domingo, noviembre 23, 2008

Oktoberfest



Desde el lobby del elegante The Charles Hotel muniqués veo como avanzan a duras penas columnas de vencidos por quien aquí llaman el pan líquido, la cerveza, reina indiscutible de la fiesta que durante tres semanas se celebra en la capital bávara. Apoyados los unos en los otros, en un estado de embriaguez que les impide mantener el equilibrio, el triste desfile recuerda más a la huída de Stalingrado que a un alegre fin de fiesta. Post festum, pestum.

Dice un refrán bávaro que "todo tiene un final, excepto las salchichas, que tienen dos". El refrán viene de maravilla a la hora de analizar la debacle del partido social cristiano bávaro, la todopoderosa CSU, en las elecciones celebradas el pasado domingo. Se rompen más de cuatro décadas de indiscutible y exclusiva hegemonía en Baviera del partido hermano de la CDU de la canciller Merkel, que ahora tendrá que compartir gobierno presumiblemente con los liberales de la FDP. Los medios coinciden en calificar el resultado de la CSU como una debacle, pese a que ha obtenido el 43% de los votos; todo lo que no fuera mayoría absoluta era un fracaso para el partido que ha gobierna una de las regiones más ricas del mundo (lógicamente, para quienes gobiernan las regiones más pobres de Europa también lo sería).

El análisis detallado del resultado electoral lleva también a una segunda conclusión: la izquierda bávara no avanza; se estanca en similares resultados a los obtenidos en las últimas elecciones (los socialistas de la SPD pierden votos y escaños). ¿Qué ha ocurrido entonces para que se haya producido esta importante fisura en el partido hegemónico? La marcada abstención; el hartazgo de parte del electorado con quien gobierna aquí "desde siempre"; la amarga sustitución del líder Stoiber; la desastrosa cohabitación entre el ministro presidente (Beckstein) y el presidente del partido (Huber, que dimitió ayer). En general, se trataría de reproches a la estética, más que a la forma de hacer y desarrollar políticas.

Todas son causas del ´desastre` bávaro, pero llama poderosamente la atención la aparición en el mapa electoral de una coalición de electores libres, en su mayoría antiguos miembros de la CSU desencantados con la política desarrollada y, en algunos casos, molestos por no haber cubierto en el partido sus objetivos personales. Esta inestable coalición ha obtenido el 10,2% de los votos, y se ha convertido en la tercera fuerza política bávara sin un ideario político uniforme, pues muchas son las tendencias que dice aglutinar. Y es que en Baviera –como en Austria- se ha visto un general debilitamiento de los partidos tradicionales, principal síntoma de que en ambas sociedades se viven momentos conflictivos y difíciles. Veremos hacia dónde conducen estas aventuras.

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