jueves, agosto 10, 2006

Obersalzberg


La estación de Berchtesgaden tiene seis andenes de los que hoy sólo uno está en uso. La razón de este abandono está en la propia historia de esta ciudad alpina que en los años treinta del pasado siglo fue con Berlin la capital del III Reich. Hitler ordenó la construcción de una majestuosa estación que deslumbrara a los mandatarios extranjeros –Chamberlain pasó por allí antes de firmar en Munich- con espantosos murales de los que han desaparecido los símbolos del régimen. Vigilando la estación desde una colina cercana, el Hotel Berchtesgadener Hof, refugio de la corte nacional-socialista, hoy abandonado, comparte ruina con la mastodóntica estación de tren.

Berchtesgaden vive de una historia maldita. Hitler huyó a la cercana Obersalzberg (la "montaña de sal") tras el frustrado putch de Munich, y se estableció allí después de cumplir condena en Landshut. Cuando los nazis tomaron el poder, la residencia de Hitler (el Berghof) se vió inmediatamente rodeada de cuarteles, villas de jerarcas y hasta de una cancillería. Del complejo residencial no queda hoy absolutamente nada, con la única excepción de la casa de Speer y su estudio. Los aliados bombardearon la zona en Mayo de 1945 con puntería, y las ruinas de los edificios fueron dinamitadas por orden del Gobierno alemán para evitar que éstas se convirtieran en lugar de peregrinación de nostálgicos.

Pero quienes peregrinan hoy con interés a las ruinas no son los nietos de los nostálgicos vencidos, sino los descendientes de los vencedores. Los "aliados" han convertido el Obersalzberg en una atracción turística con tour guiado incluido, por supuesto sólo en inglés. Para los alemanes –es visita escolar obligada- queda el Centro de Documentación en el que se describe a la perfección el origen del nazismo y sus fatales consecuencias. Un completo recorrido por los horrores del régimen genocida.

En Alemania la "memoria histórica" se ha cultivado siempre como un sentimiento de culpa generalizada, una responsabilidad que se hereda de padres a hijos y en la que los sentimientos de derrota y vergüenza afectan a todos, porque la llegada al poder de los nazis fue producto de un fracaso colectivo. Mal camino cuando se parte sólo de la verdad de unos, porque sólo provocará que los otros prolonguen su ánimo revanchista. Algún ocioso eurodiputado se ha encargado de demostrarlo recientemente promoviendo una resolución en el Parlamento europeo que entierra el espíritu reconciliador de la Transición falseando la realidad de una República que en su desgobierno fue capaz de secuestrar y asesinar a uno de los jefes de la oposición. La manipulación de la Historia lleva a estos desvaríos y es que las heridas abiertas parecen ser políticamente rentables para algunos.

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