Cierta prensa extranjera suele cometer el error de calificar a sanguinarios grupos terroristas como simples facciones separatistas o independentistas, obviando fríamente el reguero de asesinatos cometidos durante décadas. Causa particular indignación advertir cómo un periodismo europeo nada inocente califica a Eta como "basque separatists group", "Baskische Separatisten" o "l´organisation indépendantiste basque", ocultando al lector –al que tampoco le presumo inocencia- que quien utiliza el terror para la consecución de sus fines se denomina, simplemente, terrorista. El no llamar a las cosas por su nombre tiene un evidente peligro, porque la rendición se inicia normalmente con la utilización de términos deliberadamente equivocados. Llamar accidente a un atentado terrorista –como si éste fuera debido a un acto de fuerza mayor, ajeno a la voluntad del hombre- será siempre un síntoma que indica al enemigo la pronta capitulación o, cuanto menos, la extrema debilidad de una posición que nunca debió perder su fortaleza.
Por desgracia, este lenguaje erróneo y por ello, perverso, se reproduce también en la prensa nacional. La muerte de los seis soldados españoles en atentado cometido por un grupo terrorista todavía no identificado quiere hacerse pasar por un ataque cometido por atacantes o agresores, pertenecientes a una milicia, equiparando con la indebida utilización de este término a un grupo terrorista con quienes hicieron el campamento en Montejaque durante su etapa universitaria. No, la milicia refiere siempre al arte de hacer la guerra y estos grupos son, simplemente, terroristas, llámense Hizbollah, Hamas o Fatah al Islam, cortados todos por el mismo sanguinario patrón que comparten quienes en Iraq provocan atentados indiscriminados. El propio presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, califica ahora a Hamas de organización criminal, autora de atrocidades y de haber orquestado desde el terror un sanguinario golpe de estado.
Esa misma prensa que evita calificar de atentados terroristas las continuas agresiones al pueblo iraquí y tacha de insurgentes, rebeldes o sublevados a quienes perpetran crímenes indiscriminados contra una población indefensa, se ve ahora, por esa perversión del lenguaje, en la imposibilidad de llamar terroristas a quienes han asesinado a seis soldados españoles haciendo estallar un coche bomba al paso del vehículo militar. Dicen algunos ahora que los soldados han sido objeto de un atentado, término con el que, por otro lado, se quiere evitar cualquier referencia a la existencia de un conflicto bélico contra el terror que ponga de manifiesto la contradicción consistente en afirmar que las tropas están en misión de paz en un escenario de guerra.
sábado, septiembre 08, 2007
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