sábado, septiembre 08, 2007

Idiomas

Contaba el genial Coluche que en una oficina de reclutamiento francesa, un suboficial interrogaba a los futuros reclutas sobre sus cualidades profesionales para asignarles su destino en el ejército. Cuando llegó el turno a uno que afirmó dominar siete lenguas, el suboficial chusquero lo tuvo claro: "Pues a pegar sellos a Capitanía General".
La nueva colección de El MUNDO, Inglés con Vaughan, centra la campaña publicitaria en afirmar que el denominador común de todos los Presidentes del gobierno españoles ha sido, precisamente, el no saber inglés. González, según me contó un diplomático amigo –de estos que son capaces de morderse la lengua en cinco idiomas- tenía facilidad con el francés, que utilizaba de forma inteligente y con el descaro propio de quien no dudaba en colmar las lagunas idiomáticas con la depurada técnica del similiquitruqui, que también para eso la inventó.
El francés de González es parisino si lo comparan con el Rodríguez Zapatero, y eso que el actual presidente es de una generación que tuvo muchas más oportunidades para aprender idiomas. Todavía chirría en la memoria de los diputados franceses la alocución del Presidente español a la Asamblea Nacional, un auténtico despropósito con el que Zapatero, encaramado a la noble tribuna del Palacio Borbón, causó tantos o más estragos que Palafox, cañoneando el idioma francés sin el más mínimo sentido del ridículo ante el estupor de algunos diputados y las abiertas risas de la mayoría. No me extrañaría que en su desconocimiento de idiomas resida una de las claves de su enrocamiento en política nacional y el abandono del interés por las relaciones exteriores, con la cancelación de cumbres para evitar a otros presidentes que tienen la funesta manía de no hablar español.
Suárez ni siquiera lo intentó con el inglés y Aznar tampoco fue la excepción. Debió ser antológico el paseo con Bush por Quintos de Mora, cuando el presidente español hizo un alto en el camino y señalando una montaña en el horizonte, como un jefe de exploradores indio, le dijo al americano: "One mountain". En rueda de prensa durante una visita a Bush en su rancho de Texas, empezó a hablar español con un acento rarísimo en un idioma que, seguro, él creía inglés.
En España los políticos están reñidos con los idiomas y por eso no debe de extrañar que, desde el desprecio a lo que se considera ajeno, se fomente una educación provinciana que discrimina a la lengua española y a cualquier otra que no sea la que la que la clase dominante considera autóctona, en ese afán de que la ignorancia sea seña de identidad de futuras generaciones. Esa misma gauche divine promotora de las ´galescolas` o de inexistentes bilingüismos es la que manda a sus hijos a estudiar inglés a colegios americanos (católicos y privados, por supuesto).

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