domingo, noviembre 23, 2008

Historia de la deuda



De la deuda en cuestión realmente se sabe poco. El acreedor está en Sevilla; el deudor, en Madrid. Parece que la deuda está vencida y que es exigible; sin embargo, no es líquida y no genera intereses. Dependiendo del color del deudor, el acreedor la cuantifica de distinta forma y distintas son también las formas que utiliza el acreedor para intimar al deudor a su pago. Si deudor y acreedor coinciden en color, la deuda ve reducida su ya incierta cuantía y, además, al ser el deudor ´amigo`, el acreedor lo arropa con infinitas paciencia y bondad, y le concede términos de gracia y cortesía para que cumpla con su obligación de pago cómo y cuando le peta, según el proverbio jurídico rondeño: "deudor que reconoce la deuda y no rehúye presencia, no está obligado a su pago". Si no coinciden en color, el acreedor da rienda suelta a una actitud de confrontación de tal virulencia que deja a las sociedades de cobro de morosos convertidas en la más humilde de las órdenes mendicantes.
Ahora, como novedad, la deuda introduce un elemento en línea con su esperpéntica naturaleza: su importe, incierto hoy, depende de la situación económica por la que atraviese el deudor. Si el obligado a su pago pasa por momentos de falta de liquidez, el acreedor acepta de buen grado la reducción del importe de la deuda y aprovecha para imputar la responsabilidad de los efectos de la crisis a Ronald Reagan que, como todo el mundo sabe, es el verdadero culpable de que Andalucía siga en el top ten de las regiones europeas más pobres. Siendo esto así sólo queda plantearse por qué no se llegó a entendimiento en época de bonanza económica, cuando la cosecha sí pudo ser récord, y no ahora, en época de vacas flacas por culpa de los fenómenos de la bandera a cuyo paso no se levantó.
Otro de los elementos característicos de este sainete es el secreto en el que se vienen desarrollando las negociaciones para la fijación del importe de la deuda entre acreedor y deudor. Asumiendo que acreedores de esta deuda somos todos (pues no pertenece a un partido concreto), sólo el ejecutivo representa y "defiende" el crédito, manteniendo entre tinieblas, cuando no en la mayor de las oscuridades, todos esos contactos sobre los que prometió luz y taquígrafos. El derecho de crédito, que es de todos, pasa así a ser titulado sólo por uno que, y esto es lo preocupante, confunde sus intereses y su patrimonio con el del deudor. Tan es así que cuando los colores de acreedor y deudor no eran coincidentes, la deuda estaba cuantificada en una determinada cantidad (era líquida); hoy, sin embargo, la coincidencia política entre acreedor y deudor la vuelve a convertir en ilíquida, y lo que es peor, sea cual sea su importe siempre será inferior al que otrora se reclamó con decisión. Definitivamente, esta ´deuda` es muy rara.

Kosovo



Una de esas pocas ocasiones en las que se ha producido –rara avis- acuerdo en materia de política exterior entre Gobierno y oposición ha sido en el no reconocimiento del recién creado Estado kosovar. La declaración de independencia efectuada por la Asamblea de Kosovo, un acto unilateral sin autorización previa por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero promovido por su enviado especial, el premiado Athisaari, ha constituido un grave error de la política exterior europea provocado, sin duda, por la precipitación de unos intereses americanos siempre dispuestos a procurarle a Rusia una nueva afrenta, esta vez, por la vía indirecta del menosprecio a su tradicional aliada (paneslavismo, religión ortodoxa) en la zona, Serbia.
Cimentado sobre unos pilares manifiestamente contrarios al orden y Derecho internacional, la Asamblea kosovar trató de calmar a la opinión pública declarando que con la independencia y correlativa soberanía sobre su territorio el mapa de Europa quedaba ya cerrado. Nada más lejos de la realidad: la independencia kosovar, una secesión ilegal en toda regla, contraría el Derecho internacional y, concretamente, infringe la letra de la Resolución 1244(1999), del Consejo de Seguridad, cuyos límites sobrepasa de manera intolerable, pues la resolución no iba más allá de la instauración de un régimen autonómico que no violentara la soberanía e integridad territorial de la República Federativa de Yugoeslavia.
Pero, como todo acto unilateral adoptado en el marco de la política internacional, éste tampoco quedó huérfano de respuesta. A los pocos meses de perpetrada la afrenta, Rusia devolvía el golpe en Georgia; humilló al mejor aliado americano en el Cáucaso y le constituyó dos repúblicas "independientes" con la misma falta de fundamento jurídico que acompañó el proceso de independencia kosovar. Medvedev aplicó así en Abjasia y Osetia del Sur, por la vía de los hechos, la misma doctrina europea que procuró la artificial declaración de independencia kosovar, pero que no quiere reconocer ni aplicar, por ejemplo, a Chechenia. En política internacional, donde las dan las toman; Rusia se ha cobrado en Georgia la pieza perdida en Kosovo. Se trata de recolocar las piezas en el tablero.
Que España haya visto con recelo –cuando no con espanto- la ilegal secesión de Kosovo y el alocado reconocimiento que le han dispensado la gran mayoría de los estados miembros de la UE, es cuestión absolutamente lógica si se atiende a las tensiones que se viven en partes de su territorio. ¿Quién puede asegurar ahora que no se aplicará aquí la artificial doctrina kosovar? Resulta estremecedor que el capricho y la precipitación de algunos pueda violentar el Derecho internacional y recibir, además, el beneplácito de la mayoría.

El regreso



El todopoderoso Frankfurter Allgemeine Zeitung, faro liberal-conservador de Alemania, ha criticado con aspereza los empeños del presidente del Gobierno español por hacerse con un hueco en el acto de refundación del capitalismo que el G-20 celebrará en Washington. El diario alemán, impecable en el desarrollo de la noticia pero con cierta retranca alpina, afirma que este éxito de la tenaz diplomacia española va a ser el punto de partida para convertir a España en un "actor de relevancia global", precisamente ahora cuando en el universo Obama la estrella española se prepara para brillar con luz propia en el firmamento de una política exterior hasta ayer abandonada. Remata la FAZ su crónica con una afirmación que pone en boca del presidente: la invitación supone el final de un periodo de aislamiento internacional de España, herencia del franquismo, que tras treinta años de democracia ha podido ser finalmente superada con este reconocimiento internacional. Habrá que conocer la opinión de Felipe González al respecto, y algo me dice que pronto recibiremos noticia suya.
La edición europea del International Herald Tribune es mucho más cruel a la hora de formular la crítica de un presidente al que considera ajeno a cuestiones que excedan de la política doméstica –reflejo de su débil posición en el tablero internacional, según se afirma- que al final ha conseguido la silla gracias a la generosidad francesa. Zapatero, dice el Herald, no habla idiomas, concede muy pocas entrevistas a medios extranjeros y parece incómodo, cuando no en soledad, en las cumbres internacionales.
Sorprenden las críticas foráneas a la presencia española en la cumbre. Puede que la Frankfurter Allgemeine vea con recelo el acercamiento español a la posición francesa. En una Europa gobernada por una derecha que pugna abiertamente entre sí por el protagonismo en la cumbre de Washington (las relaciones entre Merkel y Sarcozy no parecen atravesar su mejor momento) la posición española se ha decantado finalmente por alinearse con la francesa, sin perder de vista el papel estelar de Gordon Brown. La visión finalista de Sarcozy y Merkel acerca de la cumbre del G-20 no es ni mucho menos coincidente; Sarcozy sabía que la presencia española era recibida con cierto recelo en Berlín, pues supone contar con la presencia de un gregario de las tesis francesas.
Decía Henry Kissinger que en cuestiones de política exterior no se puede ir por ahí haciendo el misionero. Hay síntomas de despertar en la política exterior: la comedida respuesta al triunfo de Obama, las palabras de la ministra Chacón en Afganistán sobre la presencia de tropas españolas y la gratitud de Zapatero para con Bush son actuaciones esperanzadoras que pueden suponer el final a cinco años erráticos.

El asesor retroactivo




Que inventen ellos. Esa frase franquista tan despectiva, soberbia pero reconocedora de las propias carencias y frustraciones, ha quedado laminada con el hallazgo de un consejero catalán de Innovación, lumbrera nacional, capaz de desfacer el endémico entuerto patrio de la cesantía. Por fín, don Homobono Quiñones, el cesante por excelencia de Mesonero Romanos, no tendrá que temer por su puesto ni incurrir en esa especie de muerte civil que se conocía en España con el nombre de cesantía. La política nacional ha creado –para eso están los innovadores- la figura del asesor retroactivo, una suerte de suertudo, beneficiario del don de la ubicuidad, que por una ficción jurídica aparece ahora donde no estaba y, además, cobra, que al fin y al cabo "trincar la tela" es lo único importante y lo que más fomenta las necesarias adhesiones inquebrantables que esa entelequia denominada "sociedad civil" observa con disciplinado silencio.
En efecto, la retroactividad del nombramiento permite que el designado por el político de turno perciba la retribución a partir de la fecha que establezca el diario oficial correspondiente, desplegando así el nombramiento sus efectos ex tunc. No sé si advierten en toda su magnitud este hito histórico: allí donde vea un solo asesor o consejero, áulico o mediopensionista, pero siempre anónimo, estará viendo a partir de ahora a dos; dos por el precio de dos (o de tres). Estamos ante una formidable creación política consistente en lo que podíamos calificar como el "asesor sostenible" (lo "sostenible" es ahora lo verdaderamente importante), invento revolucionario también en el mundo de la física porque -y ya era hora- hemos conseguido la excepción a que dos cuerpos ocupen simultáneamente el mismo espacio.
La figura de la retroactividad, hasta ahora conocida sobre todo en el mundo del Derecho, ha traspasado sus umbrales para adentarse en el tenebroso campo de la política. La declaración de quiebra desplegaba sus efectos (la nulidad) con carácter retroactivo; como algo de nulidad hay también en la designación y en la propia condición de los consejeros políticos, a partir de ahora, con este fenomenal invento, el designado cobrará con carácter retroactivo, salvando esa incomodidad administrativa consistente en no haber aconsejado durante el tiempo en que otros, los adversarios, gobernaban.
El asesor retroactivo se equipara así en la salvaje fauna política nacional al sindicalista liberado, envidiado espécimen ibérico, imprescindible colaborador en la elaboración de prestigiosas guías de gourmets. Si fuera dietista de Méndez y de Fidalgo me permitiría aconsejarles que hicieran ejercicio, que caminaran, aunque fuera detrás de una pancarta. Y para terminar, una pregunta desde la más absoluta estulticia: todo esto, ¿quién lo paga?

