sábado, noviembre 22, 2008

La cigarra y la hormiga

Al salir de clase, me cruzo en el centro de Leipzig con una reducida manifestación de pensionistas que protestan contra el plan Hartz IV, un programa diseñado por el gobierno alemán para afrontar la crisis económica y que anda ya por su cuarta versión (la primera fue diseñada ya por el gobierno Schroeder). Mientras algunos llevan ya afrontando la crisis económica desde hace años, otros han preferido confiar el timón de la economía nacional a quienes ya mostraron su incapacidad para gobernar la nave cuando la llevaron al naufragio en 1996. La comparación, siempre odiosa para el que sale desfavorecido, me lleva de inmediato a recordar la fábula de la hormiga y la cigarra, una preparándose para afrontar el duro invierno y la otra, holgazana, consumiendo alegremente las reservas heredadas a sabiendas de que ya no vendrá más dinero de Bruselas.
Aceptar la amable invitación de la Universidad de Leipzig para dar un curso de Introducción al Derecho privado español me ofrece la posibilidad, año a año, de advertir cómo se transforma una ciudad. La Leipzig recuperada para la democracia tras la caída del muro de Berlín era una ciudad pobre, dominada por la mugrienta arquitectura comunista, la de los espantosos edificios de hormigón pero de frágiles paredes interiores que facilitaban la labor de los escuchas de la Stasi, policía política de la antigua RDA tan típica de los regímenes dictatoriales. Leipzig está recuperando su centro histórico, demoliendo las antiestéticas construcciones comunistas y reconstruyendo los antiguos edificios que en su día adornaban las plazas y calles del centro. Así se hizo en Munich tras la Guerra, y así se hace ahora en Leipzig, Dresden o Berlín, que celebra hoy el sesenta aniversario del puente aéreo aliado sobre la ciudad, primer acto de la Guerra Fría. Stalin perdió el pulso del bloqueo sobre la capital de Alemania, pero tuvieron que pasar décadas desde el "Ich bin ein Berliner" de JFK para que se desmoronara una dictadura comunista que se había asentado sobre un estado artificial del que sus ciudadanos sólo querían escapar.
El periódico local, Leipziger Volkszeitung, dedica una breve reseña a la efeméride, pero sin darle apenas importancia. Parece que hoy lo que verdaderamente importa es el enfrentamiento con Turquía en una de las semifinales de la Eurocopa, algo más, mucho más que un simple partido de fútbol. Berlín es la tercera ciudad ´turca` en número de habitantes y las relaciones entre comunidades no son precisamente idílicas. Veo banderas alemanas (y turcas) por todas partes y a los políticos preocupados por el fervor nacionalista alemán como hace dos años durante el Mundial de Alemania. Quizás piensan, acomplejados, que lo siguiente a un alemán abanderado es un desfile.

No hay comentarios: