tenerlos nominalmente y otra, bien distinta, su defensa y plena efectividad o, lo que es lo mismo, la garantía de su respeto por el poder público. La libertad de expresión, cuando comprende la libertad de expresar ideas, de comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber injerencia de autoridades públicas, es un derecho reconocido en el art. 10 del Convenio Europeo para la protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales. Sigo con el interés que me inculcó mi maestro en el Derecho internacional la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y, aunque el momento político requiere más la presencia de los valientes maestros que la de los voluntariosos alumnos, sostengo, desde el respeto a las resoluciones judiciales, que el derecho a la libertad de expresión se vulnera con actuaciones judiciales que, o bien la cercenan de manera directa, o bien imponen medidas cautelares absolutamente desproporcionadas, provocando un evidente desequilibrio que los gobiernos con voluntad de perpetuarse utilizan como innegable aviso de navegantes.

Quienes se alegren de este tipo de decisiones deben saber que serán ellos los próximos. El poder sin límites tiende inexorablemente a la decadencia del pueblo, a su desgracia. La democracia se degrada hasta perder su identidad a base de decisiones que vulneran derechos fundamentales. Quiero estar convencido de que a esta sinrazón se le pondrá coto por los tribunales nacionales. Si no, siempre quedará el de Estrasburgo aunque, ya lo dijo Séneca, nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía.

lunes, junio 12, 2006

Manca finezza, falta finura en la política española, como puso de manifiesto el siempre joven Giulio Andreotti cuando la comparó con la italiana. Ya ven, Andreotti y Napolitano, dos octogenarios presentando sus candidaturas a la presidencia del Senado mientras otros no tienen más horizonte que el de dictar normas para asegurarse pensiones, al tiempo que actúan de palmeros de estatutos ajenos. Ventajas que tiene el flamenco como competencia exclusiva.

Cuando Andreotti pronunció su veredicto se refería a los tiempos de la Transición. No sé qué opinaría hoy, cuando el elegante debate simbolizado en el florete ha dado paso a la más abierta confrontación del muy castizo garrotazo y tente tieso a cuenta de lo que algunos siguen denominando ´proceso de paz`. Verba volant; scripta manent. Será por deformación profesional, pero huyo conscientemente de la palabrería de un debate político que por su elevado tono llega a atemorizar, para adentrarme en el análisis jurídico de determinados comportamientos que vienen a exteriorizar los síntomas de lo que considero una grave patología.

Me refiero a actuaciones en el orden penal que parecen entrever cierta complacencia con comportamientos delictivos. Primero fue la sentencia del Tribunal Supremo que condenó a Otegui por injurias al Rey, resolución firme cuya ejecución fue suspendida por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco por razones que sigo sin comprender. Ahora, el Auto dictado por el juez de la Audiencia Nacional, Grande- Marlaska, que desestima la solicitud de prisión provisional para miembros de la ilegal Batasuna solicitada por la AVT sobre la base de la pertenencia de los miembros de su Mesa a banda armada y por la comisión de un delito de amenazas.

No sorprende la respetable resolución judicial –los jueces, dice un filósofo alemán, son estudiantes del Derecho que se corrigen sus propios exámenes- sino la posición adoptada por el Ministerio Fiscal que, recuérdese, promueve la acción de la justicia en defensa de la legalidad, del derecho de los ciudadanos y del interés público. Afirma el Ministerio Fiscal, oponiéndose a la solicitud de prisión provisional, que las expresiones vertidas por los miembros de la organización ilegal, por su contenido político, se enmarcan dentro de los límites de la libertad de expresión y que, en cualquier caso, la norma (penal) debe ser interpretada conforme a la realidad social, criterio hermenéutico éste que, como vemos, se puede tornar en peligroso cuando se presta a la imposición de posiciones de justicia muy personales. Pero lo verdaderamente espeluznante es comprobar con la lectura del Auto como Fiscalía y defensa de los imputados coinciden en el mismo planteamiento absolutorio. Identidad de posiciones, ¿identidad de objetivos?

sábado, junio 10, 2006

Desde mi balcón distingo...