Política




Se atribuye al sentido del humor del economista Fabián Estapé la respuesta a la pregunta de un periodista allá cuando la crisis del petróleo a principios de los setenta: "Profesor, la economía española, ¿ha tocado fondo?". "Sí", respondió decidido Estapé, "ahora lo que estamos es escarbando". Solbes, con más cautela, afirmó ayer en el debate de los Presupuestos que lo malo está todavía por llegar, todo un logro para quien no la vió venir a pesar de su dilatada experiencia en crísis económicas. Quién sabe; a lo mejor estamos escarbando ya desde hace el día del debate económico, que ganó Solbes, sí, y perdimos los españoles.

Dicen que en política está todo inventado y que cualquier actuación, maniobra o estrategia tiene su antecedente. El enfado entre dos partidos hermanos (UPN y PP) se asemeja al conato de ruptura de sus homólogos de la derecha alemana, cuando aquel intento de Strauss de romper con la CDU, entonces en la oposición. Enterado Kohl de la traición, telefoneó al ´león de Baviera` y le dijo: "mañana te abro una sede en Munich". La advertencia fue suficiente y la fiera volvió a la jaula.

Parece que Rajoy no lo va a tener tan fácil, rodeado como está de halcones partidarios de romper la alianza y de palomas que abogan por recomponer los cauces de entendimiento para evitar una ruptura que no tiene marcha atrás y que solo beneficia al adversario. Puedo entender ahora bien esa frase hecha acerca de la soledad del líder. Halcones y palomas, pero en la fauna que rodea a Mariano Rajoy la especie que más prolifera es el lince madrileño, agazapado, atento a dar el zarpazo una vez se consume la inevitable ruptura o se transija con una solución que sólo servirá para poner de manifiesto su debilidad. Esta escaramuza ya tiene su derrotado.

Pero, no es verdad que en política esté todo inventado. La política ofrece situaciones esperpénticas, que por su originalidad no tienen parangón en la historia de la democracia. La anunciada renuncia a oponerse a los Presupuestos en todos aquellas comunidades autónomas o municipios en los que el partido del Gobierno está en la oposición con el pretexto de ´arrimar el hombro` supone una clara dejación de cometidos y responsabilidades de imprescindible asunción en un partido político que se llama democrático. La renuncia al ejercicio del derecho (y también deber) de oposición en la discusión de una de las normas más importantes (la presupuestaria) es un peligroso precedente de consecuencias que no han sido bien medidas por sus alegres promotores y que nos devuelve a sistemas políticos que nada tienen que ver con un Estado democrático. Para renunciar a la oposición, "haga como yo, no se meta usted en política", como le dijo Franco a un ministro quejumbroso que ya había recibido la visita del motorista.





Al primer ministro británico se le debe la feliz idea de la necesidad de un nuevo Bretton Woods, un sistema que ofrezca una nueva estructura financiera para el futuro. La crisis financiera, afirma Brown, debe aprovecharse para hacer lo que ya era necesario hace años y no puede posponerse más. La alocada intervención por los gobiernos en el sistema financiero y bancario de lo que hasta hace poco era la champions league parece abonar la tesis de que es necesario un nuevo orden económico internacional como el logrado en 1944 en el Hotel Mount Washington.

Las medidas de intervención adoptadas a la fecha por los EEUU y algunos miembros de la UE ponen de manifiesto algunas diferencias. En los casos británico y alemán (también en el de los EEUU), las ayudas estatales –ahora permitidas, por no entenderse aplicable el art. 87 del Tratado de Roma y mirar la Comisión a otro lado- sirven para financiar a las entidades bancarias y, al mismo tiempo, hacerse con una participación en su accionariado. La medida –que no se contempla inicialmente en otros países ´intervencionistas`, como por ejemplo España- supone una nacionalización total o parcial de las entidades bancarias afectadas, fórmula que se quiere vender desde la perspectiva de poder afrontar así con mayor rigor los beneficios de la masiva inyección de liquidez en los destinatarios últimos de estas actuaciones: los consumidores y las empresas. En los EEUU se escribió ayer (New York Times) sobre la entrada del Estado en nueve entidades bancarias (entre otras, Bank of America, JPMorgan, Citygroup, Wells Fargo, Morgan Stanley). Imagino la cara de sorpresa de don Hugo Chávez al saberse precursor de medidas de nacionalización e intervención bancarias que han sido ahora secundadas hasta por su más feroz enemigo. Al final, todos bolivarianos.

Pero hay un dato que suele pasar desapercibido por esa volunta constante de los políticos de ocultar la parte más desagradable de la historia. No me refiero a quién debe pagar la cuenta, porque la respuesta temo saberla. Me refiero a cómo se distribuye en un estado federal (o autonómico) el coste de estas medidas. Sólo los alemanes, en su conocido masoquismo, han querido dejar claro que el Bund pagará el 70% del coste de esta intervención, pero que los estados federales (los Länder) deberán hacerse cargo del 30% restante. ¿Y aquí? ¿Cómo se va a distribuir la carga financiera entre las autonomías? A la hora de pagar qué criterio debe aplicarse: ¿el de población o el de territorio? Porque en los nuevos estatutos autonómicos se establece una corresponsabilidad en el desarrollo competencial de la actividad de las entidades de crédito. Nada se ha dicho al respecto. Silencio maestrante, que no es más que el preludio de las grandes faenas.









La desbandada




Primero se habló de una Europa a dos velocidades, la más acelerada de las regiones del Norte y la menos dinámica de las naciones del Sur, ésas que en su día conformaron la más que etérea Alianza del Sol, una comunidad imposible de estados miembros cuyo principal finalidad era la de hacerse con la tarta de las subvenciones comunitarias. La Europa de la deux vitesse se ha vuelto a manifestar ahora en la reunión de los cuatro países europeos miembros del G-8 convocados por Sarcozy para poner de manifiesto que ni el reducido círculo de los más poderosos es capaz de adoptar una posición común en tiempos de crísis económica. España no fue invitada. Todavía resuena en las cancillerías europeas el eco de las declaraciones que el presidente del Gobierno español realizó al Corriere de la Sera hace ahora dos años: "No pediremos entrar en el G-8. Miraremos más allá". La realidad de los hechos confirma que nos hemos quedado en el "más acá".

De la efímera Europa de las dos velocidades se ha pasado a la desbandada general. En época de crísis financiera nadie conoce a nadie. El lema de la UE, -unidos en la diversidad-, no se tiene ya en pie a la vista de la reacción heterogéna de los países miembros cuando aprieta el zapato de las quiebras financieras. Esa Europa que proclamaba con orgullo la necesaria acción común en todas las políticas mediante la más que conveniente unificación o armonización de las legislaciones de los estados miembros, se encuentra ahora desbordada por acciones individuales de sus gobiernos que cuando no son contradictorias introducen –como en la elevación de la garantía mínima común de los depósitos bancarios- una curiosa puja al alza que rompe la deseada unidad de acción en una política comunitaria que se dijo era común. Otra muestra adicional de la advertida inoperancia de la hipertrofiada UE.

Y qué decir de la decidida intervención de los gobiernos de algunos Estados europeos en defensa de sus entidades bancarias en quiebra. ¿No estamos ante ayudas públicas incompatibles con el mercado común cuando desde instancias públicas se inyectan fondos en sociedades bancarias deficitarias para evitar, precisamente, su hundimiento? ¿No se está corrompiendo el libre mercado y la imprescindible competencia con actuaciones discriminatorias que sólo pretenden mantener artificialmente en vida a entidades que han sido incapaces de superar las condiciones cambiantes del mercado? Las medidas intervencionistas sólo ponen de manifiesto la frágil salud de nuestro sistema financiero y nunca pueden constituir una solución en sí mismas. Será necesario que el sector financiero inicie un proceso de reestructuración que tenga un efecto purgante, porque las medidas intervencionistas sólo procurarán una artificial extensión de la crísis.

Oktoberfest



Desde el lobby del elegante The Charles Hotel muniqués veo como avanzan a duras penas columnas de vencidos por quien aquí llaman el pan líquido, la cerveza, reina indiscutible de la fiesta que durante tres semanas se celebra en la capital bávara. Apoyados los unos en los otros, en un estado de embriaguez que les impide mantener el equilibrio, el triste desfile recuerda más a la huída de Stalingrado que a un alegre fin de fiesta. Post festum, pestum.

Dice un refrán bávaro que "todo tiene un final, excepto las salchichas, que tienen dos". El refrán viene de maravilla a la hora de analizar la debacle del partido social cristiano bávaro, la todopoderosa CSU, en las elecciones celebradas el pasado domingo. Se rompen más de cuatro décadas de indiscutible y exclusiva hegemonía en Baviera del partido hermano de la CDU de la canciller Merkel, que ahora tendrá que compartir gobierno presumiblemente con los liberales de la FDP. Los medios coinciden en calificar el resultado de la CSU como una debacle, pese a que ha obtenido el 43% de los votos; todo lo que no fuera mayoría absoluta era un fracaso para el partido que ha gobierna una de las regiones más ricas del mundo (lógicamente, para quienes gobiernan las regiones más pobres de Europa también lo sería).

El análisis detallado del resultado electoral lleva también a una segunda conclusión: la izquierda bávara no avanza; se estanca en similares resultados a los obtenidos en las últimas elecciones (los socialistas de la SPD pierden votos y escaños). ¿Qué ha ocurrido entonces para que se haya producido esta importante fisura en el partido hegemónico? La marcada abstención; el hartazgo de parte del electorado con quien gobierna aquí "desde siempre"; la amarga sustitución del líder Stoiber; la desastrosa cohabitación entre el ministro presidente (Beckstein) y el presidente del partido (Huber, que dimitió ayer). En general, se trataría de reproches a la estética, más que a la forma de hacer y desarrollar políticas.

