Christian Klar es en Alemania lo que De Juana Chaos en España. Terrorista, asesino en serie, miembro de la segunda generación de la Baader–Meinhoff, Klar fue condenado en 1984 a cinco cadenas perpetuas y quince años de prisión por participar en nueve asesinatos consumados y por colaborar en once asesinatos más en grado de tentativa.
En Alemania, la condena a cadena perpetua se fija siempre por un número mínimo de años, atendiendo siempre a la gravedad del delito; esto es, no conlleva necesariamente una pena privativa de libertad de por vida. En el caso de Klar, el tribunal de Stuttgart que le juzgó le condenó a cumplir un mínimo de veintiséis años de prisión. En Alemania las condenas se cumplen –afirmación necesaria a la vista de la situación que padecemos aquí-, sin que existan para estos delitos beneficios penitenciarios o redenciones de pena susceptibles de minorar el periodo de duración de la condena. Capturado en 1982, Klar lleva cumplidos veinticinco años y saldrá en libertad el año 2008, siempre y cuando se considere que ha dejado de ser un peligro para la sociedad. Pero como en Derecho toda regla general siempre está sometida a una excepción –el indulto- Klar solicitó el perdón del Presidente de la República.
El Presidente Köhler ha denegado hace pocos días la solicitud de indulto. Lo ha hecho después de escuchar a representantes de diversas instituciones del Estado, a los partidos políticos, la opinión de los familiares de las víctimas e incluso la posición del terrorista solicitante de la medida de gracia, a quien visitó en prisión. Por no tener que motivar sus decisiones, se desconocen las razones que han llevado al Presidente de la República a rechazar la solicitud de indulto, pero, sin duda, la oposición de las víctimas y la posición también contraria al perdón de los principales partidos, han tenido peso decisivo para fundar la negativa. Y en la posición contraria al indulto de las víctimas y de la sociedad alemana habrá tenido su influencia el hecho de que Klar jamás se haya arrepentido por los crímenes cometidos.
Aquí, al asesino de Rafael Padura y autor de otros crímenes -sin castigo- el Gobierno le ha concedido el indulto –gratis et amore- después de pasar menos de cinco años en prisión, sin consultar a los familiares de la víctima ni tomarse la molestia de sondear la opinión de otros sectores sociales. A algunos les debe resultar fácil perdonar, sobre todo cuando no han padecido directamente la ofensa en forma de un crimen execrable cometido por alimañas que desprecian la vida del prójimo. Avergüenza ver al Estado de Derecho pisoteado con este tipo de medidas y produce escalofríos advertir cómo la falta de reacción de la sociedad española denota su pleno y peligroso acomodo a situaciones de flagrante injusticia.
sábado, mayo 26, 2007
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