“Desde mi balcón distingo...

...que mañana será Domingo”. Con esta frase despachaba Federico García Lorca a los jóvenes poetas que se le acercaban a enseñarle sus primeras obras y es precisamente la que se me ha venido a la cabeza después de releer el Preámbulo de la Proposición de Reforma del Estatuto de Autonomía de Andalucía, actualmente en la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados a la espera de que a alguna mente preclara se le aparezca la Virgen –sorteando, por supuesto, el artículo de la laicidad- y devuelva al corral a este peligroso manso.

Sé que hay quien busca denodadamente al autor material del Preámbulo, pero es lógico que se mantenga en el anonimato quien ha perpetrado tamaña barbaridad histórica, política, geográfica, sintáctica para, juntando letras, convertir una exposición de motivos en un texto cursi, sobre todo, cursi. La “robusta y sólida identidad” de Andalucía, el “ámbito geográfico diferenciado” en el que se asienta, la compilación de un “rico acervo cultural por la multiplicidad de pueblos y civilizaciones”, las referencias al “mestizaje humano”, “interculturalidad de prácticas, hábitos y modos de vida”, la “pluralidad histórica acrisolada”, el patrimonio cultural “tangible e intangible, dinámico y cambiante, popular y culto” (como si la cultura fuera ajena al pueblo), “los arcos mediterráneo y atlántico” y el penúltimo adorno consistente en afirmar que en Andalucía “se ha configurado como hecho diferencial un sistema urbano medido en clave humana” no son más que recurrentes tópicos más propios de un folleto de la Consejería de Turismo que de un texto como el que nos proponemos analizar. Afirmar que Andalucía se vertebra “en torno y a lo largo del río Guadalquivir” supone añadir a la proverbial cursilería un desconocimiento de la geografía andaluza no menos imperdonable al desnortado legislador. Por todo ello, uno mis humildes fuerzas a las de Javier Caraballo y Paco Robles en la búsqueda del remilgado autor -o autores- del bochornoso texto en la resignada convicción de que ni éste ni sus cómplices serán hallados (si al menos se hubiera deslizado en el texto el término “irredento”... pero no, no hay pistas).

Todo preámbulo en un texto jurídico ofrece al legislador la oportunidad de dar las razones que le han llevado a la promulgación de la nueva norma. Por ello, el preámbulo tiene un evidente sentido jurídico, pues sirve para interpretar la norma en la búsqueda de la verdadera intención del legislador. Huyan pues de quienes proclaman la “inocencia” o la neutralidad jurídica de un preámbulo o de una exposición de motivos, porque están fuera de toda duda tanto su trascendencia como los indudables efectos jurídicos que despliega.

Llegados a este punto conviene preguntarse cuáles son los motivos que llevan al legislador a la modificación del vigente Estatuto de Carmona. Ahondando aún más en la cuestión, convendría plantearse también si estamos ante una mera modificación de un texto jurídico vigente o, en realidad, ante un nuevo Estatuto de Autonomía.

El legislador, realmente, no justifica en el Preámbulo la raison d`etre del proyecto de reforma. Realiza alguna alusión a la necesidad de “profundizar en el autogobierno”, dentro de un “proceso de modernización del Estado de las Autonomías”, y pretende resumir su aspiración de la siguiente forma: “se trata, en definitiva, de conseguir un Estatuto para el siglo XXI, un instrumento jurídico que impulse el bienestar, la igualdad y la justicia social”. ¿Acaso el Estatuto de Carmona no tiene estas mismas aspiraciones? ¿Introduce nuestro vigente Estatuto desigualdad o es pernicioso en el logro de la justicia social?