Todas son causas del ´desastre` bávaro, pero llama poderosamente la atención la aparición en el mapa electoral de una coalición de electores libres, en su mayoría antiguos miembros de la CSU desencantados con la política desarrollada y, en algunos casos, molestos por no haber cubierto en el partido sus objetivos personales. Esta inestable coalición ha obtenido el 10,2% de los votos, y se ha convertido en la tercera fuerza política bávara sin un ideario político uniforme, pues muchas son las tendencias que dice aglutinar. Y es que en Baviera –como en Austria- se ha visto un general debilitamiento de los partidos tradicionales, principal síntoma de que en ambas sociedades se viven momentos conflictivos y difíciles. Veremos hacia dónde conducen estas aventuras.

Plan de paz




Uno de los acuerdos establecidos en el plan de paz para Georgia que el presidente Sarcozy, ese moderno Chamberlain, impulsó a mediados del mes de agosto estableció la retirada de las tropas rusas al punto en que estaban antes de que se iniciara el conflicto. A finales del mismo mes, en un evidente incumplimiento del plan, Rusia reconocía a las nuevas repúblicas títeres de Osetia del Sur y Abjasia, estableciendo así nuevas fronteras en el territorio de su humillado y vencido enemigo, la rebelde Georgia. El siguiente paso ha sido el de poner a patrullar a 200 policías de la Unión Europea, no en las fronteras a las que se refería el plan de paz sino en las que Rusia ha creado con el reconocimientos de sus dos repúblicas de opereta. Claro está que controlar el alto el fuego dentro del territorio georgiano puede interpretarse como un reconocimiento tácito por la UE de las nuevas repúblicas, de su acartonada soberanía y de las fronteras trazadas artificialmente por la madre Rusia.

Europa, también humillada, paga en Georgia el precio por Kosovo. Kosovo ha sido para Rusia la coartada perfecta para intervenir allí donde más le dolía, Georgia. En opinión del agresor, si Occidente –con la muy honrosa excepción de España- reconoció como estado soberano al engendro kosovar, nada había de impedir a Rusia agredir la soberanía e integridad territorial del vecino y crearle dos repúblicas en su territorio.

Moscú también ha lanzado en Georgia un aviso para navegantes: a las repúblicas secesionistas no se les tolera, en su limitada soberanía, ningún escarceo con Occidente que ponga en entredicho el poder del renovado imperio. No es ninguna sorpresa que la prioridad de la política exterior de todos los países que han estado bajo el yugo soviético haya sido entrar en la OTAN para colocarse bajo el paraguas norteamericano. En una visita de Merkel a Polonia cuando todavía coincidían en el poder los gemelos Kazinsky, los anfitriones llevaron a la canciller a una instalación de misiles que apuntaban al Este. "Miran al enemigo", le comentaron a Merkel, "pero no sabe Ud. lo poco que tardan en girar 180º y apuntar al Oeste". Merkel entendió bien el mensaje.

La anécdota también pone de manifiesto la inexistencia de una política exterior común en la UE que obliga a sus representantes a prácticar una política de paños calientes, de reacción antes hechos consumados. Quien en política exterior reacciona, afirma Nonnenmacher, se encuentra siempre en la desventaja de enfrentarse a los hechos consumados por su oponente. Sólo queda lamentar que la cumbre de OTAN celebrada en Bucarest fuera tan ambigua en relación con el ingreso de Georgia y Ucrania; al menos queda la esperanza de que la actitud rusa acelere la réplica de una Europa desdentada a la que se pide que muerda.

Perro Rabioso




Dijo Groucho que no era la política quien hacía extraños compañeros de cama, sino el matrimonio. La máxima marxista debería someterse a profunda revisión a la vista de las visitas occidentales que está recibiendo en estas últimas fechas el coronel Muamar el Gadafi, el mismo que fue objetivo de bombardeos ordenados por el republicano Reagan (tampoco las relaciones con el demócrata Clinton fueran precisamente las mejores). Hoy –así está el complejo patio de la morería- ha pasado de ser el ´perro rabioso` (en expresión acuñada por Reagan), mecenas del terrorismo internacional, a un deseado partner comercial para europeos y norteamericanos. ¿Qué ha cambiado para que la gumía de la Jamahiriya se haya convertido en deseada y hospitalaria alfombra?

El motivo ha sido lo que en los EEUU se reconoce como rehabilitación del líder libio, después de admitir públicamente la participación en actos terroristas (Lockerbie; discoteca La Belle) y asumir directamente las reparaciones económicas unidas a la (auto) declaración de culpabilidad. El arrepentimiento público tuvo como foro el de las Naciones Unidas; en Agosto de 2003, Libia abjuró del terrorismo y asumió públicamente las responsabilidades e indemnizaciones derivadas de actos de terror.

A partir de Agosto de 2003 se produjo un cambio paralelo en la actitud de las potencias occidentales que, en contraprestación a las nuevas maneras de Gadafi, levantaron los diversos embargos que hasta la fecha lastraban la débil economía libia. De los que aparecían en la famosa foto de las Azores –en la que también salió retratado un vicepresidente de la Internacional Socialista, cuestión que parece algunos olvidan con facilidad- salió Aznar con dirección a Trípoli, por indicación del presidente Bush, con el ánimo de sondear la nueva actitud del líder libio, para volver con un caballo de regalo.

A partir de la visita de Aznar se han sucedido los contactos de líderes occidentales con Gadafi: Sarcozy medió en la liberación de las enfermeras búlgaras; el final feliz del ´secuestro` lo aprovechó el Coronel para ganarse a Francia. Tony Blair le visitó en mayo de 2007, un mes antes de dejar su cargo, para poner de manifiesto la nueva etapa de colaboración en materia antiterrorista y celebrar la vuelta de la petrolera BP a Libia. Después llegó Berlusconi con la excusa de las reparaciones derivadas del proceso de colonización para firmar un inteligente acuerdo que proporcionará a Italia una indudable presencia en Libia sobre la base de la gestión de nuevas infraestructuras. Por último, la visita de la Secretaria de Estado Condolezza Rice sirvió para escenificar la vuelta de Libia a la normalidad internacional con una visita compleja que abre una nueva fase en las relaciones con la superpotencia. Los enemigos de ayer son los amigos de hoy.


Crisis




EUROSTAT es la oficina estadística de la Unión Europea. En su boletín de 29 de agosto de 2008 sobre el índice de desempleo en la eurozona coloca a España a la cabeza del paro en Europa, con un 11% de desempleo, 3.7 puntos más que la media comunitaria. España ha incrementado sustancialmente el paro, cuando la tendencia en Europa es, precisamente, la de creación de empleo (la media de desempleo en la UE 27 a julio de 2007 era de 7.1%, mientras que a julio de 2008 descendió tres décimas (6.8%). España es, además, el Estado miembro que más ha aumentado su tasa de desempleo en el último año: del 8.2% en agosto de 2007 se ha pasado al 11% actual (casi tres puntos más en un solo año). En ese mismo período, la tasa de paro se ha reducido en Polonia del 9.5% al 5.9%.

No son mejores los resultados si se atiende al paro femenino. En la EU 27 ha descendido la tasa de desempleo femenino del 7.7% al 7.2%. Sin embargo, España sigue siendo el país comunitario con mayor tasa de desempleo femenino, que además lo incrementa, en contra de la tendencia seguida por el resto de Estados miembros. Estamos ante un problema que la buena voluntad (o efecto maquillaje) de la legislación sobre igualdad no ha podido solucionar (y no hay mejor política social que la creación de empleo). En esta particular champions league del desempleo también se lleva España el principal trofeo en desempleo juvenil (menores de 25 años). La tasa europea está en el 14.6% (nueve décimas inferior al año pasado). España, sin embargo, la incrementa notablemente y deja la tasa de desempleo juvenil en el 24.8%, más de diez puntos por encima de la media europea.

Otro informe de EUROSTAT publicado también a finales del mes de agosto fija la tasa de inflación en la eurozona en el 3.8%; la de España, después de superar los cinco puntos en julio (5.1%), ha descendido al 4.9% al mes de agosto, algo más de un punto por encima de la media europea.

Hay quienes tienen una gran habilidad en imputar a terceros las causas de los males. La crisis, se afirma por algunos, responde a cuestiones exógenas, a motivos que escapan al poder de un Gobierno que se ve superado por circunstancias ajenas a su voluntad y fuera de su control. Otros, sin embargo, más realistas (y, me temo que más acertados) apuntan a la falta de previsión derivada de una política económica inexistente en el campo de las reformas estructurales. Se ha preferido vivir de las rentas antes que prepararse seriamente para una crisis que los expertos avanzan será larga y profunda. En Alemania llevan ya cuatro planes estructurales de choque para afrontarla (los programas Hartz); aquí, lo mejor que se le ha ocurrido a algunos es llamar antipatriotas a quienes denunciaban la situación. El debate económico lo ganó Solbes, sí, pero lo perdimos los españoles.

