sábado, noviembre 22, 2008

Vuelve Camelot




Hace ahora un año quien fuera asesor de John F. Kennedy, Theodor Sorensen, sorprendió a los americanos haciendo campaña por el candidato Barack Obama. En su intervención, Ted Sorensen afirmó que Obama es el candidato más parecido a Kennedy de todos los que el Partido Demócrata había presentado a las elecciones tras la muerte de JFK. Obama se opuso a la guerra en Iraq, en opinión de Sorensen, con la misma fuerza que Kennedy se impuso para lograr la paz en el conflicto de los misiles. Obama, para Sorensen, es el líder con criterio para relanzar los EEUU, superar la crisis económica y dar confianza a sus ciudadanos.

El inesperado apoyo de Sorensen relanzó en su día la candidatura de quien ya se ve en la recta final de la nominación como candidato demócrata. Sorensen es el último superviviente de la corte presidencial de Kennedy, el más longevo caballero de Camelot, la corte presidencial, en expresión atribuida a Jackie Kennedy, que reunía en su tabla redonda a los principales asesores –los fontaneros en la jerga política española-, hombres de confianza, en suma, del fugaz presidente. Desaparecidos McNamara, Arthur Schlesinger Jr., McBundy, Rusk y el propio Bobby, todos ellos vinculados al diseño de la New Frontier y unidos por la animadversión al vicepresidente Johnson, Sorensen se ha convertido en el depositario de una serie de valores políticos muy arraigados entre los americanos, más que por los méritos del presidente Kennedy, por ese halo de gloria que en política suele otorgarse a las victoriosas carreras cuando son breves.

Obama tiene ese Kennedy appeal y sabe que la carrera hacia la Casa Blanca puede hacerse más corta cuanto más le identifiquen con JFK. La situación de hartazgo con la guerra de Iraq relanza el mensaje del cambio, el ´yes, we can` que utiliza como gancho. Obama, conocedor del estado de saturación de los ciudadanos americanos, reitera en sus discursos que estamos ante tiempos de cambio, como en 1961, una nueva etapa que necesita nuevos líderes, jóvenes, con ideas distintas, modernas. Byrd, senador por Virginia y antiguo miembro del ´Ku Klux Klan`, le ha dado su confianza; con estos apoyos es evidente que Obama tiene en el bolsillo la candidatura a las presidenciales por el Partido Demócrata.

Hace ocho meses, cuando la carrera presidencial republicana estaba plagada de candidatos, Gustavo de Arístegui me comentó que siguiera a McCain. Acertó de pleno. Los Huckabee, Graciani y Romney fueron abandonando, a medida que McCain se imponía en delegados. Pero quiero recordar también que fue Arístegui quien, con su fino olfato para la política internacional, advirtió que una pugna presidencial McCain-Obama podía resolverse a favor de este último con más facilidad que si la candidata fuera Hillary Clinton. Lo veremos.

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