sábado, septiembre 08, 2007

Prácticas de tiro

El encapuchado, con uniforme negro, se acerca con sigilo a la diana portando un arma corta en su mano derecha. Cuando está a menos de un metro del objetivo, apunta a su fácil presa y dispara. Inmediatamente, con leve inclinación de rodillas encañona la diana que se encuentra en el suelo y remata a su víctima con la sofocante música de fondo de una txalaparta. Las imágenes emitidas por televisión hace muy pocos días de los gudaris de ETA –cobardes asesinos- obligaban a plantearse por enésima vez la oportunidad de un mal denominado ´proceso de paz` y de negociación entre un cándido Gobierno y una banda terrorista que no conoce más procesos que los que conducen por la violencia a la claudicación del Estado.

ETA ha roto lo que denominó con sarcasmo ´alto el fuego permanente` (permanentemente violado, sin más respuesta por el Gobierno que una actitud laxa, de simulada prudencia que, a veces, por su indulgencia, aparentaba sumisión). No será por no haberlo advertido, pero lo verdaderamente reprochable en este ´proceso` ha sido la continua voluntad del Gobierno de orillar al principal partido de la oposición, pretendiendo situarlo en una ignominiosa posición de equidistancia con Batasuna. La <> han sido continuamente equiparadas en ánimo y voluntad por quien antes actuaba con la osadía propia del iluminado y ahora comparece ante los medios con gesto sombrío, descompuesto, como el torero desarmado, pidiendo el apoyo exterior cuando en la última cumbre franco-española prescindió de la presencia de los ministros de Interior y solicitando apoyo unánime cuando ha roto el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo en el vano intento de ahormar el Estado de Derecho para satisfacer algunas de las exigencias de la banda.

Jamás conseguiré entender cómo un Gobierno, cualquier Gobierno, puede embarcarse en un proceso negociador con una organización terrorista sin el imprescindible apoyo del principal partido de la oposición. En Zurich, cuando la penúltima ´tregua` de un proceso iniciado entonces por el PNV, los representantes del Gobierno se levantaron de la mesa al confirmar que la posición de ETA pasaba por exigir la conocida tríada: autodeterminación, amnistía y Navarra. De entonces a ahora, la posición de los terroristas no se ha movido un ápice. Estábamos, como en la anterior ocasión, ante una ´tregua trampa`, en la certera expresión acuñada por Mayor Oreja, que ha servido para reforzar a una organización terrorista que ha vuelto a las instituciones, pero que estaba contra las cuerdas por la decidida y uniforme actuación de todos los partidos democráticos.

A ese consenso debe volverse cuanto antes para recuperar el tiempo perdido, no sin exigir responsabilidades a quienes nos han llevado por el camino equivocado.

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