sábado, noviembre 22, 2008

Imperialismo


La caída de la Unión Soviética fue definida por Vladimir Putin como "la mayor tragedia del Siglo XX; una catástrofe geopolítica de consecuencias impredecibles". En sus palabras, pronunciadas cuando accedió a la presidencia del Federación Rusa, latía la nostalgia por un poder imperial arruinado: la Unión Soviética, destrozada tras décadas de miseria política, económica y moral, podía perder esa posición de primacía mundial que le llevó en su día a liderar uno de los dos bloques en los que se dividía el tablero de la política internacional. Y la URSS ejerció ese liderato con puño de hierro, sin dar oportunidad a peligrosas aventuras de sus satélites con las que se pretendía mostrar el denominado <>.
Habrán pasado cuarenta años después de que los tanques soviéticos desfilaran por Praga para destrozar los sueños de su primavera política, pero en el fondo poco ha cambiado en el comportamiento de una superpotencia que se ha levantado tras años de obligada hibernación. Es más; estamos hoy más cerca de aquellos sucesos de Praga que hace diez años. La falta de respeto por la soberanía de los países vecinos sigue siendo la misma. A la doctrina Breznev –expuesta en su discurso dirigido a los camaradas del Partido Comunista polaco en noviembre de 1968 para justificar la agresión- le sigue ahora la doctrina Putin –poco duró el interludio de la doctrina Sinatra acuñada por Gorbachov y Sheverdnaze-, que postula los mismos principios que los que pretendieron justificar en su día la intervención en Checoslovaquia. En suma, la Unión Soviética (hoy, la Federación Rusa) tiene el pleno derecho a intervenir en países que considera están bajo su órbita para defender los intereses propios y también los ajenos. Así lo ha demostrado ahora en el conflicto del Cáucaso: las garras de superpotencia mundial continúan afiladas en su política internacional.
De la misma manera que Breznev –ni tampoco los Ulbricht y otras marionetas del Pacto de Varsovia- no podían tolerar a Dubcek una apertura política en Checoslovaquia que hubiera adelantado en veinte años la caída de un régimen político tiránico, Putin jamás admitirá que las potencias occidentales conviertan Georgia en su particular ´santuario` capitalista y atlantista, ni aceptará tampoco perder el monopolio del suministro de petróleo a Europa occidental (es sintomático que el único político europeo que ha defendido la invasión de Georgia haya sido Schroeder; pero, claro, el ex canciller es consejero de North Stream, una filial de Gazprom).
Otros han puesto ya sus barbas a remojar. En Ucrania, la primer ministro Julia Timoshenko se ha separado (más) del Presidente Jushchenko y de sus aspiraciones atlantistas-europeistas para alinearse con el vecino ruso. La "revolución naranja" se torna más roja.

La caída de la Unión Soviética fue definida por Vladimir Putin como <

Septiembre Negro



Abu Daoud vive para contarlo -con el permiso de Israel- en Amman. Es el único superviviente de los terroristas que perpetraron la acción criminal conocida como ´Masacre de Munich`. Dicen que Israel le ha perdonado la vida porque no tiene nada en contra de quienes espían para países amigos, pero si fuera él no me tomaría en serio esas promesas y procuraría guardar una prudente distancia. En la cafetería de un hotel de Varsovia, en 1981, un agente –dicen que del Mossad, aunque el tiroteado siempre afirmó que la autoría correspondió a un doble agente palestino- le pegó a Daoud trece tiros pero, a diferencia de lo que cuenta la letra del corrido mejicano, ninguno de ellos fue de muerte.
Ayer lo volví a ver en la televisión pública alemana, avejentado, tratando de justificar su actuación en Munich y afirmando que, aunque esté viejo para la lucha, sus nietos y los nietos de éstos estarán preparados. Está visto que los terroristas nunca se arrepienten. A él se le consideró lo que algunos denominan "autor intelectual" del acto criminal. Daoud recibió las armas llegadas de la República Democrática Alemana; las consignó en la Estación Central muniquesa y, posteriormente, el día del atentado, las entregó a los ocho terroristas palestinos que habían de entrar en los apartamentos de la Connolystrasse. Lo que después ocurrió es conocido por todos y sólo es imputable a un cúmulo de errores de las autoridades alemanas que, todavía hoy, prefieren evitar hablar del asunto.


Las medidas de seguridad en el recinto olímpico eran prácticamente inexistentes por el expreso deseo de los organizadores de querer dar una imagen distinta a la de Berlín ´36. Los policías patrullaban desarmados. Se abortó un intento de asalto al advertirlo los terroristas porque estaba siendo televisado y radiado en directo. Las autoridades alemanas rechazaron la ayuda de Israel, cuyas unidades contraterroristas eran las únicas expertas en este tipo de asaltos (el GSG 9 se creó a consecuencia de la mala experiencia de Munich ´72). Los ´expertos tiradores` de la policía alemana destacados en el aeropuerto de Fürstenfeldbruck eran unos simples aficionados que solían hacer prácticas de tiro los fines de semana y no estaban familiarizados con el armamento que se les proporcionó ni comunicados por radio. Las tropas de apoyo no pudieron llegar a tiempo al aeropuerto militar por un enorme atasco en la carretera de acceso. Los tres terroristas supervivientes fueron canjeados el mes siguiente en el aeropuerto de Zagreb por los pasajeros alemanes del vuelo de Lufthansa Beirut-Frankfurt. Los terroristas fueron recibidos en Trípoli como los "héroes de Munich". No se suspendieron los Juegos.


En esta triste historia sólo Israel (Golda Meir) supo estar a la altura de las circunstancias.

Guerra Fría



Decían que los Juegos Olímpicos eran también un momento para la paz mundial; que marcaba en los conflictos bélicos un momento para la tregua, para un alto el fuego que sirviera también de acicate para la distensión. En el caso del conflicto del Cáucaso, Rusia ha querido utilizar el desarrollo de los Juegos como efecto amortiguador del eco de una guerra buscada de propósito para intentar contrarrestar el empuje occidental en esa importante zona.
Como escribió Gustavo de Arístegui en la edición de EL MUNDO de ayer –con su acostumbrada clarividencia para la política internacional-, resulta asombroso advertir cómo se hace el silencio entre la progresía mundial cuando la agresión la perpetra uno de los que aquélla considera ideológicamente cercano. No hay manifestaciones ni se menciona a Naciones Unidas como intérprete de la legalidad internacional, pues se es consciente de que el contendiente más poderoso tiene la llave que otorga el derecho de veto en el Consejo de Seguridad. Mientras tanto, el invasor quiere disfrazar su "Anschluss" alegando la defensa de las minorías desprotegidas, una coartada ridícula que recuerda a la utilizada por los nazis para desencadenar la II Guerra Mundial (¿o no utilizó Hitler la excusa de la protección de la minoría alemana en Polonia para invadirla?).
Esta crisis del Cáucaso no es la de los trece días de Kennedy y de Jruschov, pero sí puede derivar en una reedición de la Guerra Fría. Rusia ha recuperado tras el desmembramiento de la URSS la calma económica y la posición política necesarias para volver a recomponer su imperio. Georgia es para los rusos una región rebelde por su claro posicionamiento occidental. Desaparecido por la voluntad popular el gobierno títere de Scheverdnaze y aupado al poder un joven abogado graduado por la Universidad de Columbia y doctorado en leyes por la George Washington, Rusia perdió influencia en la zona. El principal éxito político de Saakashvili –quizás su tumba- fue la visita de George Bush en 2005 a Tiflis, que Rusia supo contabilizar en el debe de las complejas relaciones bilaterales con el vecino para pasar ahora factura.
Rusia no puede tolerar que una república caucasiana, carne de su carne, pida a gritos el ingreso en la OTAN y tremole la bandera de la Unión Europea a la primera ocasión, contagiada por el éxito de otros territorios que en su día fueron satélites soviéticos o formaron parte de la URSS. Pero el territorio de una república independiente, pro-occidental, europeísta y atlantista no puede servir como suministrador de petróleo paralelo a Rusia; el abastecimiento de oro negro por Georgia a la Europa occidental rompe el monopolio ruso en el suministro, y el Kremlin no está dispuesto a que se juegue con una de sus principales armas para influir en la política occidental.

El rey y su patrocinado


A Luis II de Baviera –el rey solitario- no le gustó nunca gobernar. Dirigir el reino era tarea que le producía un profundo desagrado. El rey detestaba a sus ministros; el pueblo, sus súbditos, le incomodaban. Para evitar a unos y otros, Luis II construyó su particular mundo en las montañas de los Alpes bávaros. Allí mandó elevar su palacete de Linderhof, a imagen y semejanza de los que en su día habitó su admirado rey Luis XIV; para evitar ser molestado ideó el "Tischlein deck dich", una mesa que por un sistema de poleas bajaba al sótano para ser servida y subía después para que el rey disfrutara de la comida en soledad. Obsesionado con la belleza, como le desagradaba la cara de su ayuda de cámara, ordenó que entrara en sus habitaciones ocultando su rostro con una capucha; las mejores sopranos de la época –poco agraciadas- cantaban para el rey escondidas tras un seto. Su cabaña alpina de Schachen, a más de dos mil metros de altura, la decoró con motivos morunos, recreando un palacete turco y poniendo así de manifiesto una muy quebradiza salud mental.

Pero la abulia real para las tareas de gobierno, esa enfermiza apatía que rodeó la vida de Luis II, se contrarrestaba con su desmedido afán por hacer realidad un mundo irreal basado en las leyendas nibelungas, historias de caballeros y damas, de honor y de amor. Construyó el castillo de Neuschwanstein –en el que sólo pasó catorce noches- y decoró sus paredes con imágenes de Parsifal, Tristán e Isolde y del caballero Sigrifido, pinturas de dudoso gusto que recuerdan a los comics del Capitán Trueno o de Jabato. Neuschwanstein fue después adoptado por Walt Disney, catapultando así al castillo a una fama mundial que le han procurado al gobierno bávaro cuantiosos ingresos derivados del millón y medio de visitantes anuales. Al castillo de Neuschwanstein le siguió el palacio de la Herreninsel, en el lago Chiemsee, a mitad de camino entre Salzburgo y Munich. Allí, en una isla, mandó construir una imitación del Palacio de Versalles, como homenaje al rey Borbón y al estilo de gobierno que Luis II más envidiaba: el absolutismo. A Luis II le fascinaba esa forma de gobernar porque le hubiera mantenido alejado de sus incómodos ministros y de un pueblo al que consideraba grosero e inculto.

Y como todo gobernante con ribetes absolutistas, Luis II se convirtió en mecenas. Si a su abuelo Luis I le dio por las más bellas mujeres de la época –hasta que la irlandesa recriada en España, Lola Montes, le costó el trono- Luis II escogió el mecenazgo, eligiendo a Richard Wagner para que pusiera música a las sagas nibelungas. Llegó incluso a construirle un teatro en Bayreuth donde el maestro pudiera recrear unas obras que hoy admiramos gracias a la extraordinaria batuta de otro patrocinado: Daniel Barenboim.