No; el legislador no ofrece justificación al nuevo texto estatutario, y no lo hace en un verdadero alarde de humildad. No hay justificación, sencillamente, porque no hay necesidad de cambio. El proyecto se encasilla en el alocado marco de reformas estatutarias impulsado por el Presidente del Gobierno para dar cobertura de “fuego amigo” al proceso de ´reformas` catalán y vasco; en suma, una coartada para proceder a un fraude de ley, porque lo verdaderamente pretendido por estos estatutos de nuevo cuño es la creación de un nuevo marco jurídico que rompa con la Constitución Española, pero sin acudir al proceso de su reforma, sencillamente porque la reforma constitucional hoy es imposible sin el concurso del Partido Popular. Se trata de una verdadera reforma constitucional, donde la norma de cobertura la constituyen los estatutos –entre ellos, el de Cataluña y su copia andaluza- y la norma defraudada es la propia Constitución Española.

Se ha hecho siempre referencia a la inclusión en los textos estatutarios bien del término “nación” -en el texto catalán- o el más genuino de “realidad nacional” para pretender demostrar el choque frontal con la norma constitucional. The last, but not the least. La amable invitación a participar en este proyecto me permitirá demostrarles que el fraude a la norma constitucional –y a la comunitaria- rezuma en varios pasajes de un texto que necesita pasar por un verdadero proceso de limpieza. A ello me dispongo.

sábado, junio 03, 2006

Sin rumbo


La Unión Europea no tiene una política común sobre inmigración. La ausencia de criterios comunitarios firmes en esta materia obliga a los países miembros a adoptar medidas unilaterales que, por la permeabilidad propia de las fronteras interiores, afectan siempre al resto de Estados. Por ello, permaneciendo la definición de la política migratoria dentro del ámbito de soberanía de cada miembro de la UE, no es menos cierto que a la hora de determinar la respectiva política sobre inmigración existen actitudes miméticas que suelen romper en medidas consistentes en restringir el flujo migratorio con una normativa selectiva basada en la directa elección de los inmigrantes (Francia), la limitación de entrada a determinados profesionales altamente cualificados (Alemania) o la exigencia de exámenes donde los candidatos acrediten conocimientos de lengua y su adaptación a la forma de vida europea (Holanda). Se trata, en suma, de aplicar una política siempre basada en la experiencia, de indudable trascendencia interna, pero también respetuosa con el vecino.

Bruselas ha sido siempre contraria a procesos de legalización masivos de inmigrantes. En el caso español, las autoridades comunitarias han venido advirtiendo una y otra vez de las graves consecuencias que podían derivarse de una actitud consistente en un dadivoso ´papeles para todos` de apariencia solidaria y progresista, pero generador de conflictos sociales cuando la oferta supera a la demanda. Desde filas socialistas se suele combatir a quienes advierten de estos peligros tachándoles de fascistas, xenófobos o reaccionarios, pero quienes así actúan se olvidan de que en las últimas presidenciales francesas quien disputó las elecciones a Chirac fue LePen, y no el socialista Jospin; algo tendría que ver el voto de los trabajadores en ese resultado.

La semana pasada la vicepresidente de la Vega visitó Bruselas para pedir la ayuda comunitaria ante la masiva llegada de inmigrantes a las costas canarias. El resultado de las conversaciones con Durao y los comisarios Ferrero y Frattini se vendió desde instancias gubernamentales como un decidido apoyo de la UE a la política española en materia de inmigración, ocultándose así los reproches efectuados por las autoridades comunitarias al ´efecto llamada` propio de una legislación absolutamente permisiva que contradice la práctica y la norma del resto de Estados comunitarios. Para Bruselas el problema de los cayucos no es más que la crónica de un desenlace advertido una y otra vez, y continuamente desatendido por las autoridades españolas. El siguiente paso será adaptar la legislación sobre inmigración a los criterios restrictivos establecidos por países de nuestro entorno comunitario. Así lo ha exigido Bruselas.

lunes, mayo 29, 2006

Criminales


Tenía el profesor Navarrete especial predilección por la figura del médico y criminólogo piamontés Cesare Lombroso. La teoría de Lombroso partía de concebir el delito como resultado de tendencias innatas, de origen genético, fácilmente observables en los rasgos físicos de los delincuentes. En sus clases, Navarrete enunciaba las facciones propias de los criminales "nariz, aguileña, barbilla prominente, cejas pobladas, pelo blanco…" y el alumno tomaba nota hasta darse cuenta de que el profesor se estaba describiendo a sí mismo. Dicen los penalistas que la teoría de Lombroso está ampliamente superada, pero las imágenes de los miembros de la ilegal HB desfilando por la Audiencia Nacional parecen confirmar que algo debe quedar todavía de cierto en sus postulados y en su descripción de las asimetrías anatómicas propias que definen a los delincuentes natos.

Verles peregrinar hacia los juzgados es demostrativo del correcto funcionamiento del Estado de Derecho. En cambio, tener ahora que soportar las continuas extorsiones en el marco de lo que en un grave dislate se califica de "proceso de paz" supone un evidente error que mina la fortaleza del sistema democrático. Todo Gobierno está en su derecho, y también en el deber, de poner fin al terrorismo, y la oposición en la obligación de coadyuvar con el Gobierno a la consecución de esa finalidad, siempre y cuando queden bien definidas las ´líneas rojas`, los límites infranqueables del proceso negociador como expresión de la unidad de las fuerzas democráticas. En Zurich, durante el período que Mayor Oreja calificó con acierto de "tregua trampa", los enviados pusieron fin al contacto a partir del momento en que percibieron la firmeza de los terroristas en la reivindicación de sus metas: autodeterminación, liberación de presos y Navarra.

Sin embargo, no se percibe ahora con esa nitidez la deseable unión de los principales partidos políticos ni tampoco la existencia de una firme posición común. Resulta desalentador que las declaraciones relativas al proceso de apertura de negociaciones con una banda que continua armada se produzcan en mítines. Esta importante cuestión no puede reconducirse a actos de partido si se pretende evitar la más mínima sospecha de electoralismo. Con precipitación, desoyendo las advertencias de Sarcozy sobre la inusual actividad de la banda en Francia, se anunció el domingo la apertura de las negociaciones después de que el viernes anterior Otegui manifestara la "extrema gravedad" que afectaba a lo que él denomina ´proceso de paz`, y en esa misma precipitación se incurre cuando los tribunales suspenden la ejecución de una condena firme con informe favorable del Ministerio fiscal basado en la presunta bondad de unas "circunstancias actuales" (sic) que nada bueno auguran.

viernes, mayo 19, 2006

Bienes tangibles


Decía don Juan de la Rosa –presidente de la Caja de Ahorros de Ronda- que el secreto de la práctica bancaria, la razón última de las operaciones activas y pasivas de crédito, se reducía a un solo principio general: "trincar la tela de golpe y soltarla poquito a poco". Cuentan que con motivo de la quiebra de una institución financiera en los setenta –creo que se trataba de Fidecaya-, asumió don Juan del Banco de España el encargo de restituir a los frustrados inversores parte del capital invertido con cargo a fondos de garantía. De la Rosa instruyó a los cajeros de la entidad para que tranquilizaran a los modestos ahorradores exhibiéndoles un fajo de billetes –siempre el mismo- que podían incluso tocar para convencerse de la realidad de una inversión que consideraban perdida. A continuación, el cajero les convencía para que, con la apertura de la correspondiente cartilla de ahorros en la Caja, pasaran a ser depositantes en una entidad crediticia seria y solvente. Así lo hacían, completándose una operación de captación de clientela digna del genio de don Juan.

Hace cuatro años, la quiebra del Banco Filatélico Español (Banfisa) hizo sonar las alarmas por los evidentes riesgos derivados de inversiones en bienes tangibles que, al no realizarse con entidades financieras ni constituir los sellos valores financieros, no quedan sometidas a las normas de control y fiscalización de los organismos reguladores, ni tampoco a su potestad sancionadora. Por ello, estas inversiones se realizan sin el respaldo del Fondo de Garantía de Depósitos, quedando los particulares en caso de fraude en una orfandad voluntariamente asumida al participar en inversiones de alto riesgo.

Dice ahora don José Blanco en su tradicional mitin dominical, que la culpa del escándalo en el sector filatélico la tiene el Partido Popular por no regularlo mientras gobernó. Obligado es sacar del error al alumno don José, porque la Ley de Instituciones de Inversión Colectiva, de 4 de noviembre de 2003, dedica una Disposición –la Cuarta- a establecer un sistema de protección de la clientela adquirente de sellos, obras de arte y antigüedades, que fue introducida a instancia del PP –con la complacencia del PSOE- durante la tramitación del proyecto de ley en el Senado, imponiendo auditorías, reforzando la información de los clientes y estableciendo un capítulo de sanciones administrativas.

Podrá decirse ahora que la normativa es insuficiente, pero no es menos cierto que la Ley entró en vigor una semana antes de las elecciones del 14 de marzo de 2004 y que, pese a contener una expresa habilitación al Gobierno para desarrollo reglamentario, éste no ha atendido el desarrollo normativo de la materia en el reciente Reglamento de 4 de noviembre de 2005. Como siempre, la casa sin barrer.

sábado, mayo 13, 2006

La sentencia



“Si el ministro dice que le han pegado, le han pegado y eso no se cuestiona”. La frase –que recuerda a épocas que creía pasadas- parece extraída del guión de La Escopeta Nacional del maestro García Berlanga, y bien podría haberla pronunciado el industrial catalán Canivell –fabricante de porteros automáticos- o el marqués de Leguineche. Pero no; aunque no hubiera desentonado salida de la prominente mandíbula del recordado Luis Escobar o de la boca de Saza, la frase se cita una y otra vez en varios pasajes de la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Madrid en el (mal) denominado ´caso Bono`.

La sentencia condena a los funcionarios policiales que intervinieron en los hechos por la comisión de un delito de detención ilegal de dos ciudadanos, miembros de un partido político, que participaron en una manifestación en la que, como la sentencia afirma, no existió agresión alguna al ex ministro. Llama la atención que la sentencia califique esas detenciones como antijurídicas “detenciones de complacencia” o “detenciones mirando al tendido” que, cualquiera que sea su denominación, vinieron a poner de manifiesto una evidente violación de la libertad de dos ciudadanos. Asimismo, condena a los mismos policías por un delito de falsificación de documento público, después de analizar detalladamente las ilegales alteraciones en el atestado policial, convenientemente ahormado para que adquiriera apariencia de mayor fundamento y coartada para unas detenciones arbitrarias, abusivas e ilegales. Por último, a uno de los funcionarios policiales se le condena por un delito de coacciones derivado de la violencia psíquica y amenazas empleadas para con el funcionario policial, su subordinado que, al no percibir actuación delictiva de ningún tipo, se negó a practicar las detenciones ordenadas.

Tuve la oportunidad de pronunciarme sobre los hechos en el artículo publicado en EL MUNDO hace ahora casi un año (El lechero) y celebro que lo que entonces era una mera presunción se haya visto respaldada por una resolución ejemplar. Los más cortos querrán ver en la sentencia sólo un revés político, incurriendo así en un grave error, propio de quienes son incapaces de ver más allá del siempre turbio e interesado debate partidista. Yo advierto en la sentencia la defensa a ultranza –gobierne quien gobierne- de derechos y libertades constitucionales por un tribunal que ha cumplido a rajatabla la función que la Constitución le encomienda en la defensa del Estado de Derecho contra aquellos que, respaldando actuaciones claramente antijurídicas, sólo pretenden un evidente recorte en el sistema de derechos y libertades. Sin perjuicio de las responsabilidades políticas que ahora procedan, la sentencia supone la entrada de aire fresco en un ambiente cada día más cargado.

jueves, abril 27, 2006

El Estado funámbulo

Los proyectos de estatutos tratan con sospechosa identidad de contenido las relaciones de la comunidad autónoma con la Unión Europea. Sabido es que la competencia exclusiva en política exterior corresponde al Estado por así disponerlo la Constitución, pero ello no es óbice para que los proyectos estatutarios establezcan preceptos que minan la competencia estatal, permitiendo una activa presencia de las autonomías en el proceso de formación de la voluntad del Reino de España en los asuntos europeos cuando la materia en cuestión afecte a sus competencias exclusivas; es decir, casi siempre, porque el celoso legislador autonómico reserva esa condición de exclusividad a todas las materias imaginables.

