sábado, noviembre 22, 2008

Juzgados de lo mercantil




Los juzgados de lo mercantil fueron creados por Ley Orgánica de 9 de julio de 2003. Se trata de juzgados especializados dentro del orden jurisdiccional civil, producto del Pacto para la reforma de la Justicia de 28 de mayo de 2001. Su creación respondió a la necesidad de dar respuesta a la Ley Concursal y a la conveniencia de avanzar en el proceso de especialización de los tribunales para dar la oportuna respuesta a la demanda que procura la compleja realidad social y económica de nuestro tiempo. En parecidos términos se pronuncia la Exposición de Motivos de la Ley Orgánica que los creó, reitero, con la voluntad de avanzar en el proceso de modernización y especialización de la Justicia.

Si loables fueron los motivos que el legislador tuvo en cuenta para crear estos juzgados especializados, la realidad demuestra que, a los pocos años de su creación, los Juzgados de lo mercantil se encuentran en una situación difícil, producto de un mal endémico, patología que algunos consideran irresoluble, basada en una carencia de medios materiales y humanos que hace lenta a la justicia; y una justicia lenta no es justicia. Los jueces necesitan para el mejor desarrollo de su labor más medios, mayor atención, más ayuda, y las distintas administraciones con competencia en estas materias tienen la obligación de prestar el auxilio para procurar el normal funcionamiento de la institución. A menudo me planteo si no es, precisamente, esa compleja confluencia competencial de distintas administraciones –otra muestra del Estado menguante que denuncia con acierto el profesor Sosa Wagner- una de las causas del mal que aqueja al sistema judicial, que no se paliará con la creación de esos "consejillos" autonómicos del poder judicial que se anuncian como panacea en los nuevos estatutos de autonomía. Cuando se producen las disfunciones, las administraciones "competentes" no tardan en imputar a los jueces la culpa; pero son ellas quienes, desde la autocomplacencia que procura la dejación de funciones, están causando el mal.

Sin perjuicio de la importancia de esas carencias –que no dejan de ser llamativas en unos juzgados creados hace pocos años- son también los concursos de acreedores los que están llevando a los juzgados de lo mercantil a una situación cercana al colapso. A la carencia de medios se le une la complejidad de la situación económica –califíquenla como crisis, recesión o desaceleración, a riesgo de que les llamen antipatriotas- que convierte a los juzgados de lo mercantil en termómetros o medidores de la realidad económica nacional, y hace todavía más urgente el auxilio. Decía el profesor Olivencia Ruiz en sus clases que "cuando media España está en suspensión de pagos, la otra media está en suspensión de cobros". Y ésto no ha hecho más que empezar.

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