La gira




El candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, Barack Obama, ha paseado su buena estrella por algunas capitales europeas para intentar demostrar su dominio de la escena internacional. No es costumbre en la política americana que un candidato a la presidencia realice el despliegue que ha efectuado Obama tanto en Europa como en diversos puntos calientes (Israel, Palestina, Afganistán). Las relaciones internacionales preocupan en los EEUU a quienes ya han sido elegidos presidentes, pero no a los presidenciables que, al menos hasta ahora, se han refugiado en intensas campañas internas, domésticas, pues al fin y al cabo es allí donde se vota. Ahora, a la vista está que la política internacional es asignatura que el candidato debe aprobar si quiere pasar con éxito la reválida de las elecciones.

En su reciente periplo europeo el hábil Obama ha seguido sacándole jugo a su muy estudiado estilismo kennediano. El candidato imita a JFK convencido de la enorme rentabilidad política que todavía encierra el legendario presidente de vida y obra inacabada. Obama ha adoptado ese aire lánguido tan propio de Kennedy, sus lentos movimientos, el lenguaje de las manos, la sonrisa. Tan estudiado es el parecido que ha contagiado a su mujer, que ahora aparece por obra y arte de los temidos asesores de imagen convertida en una segunda Jackie, vestida con trajes de Givenchy de principios de los sesenta y los mismos collares de perlas de la antigua primera dama.

En su viaje a Europa a Obama sólo le ha faltado entrevistarse con algún nieto de Jrushev en el Hotel Imperial de Viena para que el parecido con la giras de JFK de 1961 y 1963 fuera completo. En París no le recibió el plúmbeo De Gaulle –a quien JFK veneraba y toleraba consejos no siempre políticamente correctos- sino un sonriente Sarkozy que parecía estar pasándoselo estupendamente a costa del inexperto candidato. Apoteósico fue el recibimiento a Obama en Berlin, con más de doscientas mil asistentes a su discurso en la Columna de la Victoria de la capital de Alemania. No lo recibieron ni Adenauer ni Willy Brand, pero sí una entusiasta Angela Merkel a quien no parece desgradarle un demócrata en la presidencia de los EEUU. Su discurso no fue ni mucho menos el de Kennedy (haría bien en cambiar de "fantasma" -como se denomina en el argot político a los speech writer de la Casa Blanca; White House Ghosts, A. Schlesinger, 2008-), pero dejó una frase para la prensa: "Con un ojo puesto en el futuro, nuestros corazones decididos, recordemos el pasado, contestemos a nuestro destino y rehagamos la Historia". A Kennedy le bastó con el "Ich bin ein Berliner" y Ronald Reagan ofreció su mejor discurso en Bergen-Belsen. Veremos quién le canta el año que viene a Obama el "Happy Birthday, Mr. President".

El cazador cazado



Dicen que la venganza es plato que ha de servirse frío para disfrutarla más. La Justicia, en cambio, para serlo de verdad necesita su tiempo –el "plazo razonable" al que aluden las normas internacionales sobre derechos humanos- ; ni mucho ni poco, porque tanto lo sumarísimo como lo eterno pueden convertir el fallo en exponente de la mayor injusticia. Al juez Gómez de Liaño, después de un largo calvario, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha venido a darle la razón y a hacer Justicia (con mayúsculas) en sentencia publicada ayer en su página electrónica. La resolución condena al Reino de España por infracción del art. 6.1 del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales y declara que ha existido en la tramitación del procedimiento judicial (inquisitorial, más bien) padecido por el Sr. Gómez de Liaño una infracción de su derecho a un tribunal independiente e imparcial. Nada más y nada menos.

En su sentencia, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos analiza la parcialidad de los jueces y magistrados que instruyeron (y decidieron) la causa de Gómez de Liaño en una doble perspectiva, subjetiva y objetiva. No encuentran razón para apreciar dudas subjetivas sobre la imparcialidad de uno de los magistrados (la amistad manifiesta con uno de los letrados de la querellante no es suficiente, según la Corte Europea, para determinarla), pero sí afirma la existencia de una parcialidad objetiva cuando analiza la intervención en la fase de instrucción de algunos magistrados del Tribunal Supremo que, a su vez, dictaron la resolución por la que se condenó al juez por prevaricación. La falta de imparcialidad deriva, por lo tanto, en esa doble e imposible presencia de magistrados tanto en la fase de instrucción como en la resolutoria, cuestión que el tribunal considera despliega "serias dudas" en relación con la imparcialidad exigida a quienes deben dictar sentencia.

En suma, al juez Gómez de Liaño lo condenó un tribunal parcial, con infracción del art. 6.1 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales; con violación, también, del art. 24 de la CE (aunque su denuncia fue desoída por el Tribunal Constitucional) y todo ello en el marco de un proceso inquisitorial jaleado por quienes lo mismo se zampan impunemente cadenas de radio competidoras que sientan a periodistas o jueces en el banquillo desde un poder omnímodo que, Deo gratias, no contamina a la Corte de Estrasburgo.

En su reunión de hoy, Rodríguez Zapatero y Rajoy podrían reflexionar, al hilo de esta sentencia, sobre el modelo de Justicia que realmente quieren: la "justicia" a domicilio (pro domo sua) o la Justicia sin adjetivos y, sobre todo, sin cuotas. Entretanto, mi enhorabuena para el juez honesto.

El premio

Nuestro cicerone y traductor, Oleg Kirilenko, nos conduce por interminables pasillos adornados con espejos y lámparas típicas en la arquitectura imperial austrohúngara, importada a algunos países del Este por monarcas germanófilos a finales del siglo XIX y tributaria de un barroco tardío (¿Rumpelmayer?) en el que predomina el gusto por el pan de oro. El largo camino termina en un enorme patio, de frondosa vegetación, abarrotado de personas que departen ruidosamente en numerosos corrillos. Se trata de un grupo de empresarios de la ciudad reunidos con motivo del otorgamiento de un premio empresarial que, con periodicidad anual, otorga una importante institución privada. Este año, según nos comunica nuestro guía, el premio otorgado por los empresarios privados de la localidad ha recaído en una empresa pública dedicada al sector de las nuevas tecnologías.

La sorpresa que nos causa la noticia fuerza a Kirilenko a darnos una explicación. Se trata, nos dice, de una reminiscencia de la política económica intervencionista y centralizada, tan propia del régimen de Popov, que ahora, con Chapov, se ha suavizado, bien es cierto, aunque persiste ese gusto tan propio de regímenes tutelares de participar (rectius, intervenir) desde instancias públicas de forma, a veces, tan descarada en el mercado. Entiende nuestro guía que en una economía de mercado pura no tienen cabida sociedades públicas que compitan –siempre en régimen desigual- con empresas privadas en sectores distintos de los que se encargan de los servicios públicos, sobre todo cuando la empresa pública, a menudo deficitaria, ve resueltos sus problemas económicos con las ayudas que, generosamente, pero con cargo a los recursos generales, recibe de sus socio (público) único. Compiten en el mercado, pues, con empresas privadas desde una posición de privilegio, en condiciones desiguales y, en muchas ocasiones, vulnerando claramente la normativa europea en materia de ayudas públicas. Y encima reciben un premio de los sufridos competidores (cornuti e contenti).

Nuestra sorpresa crece cuando Kirilenko nos dice que la mayoría de los empresarios privados miembros del jurado afirma su condición liberal. Nada puede repugnar más a un liberal, le decimos, que el Estado participe de cualquier forma en el mercado; laissez faire, laissez passer, según el conocido axioma liberal que considera non grata la mera presencia del Estado en la economía. Justo en el momento en que se nos acerca a Isidoro y a mi una bella eslava con piernas de vértigo, el ruidoso balido de un rebaño de ovejas rompe mi siesta rondeña. Todo había sido un sueño. Mientras me incorporo (el balido se hace cada vez más ensordecedor) pienso en la dicha que tenemos aquí donde no pasan esas cosas. Espero que Isidoro haya regresado del sueño sano y salvo.

El vuelo del águila



La foto de Vincenzo Pinto, portada de EL MUNDO del día siguiente al del triunfo de España en la Eurocopa, capta un momento de gloria. La imagen recoge al ´Niño` Torres en un vuelo perfecto sobre el portero rival, con los brazos en cruz y la mirada fija en un balón al que le quedan décimas de segundo para entrar en la meta del adversario. A Torres sólo le hubiera faltado adornar su cuerpo con plumas para asemejar su salto al elegante vuelo de un águila que parece sujetar a su presa con garras afiladas (tratándose de fútbol español bien pudiera tratarse del mismísimo ave fénix, resurgiendo de las cenizas amontonadas tras décadas de amarguras). Jens Lehmann, el veterano portero de la selección alemana, aparece vencido a los pies del ´Niño`, como una presa cobrada, un muro caído –el último muro alemán-, arrollado por el ímpetu de un chaval al que le queda un brevísimo instante -el mismo tiempo que al balón para traspasar la raya mágica- para pasar a la historia como un moderno Marcelino y romper el maleficio de Gary Lineker.
España ha ganado la Eurocopa con una mezcla perfecta de talento y disciplina, de táctica y de técnica, de fuerza y también de mucha habilidad. Pero la ha ganado también con un equipo de futbolistas que procede de todos los rincones de España, una Selección de ensueño que por ello representa la esencia de la Nación española. Algunos, en esa deliberada voluntad de desdibujar la idea de España -con enormes dosis de paletismo- no han dudado en recurrir a eufemismos ("La Roja") con tal de evitar pronunciar su nombre; otros, en los púlpitos desde los que propagan sus políticas de campanario, han apoyado directamente al adversario o se han negado a instalar pantallas gigantes en ciudades que supieron después festejar la victoria de la Selección (y la consiguiente derrota de esos políticos lerdos, palurdos, provincianos). El éxito de España –bien lo intuían sus detractores envueltos en la mentecatería de la que no dudan en hacer gala- ha sido el fracaso del nacionalismo excluyente, consciente de que la enseñanza que recibe un pueblo sabio será la de que sólo la unión hace la fuerza. Da lástima asistir a la exhibición de poder de quienes, con su actitud radical, se convierten en impunes secuestradores de emociones.
Dicen que cada español lleva dentro un seleccionador nacional y un político (siempre de la oposición, claro). Que le pregunten lo primero a Luis Aragonés. No deja de sorprenderme esa habilidad tan nacional de pasar tan fácilmente de la amistad íntima a la enemistad manifiesta (o viceversa), del amor al odio, de la crítica más hiriente al enaltecimiento más desmedido. La ´explicación` para estos vaivenes de los sentimientos la dio ya el gran Vujadin Boskov: fútbol es fútbol.