Los problemas que se derivan de esta acción exterior regional encubierta se plantean, sobre todo, en una doble vertiente. En primer lugar, en la formación de la posición negociadora o de la voluntad del Estado, que quedará condicionada al no siempre fácil acuerdo previo entre las comunidades autónomas con intereses en la materia. En segundo lugar, a la no menos problemática cesión de competencias al órgano supranacional, que cuando afecte a competencias exclusivas de la autonomía requerirá su conformidad (¿quid iuris si el ente autonómico se niega a la cesión de sus competencias?). Los proyectos de estatutos no escatiman cuando requieren que la posición de la respectiva Comunidad Autónoma sea ´determinante` cuando la materia afecte a sus competencias exclusivas. Así lo establecen los proyectos catalán, andaluz y valenciano, exigiendo todos ellos para sí un poder determinante en la fijación de la posición negociadora del Estado. El problema se producirá cuando confluyan en una decisión los poderes determinantes, pero contradictorios, de más de una Comunidad. ¿A quién deberá seguir entonces el Estado? ¿Quién fijará entonces la posición estatal?
Sé de sobra que alguno responderá a las preguntas anteriores con el recurso a los términos en boga: diálogo, entendimiento, alianza, pacto... como recetas para alcanzar la posición negociadora común, pero no se me podrá negar que estas posiciones comunes fruto del difícil consenso debilitan la capacidad de negociación posterior del Estado en la mesa comunitaria. Así lo ha entendido el legislador alemán cuando en el proceso de reforma constitucional recorta drásticamente los poderes de los Länder en el proceso de formación de la voluntad del Estado ante la UE, primando con ese recorte el interés general del Bund sobre los particulares intereses de los Länder. La experiencia alemana en esta materia debería pesar en el proceso de reformas estatutarias iniciado en España, sobre todo, si en las relaciones de las comunidades y el Estado predominara –como en el sistema federal alemán- el principio de lealtad.

miércoles, abril 19, 2006

El mediador


Los procesos de paz suelen despedir un tufillo que atrae a políticos amortizados, pacifistas altamente peligrosos y zascandiles de reconocido prestigio mundial, algunos de ellos galardonados con el Nobel de la Paz, premio que desde que fue concedido ex aequo a Menahem Beguin y Yasser Arafat dejó de tener el crédito que todavía algunos le otorgan. En el denominado ´proceso de paz` del País Vasco (rectius, claudicación a dita del Estado del Derecho) nos ha tocado en suerte el Padre redentorista Alec Reid, curtido en las negociaciones que llevaron al Acuerdo de Stormont.

En una conferencia celebrada el 12 de octubre de 2005 en Belfast, el Padre Reid comparó a los unionistas con los nazis, uniendo así el destino de los católicos del Ulster con el Holocausto judío: "La realidad es que los unionistas han tratado a la comunidad nacionalista de Irlanda del Norte como a un animal. No se les ha tratado como a personas, sino como los nazis trataron a los judíos". La comparación es muy desafortunada (entenderán así mejor que se le concediera a Reid el Premio Sabino Arana), y no solo por el hecho de que durante la II Guerra Mundial el IRA colaboró activamente con los nazis, sino principalmente porque con estas afirmaciones –que provocaron la inmediata repulsa de las asociaciones de víctimas unionistas- se descalifica quien pretende presentarse ahora también en España como mediador en el conflicto vasco. El problema crece cuando es el propio Gobierno quien le confiere a Reid la condición de mediador, internacionalizando el conflicto al gusto abertzale.

La labor de mediación exige imparcialidad. Si no se es imparcial, si se evita el imprescindible equilibrio entre las posiciones en conflicto, se corre el peligro de abandonar la labor de mediador para abrazar la de simple mandatario o agente. Al mediador designado por las partes se le impone la obligación de imparcialidad que distingue esta figura jurídica de otras que sólo contemplan la defensa de los intereses del mandante. Y el Padre Reid podrá ser muchas cosas, pero nunca imparcial, y en su descarada parcialidad coincide con el reverendo Ian Paisley. No lo fue en el conflicto norirlandés –abrazó ciegamente la posición del IRA- y no lo será tampoco ahora.

