sábado, noviembre 22, 2008

Enemigos y adevrsarios



No conozco en los partidos de centro-derecha europeos que a un candidato se le otorgue por tercera vez, tras dos derrotas electorales consecutivas, otra oportunidad –la tercera- para medirse con quien le ha derrotado en las urnas. En Alemania, Merkel hubo de esperar pacientemente su turno –y el descalabro previo del bávaro Stoiber frente a Schröder por un puñado de votos- para optar con éxito a la cancillería. Sarcozy difícilmente hubiera tenido una segunda oportunidad, y de haber perdido las elecciones frente a la Royal estaría ahora envuelto en ese turbio affaire <>, trampa que al parecer le tendieron sus ´correligionarios` de la derecha. En el Reino Unido, si no aprovecha su primera oportunidad, David Cameron pasará al cementerio político en el que reposan los Hague, Smith y Howard – caídos todos por Tony Blair-; su carrera política depende del resultado de la contienda electoral que le enfrentará a Gordon Brown.

Pero en España la situación del partido de centro-derecha es bien distinta. Los candidatos no se suceden; permancen hasta la victoria final en una actitud con la que esa formación política no demuestra más que su propia debilidad. Mal hará Esperanza Aguirre si no se presenta al Congreso Nacional que los populares celebrarán en junio, aunque sólo sea para la más que ingrata tarea de perderlo. El debate no es de ideas; es de personas, y no estaría de más que la presidenta de la Comunidad de Madrid se postulase abiertamente, sin más amagos ni requiebros, como recambio de Rajoy. Así se procedería en la gran mayoría de los partidos de derecha europeos, con absoluta normalidad, sin los aspavientos ni recelos que provoca aquí la aparición de una posible candidata a la jefatura del partido . Sin lugar a dudas, un Congreso ´a la búlgara` significará cerrar en falso una crisis de partido y no alejará ni mucho menos el fantasma de la UCD que procura hoy sombra y amenaza al PP.

Aguirre, o la colera de Rajoy. Bien hubiera hecho Rajoy en animar a la presidenta para que presentara su candidatura al Congreso Nacional. Pero su desafortunada intervención en Elche mostró el lado más oscuro de la derecha: el de la exclusión, al más puro estilo de quienes despacharon en su día a Rosa Díez. Y bien haría mi admirada Esperanza si alejara de su entorno a quienes de Andalucía sólo conocen los campos de golf y pantalanes de Sotogrande; así no se ganan compromisarios. Cuentan que Melquíades Álvarez interpeló en el Congreso al conde de Romanones: "¿Sabe Su Señoría que haría Gladstone en su lugar?". Romanones, señalando los escaños que ocupaban los miembros de su partido dijo por lo bajo: "Ya me gustaría a mí ver a Gladstone con esta gentecita". Lo dicho: el Partido Popular nacional no es una prolongación del barrio de Salamanca.

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