La cigarra y la hormiga

Al salir de clase, me cruzo en el centro de Leipzig con una reducida manifestación de pensionistas que protestan contra el plan Hartz IV, un programa diseñado por el gobierno alemán para afrontar la crisis económica y que anda ya por su cuarta versión (la primera fue diseñada ya por el gobierno Schroeder). Mientras algunos llevan ya afrontando la crisis económica desde hace años, otros han preferido confiar el timón de la economía nacional a quienes ya mostraron su incapacidad para gobernar la nave cuando la llevaron al naufragio en 1996. La comparación, siempre odiosa para el que sale desfavorecido, me lleva de inmediato a recordar la fábula de la hormiga y la cigarra, una preparándose para afrontar el duro invierno y la otra, holgazana, consumiendo alegremente las reservas heredadas a sabiendas de que ya no vendrá más dinero de Bruselas.
Aceptar la amable invitación de la Universidad de Leipzig para dar un curso de Introducción al Derecho privado español me ofrece la posibilidad, año a año, de advertir cómo se transforma una ciudad. La Leipzig recuperada para la democracia tras la caída del muro de Berlín era una ciudad pobre, dominada por la mugrienta arquitectura comunista, la de los espantosos edificios de hormigón pero de frágiles paredes interiores que facilitaban la labor de los escuchas de la Stasi, policía política de la antigua RDA tan típica de los regímenes dictatoriales. Leipzig está recuperando su centro histórico, demoliendo las antiestéticas construcciones comunistas y reconstruyendo los antiguos edificios que en su día adornaban las plazas y calles del centro. Así se hizo en Munich tras la Guerra, y así se hace ahora en Leipzig, Dresden o Berlín, que celebra hoy el sesenta aniversario del puente aéreo aliado sobre la ciudad, primer acto de la Guerra Fría. Stalin perdió el pulso del bloqueo sobre la capital de Alemania, pero tuvieron que pasar décadas desde el "Ich bin ein Berliner" de JFK para que se desmoronara una dictadura comunista que se había asentado sobre un estado artificial del que sus ciudadanos sólo querían escapar.
El periódico local, Leipziger Volkszeitung, dedica una breve reseña a la efeméride, pero sin darle apenas importancia. Parece que hoy lo que verdaderamente importa es el enfrentamiento con Turquía en una de las semifinales de la Eurocopa, algo más, mucho más que un simple partido de fútbol. Berlín es la tercera ciudad ´turca` en número de habitantes y las relaciones entre comunidades no son precisamente idílicas. Veo banderas alemanas (y turcas) por todas partes y a los políticos preocupados por el fervor nacionalista alemán como hace dos años durante el Mundial de Alemania. Quizás piensan, acomplejados, que lo siguiente a un alemán abanderado es un desfile.

Seguridad jurídica




En un acto sobre la internacionalización de la marca "España", celebrado la pasada semana en Boadilla del Monte, algunos empresarios advirtieron al ministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián, de la preocupación del mundo de la empresa por la proliferación de normas autonómicas que está provocando, a su vez, una fragmentación del mercado. También la semana pasada, en Barcelona, los empresarios pertenecientes al Círculo de Economía afrontaron el mismo problema en la reunión mantenida con el presidente del Gobierno, al que solicitaron tímidamente una "menor burocracia", eufemismo tras el que se esconde el anhelo de algunos por unificar una normativa hoy dispersa a consecuencia de la fecunda actividad del legislador autonómico.

Y tan prolífica es la labor legisladora de los parlamentos autonómicos como en muchas ocasiones amenazadora de la seguridad jurídica. Tras treinta años de actividad legislativa se ha originado en muchas materias una normativa fragmentada, distinta según la comunidad autónoma autora de la norma. La deseada uniformidad, garante de la seguridad jurídica, se ha trocado en una multiplicidad de regulaciones, tantas como entes autonómicos existen, dándose la paradoja de que un mismo Estado (autonómico) promueve en los órganos supranacionales la uniformidad y armonización del derecho para facilitar la libre circulación de mercancías al tiempo que en su propia casa fragmenta la normativa en diecisiete trozos, tan distintos en ocasiones como los pedazos de un espejo roto. En la UE se trabaja para lograr un derecho uniforme aplicable en veintisiete Estados y aquí nos dedicamos a centrifugarlo.

Esta diversidad normativa no está siempre justificada. Realmente es difícil explicar por qué existen tantas leyes sobre cooperativas, fundaciones, etiquetado o condiciones que deben reunir determinados productos -tantas como comunidades autónomas- ni por qué alguna comunidad se ha llegado a dotar, incluso, de su propio código civil. En ocasiones el legislador autonómico utiliza sus facultades normativas para la creación artificial de hechos diferenciales o, lo que es lo mismo, para marcar territorio, como hace el can con su meada al pié de la farola. Y de esta forma, la norma jurídica se convierte en vehículo idóneo para propiciar la desigualdad entre los ciudadanos de un mismo país.

Es evidente que toda esta promiscuidad legisladora tiene un coste y es, precisamente, el advertido ya por los empresarios: la diversidad procura inseguridad; la proliferación de normas impone trabas al comercio; las restricciones a la libre circulación de mercancías lastran los intercambios, la riqueza y, por ende, el desarrollo de un país. Todos esos ´ríos` desembocan en el mar de la desigualdad; habrá que prepararse para el tsunami.


Guerra en los fogones




En la cocina genovesa parece que abundan los chefs y escasean los pinches. El problema de la classique cuisine conservadora viene de antiguo, y es que los gurús de esta escuela culinaria, tocados por el ´don` de la inoportunidad, saben comportarse como una indómita jarca rifeña cuando la ocasión no lo requiere. En esta cocina escasea la disciplina y abunda el afán de protagonismo de algunos cocineros dispuestos a pegarle un sartenazo al jefe en cuanto se apaga la luz. Ahí está el reciente caso del desagradecido pinche, elevado a la gloria de las estrellas Michelin por obra y arte del maestro que en su día lo llevó a los fogones del Palacio del Marqués de Villamejor y ahora se ve humillado con el desprecio que públicamente le dispensa su otrora pupilo; y mientras tanto el fundador de la escuela se dedica a salpicar a todos con la queimada hirviendo.

Pero, pese a lo que afirman algunos críticos, no estamos ante un problema en la aplicación práctica de recetas, porque ya en otros tiempos el Paul Bocusse de esta escuela cocinaba al estilo payés –dicen que con mantequilla- en la intimidad que le proporcionaba la cocina de su casa (y la selecta clientela le pedía la cabeza de pinches que ahora resurgen queriendo modificar recetas). Tampoco estriba el origen de la disputa en el empleo de ciertos ingredientes ´nacionalistas`, que algunos, los detractores del discutido chef, afirman utiliza éste a discreción pese a conocer sus efectos alucinógenos. Esos mismos críticos son los que pretenden imponer, como plato único, el cocidito madrileño para todos, especialidad regional que podrá estar muy buena, pero que aquí en el Sur provoca pesadas digestiones (y no digamos en el Norte, acostumbrados como están allí a los platos deconstruidos y de dura textura; rocosa, en ocasiones).

No. Estamos simplemente ante una pugna personal por hacerse con el mando de la cocina, con la particularidad de que quienes se enfrentan al chef quieren ganar el prestigioso premio Bocusse d`Or sin presentarse al concurso y, además, se dedican a merodear por los fogones del único candidato para salarle los platos. Siempre es deseable la concurrencia, aunque sea entre maestros de la misma escuela, sobre todo cuando en el restaurante de la acera de enfrente su cocinero se frota las manos contemplando el desaguisado y su (petit) maître se cree ya el mismísimo Françoise Vatel batiendo la chantilly en el château del mismo nombre.

Abandonan desairados pinches y chefs; los platos se sirven fríos; la bebida no llega y el ruido de la cocina es insoportable. Anden con cuidado todos estos divos en sus disputas que la clientela tiene paciencia limitada: cuando menos se lo esperen no tendrán a nadie en sala.

Vuelve Camelot




Hace ahora un año quien fuera asesor de John F. Kennedy, Theodor Sorensen, sorprendió a los americanos haciendo campaña por el candidato Barack Obama. En su intervención, Ted Sorensen afirmó que Obama es el candidato más parecido a Kennedy de todos los que el Partido Demócrata había presentado a las elecciones tras la muerte de JFK. Obama se opuso a la guerra en Iraq, en opinión de Sorensen, con la misma fuerza que Kennedy se impuso para lograr la paz en el conflicto de los misiles. Obama, para Sorensen, es el líder con criterio para relanzar los EEUU, superar la crisis económica y dar confianza a sus ciudadanos.

El inesperado apoyo de Sorensen relanzó en su día la candidatura de quien ya se ve en la recta final de la nominación como candidato demócrata. Sorensen es el último superviviente de la corte presidencial de Kennedy, el más longevo caballero de Camelot, la corte presidencial, en expresión atribuida a Jackie Kennedy, que reunía en su tabla redonda a los principales asesores –los fontaneros en la jerga política española-, hombres de confianza, en suma, del fugaz presidente. Desaparecidos McNamara, Arthur Schlesinger Jr., McBundy, Rusk y el propio Bobby, todos ellos vinculados al diseño de la New Frontier y unidos por la animadversión al vicepresidente Johnson, Sorensen se ha convertido en el depositario de una serie de valores políticos muy arraigados entre los americanos, más que por los méritos del presidente Kennedy, por ese halo de gloria que en política suele otorgarse a las victoriosas carreras cuando son breves.

