viernes, diciembre 28, 2007

Síntomas



"Cuando media España está en suspensión de pagos, la otra media está en suspensión de cobros". Recuerdo la frase de las clases de Derecho mercantil de quinto, cuando la carrera avanzaba con el estudio de la materia concursal hacia la recta final de la licenciatura. El catedrático advertía a sus alumnos de que la insolvencia –la enfermedad- se podía diagnosticar por la aparición de diversos síntomas externos que ponían de manifiesto la existencia de una situación de crisis. Cuando la enfermedad se propagaba, daba paso, con sus efectos contagiosos, a una situación de pandemia, de crisis económica generalizada que afectaba directamente a la salud de la economía nacional.
Esta preocupante sintomatología, que los economistas anticipan con el término ´desaceleración`, se advierte ya con preocupación en diversos sectores pujantes de la economía. En el diagnóstico de la enfermedad siempre hay posiciones encontradas, porque son varios los médicos que toman el pulso al enfermo y por ello diversas las opiniones, pero los tozudos datos que ofrecen instituciones públicas y privadas vienen a poner de manifiesto un retroceso significativo en el número de visados de obra nueva, sobre todo los que se refieren a primera vivienda; un aumento de la morosidad; una sensible reducción del precio de la vivienda para el 2008; una minoración de la obra pública, cicatera con la adjudicación de obras a la baja, y un incremento de los procedimientos concursales en los juzgados de lo mercantil. Cuando esa sintomatología afecta directamente al sector de la construcción -el principal motor de la economía y de la creación de empleo- el diagnóstico de la situación no puede ser favorable, sobre todo si viene ya acompañada de un incremento (leve, pero incremento) del paro, de la inflación (éste no tan leve) y de la inmigración (desorbitado).
Corresponde al Gobierno la adopción de las medidas necesarias para atajar la enfermedad todavía incipiente. Siempre es deseable anticipar los remedios, pero da la impresión de que médico y enfermo han vivido alegremente de las rentas, de la célebre despensa llena, porque la política económica desarrollada en estos cuatro años no se ha caracterizado por la adopción de medidas preventivas que otros –Alemania, Francia- sí han impuesto con traumas. Tampoco ayudan los antecedentes del galeno: Solbes se despidió en 1996 del Gobierno aconsejando la suscripción de fondos de pensiones privados para completar la incapacidad del sistema de seguridad social público.
Otro síntoma de la enfermedad: el paciente pretende abstraerse del mal que realmente afecta a su estado de salud con el recurso a otras afecciones, como la del calentamiento global pregonado por Gore que, después de haber sido vicepresidente con Clinton, algo debe conocer de esa materia.

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