Cambia el hilo argumental de la obra y cambian los personajes pero, antes de abandonar la sala, conviene recordar ese pasaje del Pacto Antiterrorista en el que PP y PSOE hicieron explícita, "ante el pueblo español, su firme resolución de derrotar la estrategia terrorista con los medios del Estado de Derecho". Hoy ya no se habla de derrota, sino de hombres de paz, y yo recuerdo otra vez al abuelo Alois cuando decía aquello de que "Dios es muy bueno, pero su personal de tierra deja mucho que desear". Seguro que conoció a Reid.

domingo, abril 16, 2006

La banderita


Oído en el acto de izado de la bandera republicana el 14 de abril de 2006 en un bello pueblo de la costa gaditana:"¡Anda que si viera el padre del Alcalde al niño con la banderita le partía la cara!".

Esto de la media memoria histórica se está convirtiendo en una galería de memeces protagonizadas por hijos de falangistas, militares golpistas y prebostes de la sección femenina. ¡Menuda progresía! Pues a ver hasta dónde llega la riada y las veleidades de un pueblo de nuevos ricos.

miércoles, abril 12, 2006

El interés nacional


Los políticos italianos son maestros en el equilibrio imposible, capaces de gobernar con frágiles minorías y también de soportar prolongados desgobiernos, pero en Italia imaginarse una grosse Koalition es, sencillamente, perder el tiempo. Pero el análisis de la apasionante situación política que atraviesa Italia debe ceder ante la noticia política relativa a la dimisión de don José Bono como ministro de Defensa.

Un político popular me comentó hace exactamente dos años que la presencia de Bono en el Gobierno era un acierto de Rodríguez Zapatero, pero que dejarle al frente de los servicios secretos constituía un inmenso error que se saldaría con la dimisión o el cese del ministro antes de que la legislatura cumpliera su paso del ecuador. Algunos han visto en Bono el contrapeso a una política rupturista de su propio Gobierno, hasta que no ha podido más por perder el fiel de la balanza su verticalidad, después de sufrir en sus propias carnes aquel aserto winstoniano que localizaba a los enemigos políticos en las filas de su propio partido y dejaba la condición de adversarios a sus oponentes. Tachado, entre otras lindezas, de ´casposo` o de falangista por los socios del Gobierno que lo acogió en su seno, el hasta ayer ministro ha defendido una idea de España que, pese a las trampas semánticas y eufemismos al uso, sigue siendo la de la mayoría de los españoles. A Bono, como a muchos, le resultará imposible coexistir en tareas de gobierno con aquellos que llaman ´proceso de paz` o ´realidad nacional` a figuras que sólo vienen a poner de manifiesto la claudicación del Estado de Derecho frente a sus enemigos.

En España algunos se han empeñado en reducir el concepto de interés nacional a hacer todo lo posible para no pagarle la luz a los alemanes de E.ON. Tan desprestigiada está la idea de España por quienes han procurado la caída de Bono que su discurso de despedida evocó en alguna ocasión al asediado general Silvestre antes de caer en Annual, rodeado de jarcas cabileñas, las mismas que luchaban contra soldados catalanes con barretina en la escena bélica que recoge el cuadro que decora su despacho en el Ministerio.

No les falta razón a aquellos que le critican una actuación siempre aderezada con gestos y maneras populistas, muy del gusto de un personaje histriónico que no dudó en convertir su toma de posesión en un acto social con parada militar, en organizarle a su antecesor en el cargo un aquelarre o en ordenar una no menos sonrojante huida militar con medalla frustrada. En su despedida se citó a MacArthur, pero don José Bono, aunque le ofrezcan el destino diplomático que se le da ahora a los elementos incómodos renovando prácticas franquistas, nunca volverá, sencillamente, porque no se terminará de ir.