Obama tiene ese Kennedy appeal y sabe que la carrera hacia la Casa Blanca puede hacerse más corta cuanto más le identifiquen con JFK. La situación de hartazgo con la guerra de Iraq relanza el mensaje del cambio, el ´yes, we can` que utiliza como gancho. Obama, conocedor del estado de saturación de los ciudadanos americanos, reitera en sus discursos que estamos ante tiempos de cambio, como en 1961, una nueva etapa que necesita nuevos líderes, jóvenes, con ideas distintas, modernas. Byrd, senador por Virginia y antiguo miembro del ´Ku Klux Klan`, le ha dado su confianza; con estos apoyos es evidente que Obama tiene en el bolsillo la candidatura a las presidenciales por el Partido Demócrata.

Hace ocho meses, cuando la carrera presidencial republicana estaba plagada de candidatos, Gustavo de Arístegui me comentó que siguiera a McCain. Acertó de pleno. Los Huckabee, Graciani y Romney fueron abandonando, a medida que McCain se imponía en delegados. Pero quiero recordar también que fue Arístegui quien, con su fino olfato para la política internacional, advirtió que una pugna presidencial McCain-Obama podía resolverse a favor de este último con más facilidad que si la candidata fuera Hillary Clinton. Lo veremos.

Laicismo y libertad religiosa




La vicepresidenta del Gobierno anunció la semana pasada la intención del Ejecutivo de proceder a la revisión de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, de 5 de julio de 1980. De su intervención en la rueda de prensa en la que anunció la voluntad de modificar un texto legal no se desprenden ni las razones ni los contornos de la proyectada modificación de una norma que no ha planteado nunca problemas en su aplicación práctica, sin que exista tampoco una demanda popular que justifique el cambio legal (podría haberse acometido, de una vez, la regulación del derecho de huelga, materia huérfana de ley pese al expreso mandato constitucional; pero no, se ha preferido, reitero que por razones ignotas –aunque por inconfesadas, aún más temidas- la derogación de una ley que funciona por otra que no deja de ser una incógnita).

Y si la ley funciona, ¿por qué se cambia? Según se dice, para garantizar todavía más el derecho fundamental a la libertad religiosa, pero introduciendo en el discurso el continuo recurso a un término inquietante: el de "laicidad". El Estado, (o el partido, porque para los dogmáticos el Estado no es más que una proyección de aquél) en sus relaciones con la Iglesia, afirman algunos, debe pasar de la constitucional aconfesionalidad a la laicidad, aunque por actitudes dominantes no exentas de beligerancia temo que llamen laicidad a lo que realmente es laicismo. El momento elegido para el anuncio de esta peligrosa mudanza legal no deja de ser propicio: la Iglesia anda haciéndose cruces con las declaraciones fiscales; el partido de la oposición pulula por el limbo, camino de un purgatorio que se presume largo, y el mal momento económico requiere maniobras de distracción.

Una cosa es la laicidad que afirme y respete la legítima autonomía de las realidades terrenas, y otra, muy distinta, es la laicidad que se confunde con la exclusión de la religión de la sociedad, confinándola al ámbito de la conciencia individual. En su discurso a los juristas católicos italianos, Benedicto XVI traza la diferencia entre la "sana laicidad" y aquella que postula, intolerante, un laicismo basado en la hostilidad contra cualquier forma de relevancia política y cultural de la religión. Un ejemplo recurrente de esa expresión de laicismo: " El derecho de educación ha de estar en manos del Estado y no en las de la Iglesia o de los padres". En efecto, se trata de un postulado nacional-socialista recogido en el Mein Kampf por su conocido autor. El cardenal Pacelli se opuso también a este ´dogma` totalitario desde la nunciatura de Berlín, primero, y como Pio XII, después, con la encíclica Mit brennender Sorge. Por cierto, que el laicismo también se manifiesta en querer quitarle a Pío XII la calle que se le tiene dedicada en mi ciudad.

Memoria viva de un Presidente




En la política de nuestros días, la distancia más corta entre dos puntos es casi siempre un túnel. De ese túnel salen hoy destacados mílites sobrantes con destino a embajadas o lucrativas empresas privadas. Los presidentes se han dotado ya de sus privilegiados estatutos para cuando dejen de serlo y los diputados de a pié no podrán tampoco quejarse del trato que recibirán cuando ya no se sienten en sus parlamentos. Pero antes éso no era así.

Contaba Leopoldo Calvo Sotelo que tras ser desalojado de La Moncloa y de la política activa en 1982 quiso volver a su puesto de siempre en el grupo Hispano Urquijo. Lo recibió por la puerta de atrás quien entonces ocupaba el cargo de presidente tras la muerte de Lladó, Usera, y la conversación, descrita con fino sentido del humor por Calvo Sotelo en sus Pláticas de Familia, duró muy poco. El ex presidente pidió al banquero un despacho, una secretaria, una ocupación. Usera le despachó con el consejo de que pidiera la prejubilación en Unión Española de Explosivos. A la vista de la respuesta, Calvo Sotelo le tendió al presidente, con habilidad, una curiosa celada:

"Todos los días se aprende algo",le comentó, "y hoy he aprendido el sentido de una frase vulgar, que he oído y tal vez he dicho muchas veces, pero sin penetrar hasta hoy su largo alcance".
"¿Y qué frase es ésa?", le preguntó el banquero.
"Lo dejaron en la puta calle", respondió Calvo Sotelo caminando hacia la puerta.
"¿Adónde vas?", le inquirió Usera.
"A la calle ésa".

Y se fue a la calle. Cuenta Calvo Sotelo en el imprescindible Memoria viva de la Transición que, frustrada la reincorporación en el Hispano, puso un pequeño despacho en el centro de Madrid. Allí, a los pocos días de su salida de La Moncloa, pudo comprobar cómo ya nadie se acordaba de él; el síntoma externo más evidente de la soledad del político derrotado. Los primeros días sólo recibía la llamada de Pío Cabanillas ("estoy esperando a que ganen los míos para saber quiénes son", frase por cierto poco apropiada para el próximo congreso popular) . Pasada la primera semana, decía Calvo Sotelo, "ya no me llamaba ni Pío" .

Se ha ido el presidente del Gobierno más british. Pasó por la política de los tiempos más complejos con prudencia, honradez, sabiduría y respeto, virtudes que no se prodigan precisamente en la generación que actualmente transita por el túnel de la vida pública. Hoy, cuando la política se ha convertido en una profesión para la que, como dijo Robert L. Stevenson, no se requiere ninguna cualificación, se echan en falta a los Calvo Sotelo, Cavero, García Añoveros, Álvarez, Sahagún, Rosón y a tantos otros que supieron renunciar a tantas comodidades para navegar, en una época de incertidumbre, por el "ruidoso mar de la libertad".

Juzgados de lo mercantil




Los juzgados de lo mercantil fueron creados por Ley Orgánica de 9 de julio de 2003. Se trata de juzgados especializados dentro del orden jurisdiccional civil, producto del Pacto para la reforma de la Justicia de 28 de mayo de 2001. Su creación respondió a la necesidad de dar respuesta a la Ley Concursal y a la conveniencia de avanzar en el proceso de especialización de los tribunales para dar la oportuna respuesta a la demanda que procura la compleja realidad social y económica de nuestro tiempo. En parecidos términos se pronuncia la Exposición de Motivos de la Ley Orgánica que los creó, reitero, con la voluntad de avanzar en el proceso de modernización y especialización de la Justicia.

Si loables fueron los motivos que el legislador tuvo en cuenta para crear estos juzgados especializados, la realidad demuestra que, a los pocos años de su creación, los Juzgados de lo mercantil se encuentran en una situación difícil, producto de un mal endémico, patología que algunos consideran irresoluble, basada en una carencia de medios materiales y humanos que hace lenta a la justicia; y una justicia lenta no es justicia. Los jueces necesitan para el mejor desarrollo de su labor más medios, mayor atención, más ayuda, y las distintas administraciones con competencia en estas materias tienen la obligación de prestar el auxilio para procurar el normal funcionamiento de la institución. A menudo me planteo si no es, precisamente, esa compleja confluencia competencial de distintas administraciones –otra muestra del Estado menguante que denuncia con acierto el profesor Sosa Wagner- una de las causas del mal que aqueja al sistema judicial, que no se paliará con la creación de esos "consejillos" autonómicos del poder judicial que se anuncian como panacea en los nuevos estatutos de autonomía. Cuando se producen las disfunciones, las administraciones "competentes" no tardan en imputar a los jueces la culpa; pero son ellas quienes, desde la autocomplacencia que procura la dejación de funciones, están causando el mal.

Sin perjuicio de la importancia de esas carencias –que no dejan de ser llamativas en unos juzgados creados hace pocos años- son también los concursos de acreedores los que están llevando a los juzgados de lo mercantil a una situación cercana al colapso. A la carencia de medios se le une la complejidad de la situación económica –califíquenla como crisis, recesión o desaceleración, a riesgo de que les llamen antipatriotas- que convierte a los juzgados de lo mercantil en termómetros o medidores de la realidad económica nacional, y hace todavía más urgente el auxilio. Decía el profesor Olivencia Ruiz en sus clases que "cuando media España está en suspensión de pagos, la otra media está en suspensión de cobros". Y ésto no ha hecho más que empezar.

Enemigos y adevrsarios



No conozco en los partidos de centro-derecha europeos que a un candidato se le otorgue por tercera vez, tras dos derrotas electorales consecutivas, otra oportunidad –la tercera- para medirse con quien le ha derrotado en las urnas. En Alemania, Merkel hubo de esperar pacientemente su turno –y el descalabro previo del bávaro Stoiber frente a Schröder por un puñado de votos- para optar con éxito a la cancillería. Sarcozy difícilmente hubiera tenido una segunda oportunidad, y de haber perdido las elecciones frente a la Royal estaría ahora envuelto en ese turbio affaire <>, trampa que al parecer le tendieron sus ´correligionarios` de la derecha. En el Reino Unido, si no aprovecha su primera oportunidad, David Cameron pasará al cementerio político en el que reposan los Hague, Smith y Howard – caídos todos por Tony Blair-; su carrera política depende del resultado de la contienda electoral que le enfrentará a Gordon Brown.

Pero en España la situación del partido de centro-derecha es bien distinta. Los candidatos no se suceden; permancen hasta la victoria final en una actitud con la que esa formación política no demuestra más que su propia debilidad. Mal hará Esperanza Aguirre si no se presenta al Congreso Nacional que los populares celebrarán en junio, aunque sólo sea para la más que ingrata tarea de perderlo. El debate no es de ideas; es de personas, y no estaría de más que la presidenta de la Comunidad de Madrid se postulase abiertamente, sin más amagos ni requiebros, como recambio de Rajoy. Así se procedería en la gran mayoría de los partidos de derecha europeos, con absoluta normalidad, sin los aspavientos ni recelos que provoca aquí la aparición de una posible candidata a la jefatura del partido . Sin lugar a dudas, un Congreso ´a la búlgara` significará cerrar en falso una crisis de partido y no alejará ni mucho menos el fantasma de la UCD que procura hoy sombra y amenaza al PP.

Aguirre, o la colera de Rajoy. Bien hubiera hecho Rajoy en animar a la presidenta para que presentara su candidatura al Congreso Nacional. Pero su desafortunada intervención en Elche mostró el lado más oscuro de la derecha: el de la exclusión, al más puro estilo de quienes despacharon en su día a Rosa Díez. Y bien haría mi admirada Esperanza si alejara de su entorno a quienes de Andalucía sólo conocen los campos de golf y pantalanes de Sotogrande; así no se ganan compromisarios. Cuentan que Melquíades Álvarez interpeló en el Congreso al conde de Romanones: "¿Sabe Su Señoría que haría Gladstone en su lugar?". Romanones, señalando los escaños que ocupaban los miembros de su partido dijo por lo bajo: "Ya me gustaría a mí ver a Gladstone con esta gentecita". Lo dicho: el Partido Popular nacional no es una prolongación del barrio de Salamanca.

Italia


En El tercer hombre (1949) , mientras gira la noria del Prater, Harry Lime (Orson Welles) le dice a su amigo Holly Martins (Joe Cotten) una sentencia que no estaba en el guión de Graham Greene y que procede del ingenio de Welles: "en treinta años con los Borgia, en Italia se padecieron guerras, terror, derramamientos de sangre y asesinatos; pero tuvieron a Miguel Ángel, a Leonardo da Vinci, al Renacimiento. En Suiza tienen desde siempre amor fraternal, y tras quinientos años de democracia y paz…¿qué es lo que han producido? El reloj de cuco". Sin saber todavía por qué, la conocida frase me rondó este fin de semana mientras seguía con interés el desarrollo de la jornada electoral en Italia.

Berlusconi ha vuelto, y lo ha hecho rompiendo todos los pronósticos de reputados politólogos (Dios nos guarde) que le daban una mayoría insuficiente para gobernar. Los resultados demuestran que los italianos han devuelto su confianza a ´Il Cavalieri`, con una mayoría absoluta en el Senado y una mayoría más que suficiente en el Congreso como para dar al país una estabilidad que la ingobernable coalición de izquierdas ha sido incapaz de proporcionar a Italia en los dos años de Prodi.¡Qué no habrá hecho esa coalición heterogénea de partidos de izquierda para proporcionarle al septuagenario Berlusconi una victoria de las que, de verdad, puede decirse que es histórica! Está visto que, en las democracias mediterráneas unos electores tienen más paciencia que otros (o unos candidatos tienen más medios de comunicación que el resto; algo tendrá que ver ese uso, a veces, más bien, abuso de los medios de comunicación en los resultados electorales).

Veltroni –una mezcla imposible entre Berlinguer, Kennedy y Obama- ha hecho una campaña ejemplar. Desde una posición siempre respetuosa, eludiendo la confrontación directa, ha sabido captar el voto del centro-izquierda, dejando a la extrema izquierda con los peores resultados de la historia. Tal vez esté en su moderación –y en el desastre económico heredado del gobierno de ´Il Professore` Prodi- la causa de su derrota y el motivo que me llevó a evocar este fin de semana la frase de Welles. Berlusconi, en su histrionismo –las cumbres europeas volverán con él a su mejor época-, se ha pasado las elecciones aconsejando a jovencitas que se casen con millonarios si quieren mejorar su futuro, paseándose con un artificial harén por su villa de Cerdeña, agriando la campaña con durísimas acusaciones a su contricante y prometiendo aquello que le resultará muy difícil de cumplir, tanto por la falta de apego a la realidad de las muchas promesas vertidas durante la campaña como por la incomodidad propia de sus socios en este viaje, y me refiero a la gran vencedora de estas elecciones: la xenófoba, separatista e insolidaria Liga Norte.

domingo, octubre 19, 2008

El porteador afgano

Cuenta la crónica de Mónica Bernabé aparecida en la edición de EL MUNDO de ayer que el representante de una empresa de logística, Dastgir Khan, pasó diez días en una cárcel por haber transportado dos de sus camiones una carga compuesta, exclusivamente, por bebidas alcohólicas que tenían como destino la base militar española de Qala-e-Now. La partida descubierta por la policía afgana estaba compuesta por vinos, cervezas, ponches y otras bebidas espirituosas valoradas en más de 70.000€ (¡!) que, después de haber sido decomisada por la autoridad, ha desaparecido como por arte de magia. Vanas han sido las múltiples reclamaciones del mando español a las autoridades afganas para la devolución de la carga; según el castigado transportista fue la propia policía afgana la que, nada más interceptar los camiones, procedió al desvalijo. Lo ví con mis propios ojos, aseguró Khan, consolándose así con el hecho probado de que otros también infringen la sharia.

La sharia prohíbe a los musulmanes el consumo de alcohol, y no solo su consumo, también su manipulación o transporte. En Afganistán la prohibición se ha relajado con la presencia de tropas internacionales, pero la ley islámica, más tolerante con los infieles, es estricta a la hora de establecer una prohibición absoluta a los creyentes. El porteador Khan fue destinatario de esa dureza siendo encarcelado de forma inmediata; de nada le sirvió exhibir una especie de carta de porte que pretendía acreditar que la carga transportada en sus camiones tenía como destino una tropa española a la que el pillaje de la policía afgana ha sometido a una especie de ley seca (un postulado de la sharia, sin ir más lejos). El porteador tiene la obligación de registrar la mercadería que va a ser transportada, pudiendo rechazar aquella que no esté debidamente acondicionada para el transporte; mis alumnos de la Facultad saben que Khan lo tiene muy difícil cuando afirma que desconocía las mercaderías que transportaba. Y lo que es peor: Khan es también responsable de la pérdida de la mercancía.

A mi la historia del porteador afgano y de la tropa sedienta me retrotrae a los añorados tiempos del servicio militar en la Compañía de Destino caballa, lo más parecido al ejército de Pancho Villa, donde las bebidas también desaparecían con la misma facilidad que en Afganistán para reaparecer –brevemente, eso sí- en las taquillas de la soldadesca. Imagino a la policía y a los talibanes dando buena cuenta de la partida de Ponche Caballero robado, tan apropiado para el frío invierno afgano, mientras los nuestros, compungidos, miran con rabia las vacías estanterías de la cantina y piensan en dar escolta al próximo envío. Creo que estamos ante el más claro ejemplo de lo que es la Alianza de Civilizaciones.

Hiyab y chapelas

El término hiyab hace referencia al código de vestimenta islámica establecido para la mujer; el mismo vocablo se refiere a lo que conocemos como velo islámico, un tipo de pañuelo que cubre la cabeza y, a veces, también el cuello. Una sentencia dictada a principios de esta semana por el VGH de Mannheim –órgano judicial equiparable a una sala de lo contencioso-administrativo de nuestros Tribunales Superiores de Justicia- prohíbe a una profesora portar en clase el hiyab por infringir dicha vestimenta la norma que regula la prestación de servicios en escuelas, que a su vez prohíbe exteriorizar cualquier tipo de símbolos religiosos que sean susceptibles de hacer peligrar la neutralidad del Land frente a padres y alumnos, así como ser potencialmente idónea para poner en peligro la paz religiosa escolar. El abogado de la profesora alemana trató de fundar la defensa en los principios de igualdad y de no discriminación, sobre la base de comparar la actuación de su mandante con la de tres monjas que prestaban sus servicios en escuelas públicas ataviadas con los hábitos de sus respectivas órdenes religiosas (católicas). El Tribunal admitió expresamente que la vestimenta de las tres religiosas era perfectamente tolerable porque representaba la tradición cristiana que viene expresamente protegida por la constitución del Land de Baden-Würtemberg, por lo que el principio de igualdad jamás podría verse afectado.

Esta sentencia viene a potenciar una jurisprudencia federal alemana contraria a que los funcionarios porten símbolos religiosos por contravenir, precisamente, la libertad religiosa y el principio general de la paz política. Así lo estableció a finales del pasado año un tribunal de Hesse, que vino a ratificar una resolución anterior de una corte renana que prohibió el hiyab aunque éste fuere portado por una profesora al estilo Grace Kelly. El Tribunal afirmó que mientras la conocida actriz portaba el pañuelo de manera esporádica; la profesora convertida al islam, por el contrario, utilizaba el pañuelo de manera continuada y como símbolo externo de una creencia religiosa que, como tal, va en contra de la neutralidad que debe regir en las escuelas públicas. Ese mismo tribunal federal se pronunció en contra de que un funcionario público, en el ejercicio de su cargo, utilizara la chapela, por considerar que el uso de dicha prenda se encontraba también prohibida por la misma norma que veta el uso del hiyab.

La jurisprudencia alemana contraria al uso por funcionarios del velo islámico hubiera hecho las delicias de la Fallaci, sin duda. Debe entenderse esta doctrina, sin embargo, como un triunfo de la libertad religiosa, eso sí, con pleno respeto y cierta preeminencia de las creencias (cristianas) tradicionales y mayoritarias en el pueblo alemán